La Prueba de Valor

Ya llevaba varios días viajando junto a Seth, ya que él tenía como rehén a uno de mis preciosos huevos Pokemon como excusa para que le acompañe…o más bien como excusa para tener un mapa gratis. No había conseguido hablar mucho con el chico, pero tenía que admitir que era bastante cómico ver como se enfadaba con su Poochyena que no parecía hacerle ni el más mínimo caso, pero eso algo que él no debía saber. De hecho ahora que lo recordaba, hacia mucho que no sacaba a mis Pokemon para que caminaran junto a mí, ya que yo misma era una lenta cuando se trataba de caminar precisamente los sacaba para que me hicieran compañía. Pero teniendo a Seth al lado me incomodaba un poco hablar con mis Pokemon, tenía que parecer una loca hablando con ellos…

Habíamos llegado a Darkdust City. Una ciudad conocida por su ambiente siniestro y oscuro. Nunca se me habría ocurrido siquiera pasar por esta ciudad, pero era precisamente la destinación de Seth y no quería parecer una quejica. Es más, seguro que aun se pensaba que tenía 15 años, y tenía que intentar probar de que era mayor de edad. Vale. Tenía que admitir que no soportaba para NADA el ambiente de este sitio. Me quedé caminando junto a Seth, siguiéndolo por detrás de cerca, muy cerca. Me sobresalté varias veces al ver alguna sombra moverse rápidamente entre las callejuelas. No pude evitar abrazarme a mi misma mientras seguíamos caminando, temblando.

Llevábamos más de un día en Darkdust, yo había decidido quedarme a salvo en el hotel. Mientras que Seth había decidido explorar un poco la zona sin mí. ¡Y que asi sea! Prefería de sobra quedarme a cuidar de ambos huevos en una esquina bien iluminada de la habitación de hotel. Sin ningún Pokemon fantasma que estorbara…

-¿A-a donde vamos?-  Conseguí preguntar en voz baja mirando a mi alrededor nerviosamente. Seth había conseguido sacarme de la habitación de hotel, diciendo que tenía que mostrarme algo…por desgracia no conseguí rechazar su oferta por mi timidez. Estaba bastante segura igualmente de que aunque hubiera conseguido decirlo que no, habría conseguido arrastrarme a fuera, después de todo era más alto y más fuerte que yo…

Mi cara de felicidad se podía ver a la legua mientras arrastraba a Melba por las oscuras calles de Darkdust City. Habíamos llegado allí ayer por la mañana. Nada mas llegar, Melba se había negado a salir de su hotel, seguramente porque le daba miedo la ciudad. Yo en cambio no dude en salir a explorar y buscar cosas interesantes. Había encontrado una torre repleta de pokemon de tipo siniestro y fantasma, y quería enseñárselo a Melba.

-Ya veras a donde vamos. Es un sitio estupendo para entrenar. Me dijiste que eras coordinadora ¿No? Pues aquí vas a poder practicar, y yo también.-

Explique mientras la llevaba por las calles. Finalmente llegamos a las afueras y a la torre. No era mas que un edifico ruinoso derruido, pero aun asi imponía por su tamaño. Solté a mi compañera y sonreí, orgulloso.

-Este es el sitio. Ayer estuve entrenando aquí con Fornax, hasta conseguí capturar algunos pokemon. Ven, vamos a entrar…-

Intente tirar del brazo de la pelirroja, pero esta se negó rotundamente a moverse del sitio. No hacia falta ser un genio para ver que se hacia la valiente a pesar de que aquel sitio la aterrorizaba. En cierto modo me recordaba algo a mi hermana. Con una sonrisa comprensiva le puse una mano sobre la cabeza.

-Vamos a hacer una cosa. ¿Qué te parece una prueba de valor? Si entras conmigo en la torre prometo no volver a llamarte cría. Me creeré que tienes 19 años.-

Esa mofa iba a funcionar a la perfección. En los pocos días que habíamos viajado juntos había aprendido que Melba era muy quisquillosa con ese tema. El rostro de la joven me inspiraba cierta ternura, aunque no estaba dispuesto a admitirlo delante de ella.

-Venga, prometo que no te pasará nada.-

El chico consiguió tal y como había dicho sacarme del hotel. Llevándome por las oscuras, siniestras y lúgubres calles de la ciudad tirándome del brazo para arrastrarme. Seth mencionó lo que le conté sobre que era coordinadora Pokemon, y aprovechó ese pequeño dato que le di para usarlo en mi contra. Claro que tenía que practicar, ¡pero no tenía por qué ser aquí y ahora! Me estremecía a la mínima que escuchaba algo fuera de sitio o veía algo moverse, esta ciudad no me inspiraba confianza ni en lo más mínimo. Por fin llegamos a las afueras de la ciudad, alejándonos de aquellas siniestras calles. Por desgracia eso no parecía ser mejor. Nos paramos delante de una torre derruida, llena de pokemons según lo que explicó Seth.

Solté un pequeño quejido, mirando a Seth bastante alarmada. Este propuso adentrarnos en la torre para practicar con nuestras correspondientes “disciplinas”. Mi rostro palideció notablemente y me quedé parada detrás del chico. D-de veras no pretendía llevarme allí dentro, ¿no?

Entonces fue cuando propuso una especie de trato. Dejará de tratarme como una niña pequeña si entraba con en la torre. Tragué saliva al escuchar esas palabras. ¡Tenía que demostrarle que era mayorcita! Solo conseguí asentir a su propuesta intentando parecer confiada, aunque en realidad estaba aterrorizada por la idea de entrar allí y encontrarnos con Pokemons fantasmas.  –V-vale…entremos en la torre…-   Afirmé con un susurro que se pudo escuchar con facilidad debido a que el sitio estaba completamente desierto y en silencio.

Di un paso hacia adelante, en dirección a la torre. Tragué saliva una vez más, poniéndome al lado de Seth para entrar juntos en la torre derruida. Agarré la bandolera de mi bolsa con fuerza para intentar darme algo más de valor mientras pasábamos por lo que parecía ser la entrada del sitio. Con suerte conseguía hacerme la valiente durante un buen rato…

Nada mas entrar pude notar como Melba se ponía tensa. Aquel sitio realmente no le gustaba nada de nada. Aprovechando que la oscuridad me tapaba el rostro a sus ojos, le dediqué una sonrisa de disculpa. No entendía como no podía gustarle ese sitio. ¡A mi me encantaban los lugares oscuros y silenciosos! En cuanto estuvimos rodeados por la mas absoluta oscuridad saque tres pokeballs de la mochila y las abrí para dejar salir a los pokemon.

-Fornax, quédate con nosotros. Lyra, Cepheus, id a inspeccionar la sala y aseguraos de que no hay peligro. Si veis algún pokemon al que no podamos derrotar volved de inmediato para informarme.-

Tras ladrar unas pocas ordenes sencillas a mis tres pokemon, deje que dos de ellos se fueran mientras el ultimo se quedaba con nosotros. La ultima vez que Melba lo había visto era un poochyena, pero ahora era tres veces mas grande, aunque con la misma actitud cariñosa.

-Melba, dame la mano.-

Cogí la mano de mi compañera y la deposité sobre el suave y cálido pelaje de Fornax. Acto seguido la solté y camine hasta ponerme a su otro lado para ponerle una mano en el hombro.

-Ayer estuve inspeccionando la torre y entrenando a Fornax, como podrás ver. Los dos pokemon a los que acabo de enviar a buscar son nativos de esta torre. ¿Ves? No hay ningún peligro. Estas a salvo, no hay por que tener miedo.-

Expliqué mientras avanzaba unos pasos y me alejaba de ella. Mi visión ya se había acostumbrado a la oscuridad. Además, en sitios oscuros había aprendido a guiarme mas por el oído que por la vista. Ahora mismo todo estaba en silencio, señal de que no había ningún peligro inminente.

-Fornax, quédate con Melba en todo momento, pase lo que pase, a no ser que yo te pida lo contrario. ¿Entendido? Sígueme.-

Iba a utilizar al Mightyena como perro guía de la joven, que no estaba tan acostumbrada a las zonas oscuras como yo. Ahora ya nada podía salir mal, o eso quería creer yo.

Nos adentramos cada vez más en la torre, y eso no me gustaba nada. Ya no había vuelta atrás, pues estábamos completamente rodeados de una absoluta oscuridad y no conseguía ver ni de dónde veníamos. Me estremecí al escuchar la voz de Seth que me tomó completamente por sorpresa, esperando a que no se haya dado cuenta en la oscuridad que me había sobresaltado. Este le dio unas cuantas órdenes a los tres pokemons que sacó, haciéndolos adelantarnos para inspeccionar la zona.

Encima según las historias que iba leyendo, los pokemons de tipo siniestro y fantasma podían jugársela fácilmente a un entrenador que se haya perdido en su territorio, y estábamos justo en medio de él…Entonces el chico me dijo que le diera la mano. ¡Claro! Ahora mismo, como se EXACTAMENTE donde esta…No hizo falta que hiciera nada, ya que él mismo me cogió de la mano para depositarla sobre el pelaje de su…¿Poochyena? La última vez que lo vi lo recordaba más pequeño, pero claro, ahora no veo nada. Me sobresalté de nuevo al sentir la mano de Seth sobre mi hombro. Me explicó como estuvo ayer inspeccionando la torre mientras entrenaba, intentando reconfortarme para decir que no había peligro. Me quedé al lado del Pokemon de Seth, guardando la mano sobre su pelaje mientras este me guiaba por la oscuridad, siguiendo a su entrenador.

Podría jurar que mientras avanzábamos por la torre escuchaba unas voces siniestras, ¡y incluso unas risas! Avanzaba a paso lento, me temblaban las piernas a más no poder, y eso que seguía cogida del pelaje del Pokemon de Seth que me ayudaba. Esos Pokemon siniestros no podían estar planeando nada bueno…

Empecé a acostumbrarme muy poco a la oscuridad, llegando a ver por lo menos mi mano cogida del pelaje cálido del Pokemon que me servía de guía. Pude escuchar como el numero de risas de los pokemons iban aumentando junto a su volumen, pero eso no parecía perturbar nada al chico que caminaba delante mía…¿acaso era la única que escuchaba todo eso? Parpadeé un par de veces y miré delante de mí. Juraría que Seth estaba delante mía hacia un instante por—miré rápidamente en dirección a la mano que tenía sobre el pelaje del perro del chico. No. Estaba. Parpadeé unas cuantas veces más, para asegurarme de que no era la oscuridad que me estaba haciendo una mala pasada. Cerré la mano en puño para abrirla y cerrarla una y otra vez, dándome cuenta de que mi guía ya no estaba. Estaba sola.  –¿S-Seth?D-deja de bromear… Sé que estas allí.-   Empecé en voz baja, con la esperanza de que fuera una broma.

Lo único que podía ver a través de la oscuridad era la silhuetta de un Pokemon flotando en el aire. Di un paso atrás, completamente aterrorizada. Quise dar media vuelta, pero mi espalda dio con un muro y no pude seguir. Mis piernas no daban para más y me dejé caer al suelo, deslizando la espalda por el muro. Sin darme cuenta se habían acumulado lágrimas en los ojos, hasta que desbordaron y empecé a llorar. Lo único que pudo salir de mi boca en ese momento fue un grito de puro terror antes de ponerme a sollozar, abrazando mis rodillas para encogerme sobre mí misma.

Mientras caminaba en la mas absoluta oscuridad me centraba en los sonidos a mis alrededor. Había algunas risas provocadas por los fantasmas a nuestro alrededor, pero ya estaba mas que acostumbrado a ese sonido. Aquellos fantasmas no me intimidaban ni los mas mínimo. A mi espalda aun se escuchaban los pasos de Melba y el raqueteo de las zarpas de Fornax sobre la piedra del suelo. Aquella tranquilidad no duro mucho. De pronto, Fornax soltó un ladrido frustrado y empezó a ladrar frenéticamente, obligándome a darme la vuelta y correr hacia el.

-¿Qué pasa?-

Pregunté sorprendido mientras le ponía una mano sobre la cabeza. El Mightyena se apartó y empezó a dar vueltas en círculos mientras lloriqueaba, olisqueando suelo y aire. Melba no estaba con él.

-¿Pero como…? ¡Si estos pokemon son unos inútiles cuando no les tienes miedo!-

Yo estaba tan acostumbrado a entrar en sitios como ese con nervios de acero y si miedo que ya no me intimidaban esos pokemon. Cuando alguien se encuentra con un pokemon de tipo fantasma y esta asustado, el pokemon se alimenta de ese miedo y es capaz de usar muchas mas técnicas, algunas de las cuales son muy poderosas. Acababa de hacer una idiotez… Me había llevado a una chica aterrorizada a un lugar lleno de pokemon de tipo fantasma, y ahora se la habían llevado.

Un ladrido de Fornax volvió a llamar mi atención. Me agarré a su pelaje y deje que me guiara hasta una esquina de la sala. ¿Una esquina de la que salía viento? ¡Si! Había un muro oscuro del que salía una ligera brisa. Aquello no podía ser otra cosa que el movimiento tinieblas. Me apostaba lo que fuera a que Melba estaba en su interior, acosada por un pokemon de tipo fantasma. El mightyena no avanzó mas, se quedó quieto ladrando al muro oscuro. No era de extrañar, después de todo eso le asustaba. No me quedaba otra que entrar yo solo, completamente desarmado a buscarla.

Solté el pelaje de mi compañero y empecé a avanzar a través de las tinieblas, ignorando los frenéticos ladridos que dejaba a mi espalda. El viento fue incrementando hasta resultar realmente incomodo, obligándome a caminar con un brazo delante de los ojos a pesar de que los tenia cerrados. Tras varios segundos eternos en la mas absoluta oscuridad y el silencio, empecé a escuchar un lloriqueo. Guiándome por el sonido llegué hasta la pared, y hasta Melba, aunque no era capaz de verla.

-¡Atrás! ¡Largo de aquí!-

Grité mientras movía los brazos de un lado a otro, colocándome delante de la forma sollozante que era Melba. Las tinieblas se deshicieron en cuestión de segundos, permitiendo que algo de luz llegara hasta nosotros. Esas pequeñas luces iluminaron el cuerpo encogido de la chica detrás de mi y una forma flotante a medio metro de mi cara. Se trataba de un Bannete y no tenia intención de irse si podía conseguir algo de miedo aquí.

-¡Melba! Escúchame, estoy aquí contigo. No tengas miedo, eso solo lo hace mas fuerte.-

Grité mientras hacia de muro entre el pokemon salvaje y mi compañera. Tenia que quitarle el miedo a la chica de alguna forma, pero no podía moverme del sitio o le dejaría paso libre al pokemon para volver a atacarla. ¡Tenia que conseguir que Melba reaccionara! Demasiado tarde. El Bannete se dio cuenta de lo que estaba pasando y no perdió el tiempo. Emitió un chirrido que fue como una sinfonía de uñas sobre una pizarra pero con el volumen de una orquesta. Aquello me obligó a taparme los oídos a toda prisa con un quejido. Acto seguido, el pokemon salvaje me embistió de lleno en el abdomen, lanzándome hacia atrás y estampándome contra la pared. Caí al suelo sin aliento, incapaz de pronunciar tan siquiera el nombre de mi compañera para pedirle que saliera corriendo de allí.

Seguía encogida sobre mí misma, completamente aterrorizada por la idea de haberme quedado sola. Y además de estar sola estaba a oscuras. Pero claro, estar a oscuras…no era tan simple, además de estar a oscuras estaba completamente rodeada de Pokemons fantasma. No podía verlos, pero se escuchaban sus risas y susurros, como si estuvieran a tu lado, y eso me alarmaba bastante. Había empezado a llorar descontroladamente desde hacía un buen rato, mis piernas ya no me respondían y no veía nada.

Escuché una voz acercándose a mí, pegando unos gritos. Poco después se disipó un poco la oscuridad que había a mí alrededor, y conseguía ver como mínimo mis rodillas que estaba abrazando con fuerza. Escuché la voz hablando de nuevo, pero no reaccioné y poco después escuché un horrible sonido chirriante, como si rallaran una pizarra con las uñas pero mucho, mucho más desagradable. Me tapé los oídos rápidamente, intentando no escuchar aquel sonido horrendo. Sin darme cuenta acababa de cerrar los ojos con fuerza, diciéndome a mi misma que esto no debía de ser real.  Claro, no debía de ser real. Escuché el sonido de algo chocarse a mi lado. Giré un poco la cabeza para ver al lado mío mi compañero de viaje.

Aquella imagen me había sorprendido. Acababa de ver como Seth caía estampado contra la pared, sin aliento. Me sobresalté al mirar al chico a mi lado, o eso creía…no podía saber si era él o no…conociendo como eran los Pokemon Siniestros que habitaban la zona. Quise extender el brazo para ir a ayudarlo, intentar ver si no estaba demasiado herido, ayudarlo a levantarse…pero mi cuerpo no reaccionaba y no conseguía moverme ni siquiera de un milímetro.

El pokemon que hasta ese instante había estado centrado en mi, volvió a centrarse en Melba. La joven seguía acurrucada junto a la pared, temblando y sollozando. Estaba aterrorizada y eso era irresistible para el banette. ¡La iba a matar! Alargué un brazo para intentar llegar hasta ella, pero estaba demasiado lejos. A pesar de que había conseguido volver a respirar, mi voz no era mas que un susurro mientras la llamaba una y otra vez por su nombre. El banette solo estaba a medio metro de ella ya.

Ese fue el primer momento en el que me sentí realmente asustado en presencia de un pokemon de tipo fantasma. No porque me hiciera daño a mi, sino porque iba a herir a Melba por mi culpa. Yo la había obligado a entrar allí en contra de su voluntad. La chica me había demostrado con creces que tenia miedo, pero yo aun así la había forzado a acompañarme en aquella estúpida aventura.

-¡Melba, reacciona por favor! ¡Apártate de el!-

Grité a pleno pulmón al ver que mi voz había vuelto. El pokemon seguía sin hacerme ni puñetero caso. La joven era una presa demasiado atractiva para el. A duras pensar conseguí ponerme de rodillas y saltar hacia donde estaba ella. En ese preciso instante el banette había intentado atacarla con sombra vil, envolviéndola en una sombra completamente negra. Al saltar, le empujé con mi cuerpo, tirándola a un lado y sacándola de la sombra, pero quedando yo atrapado por la técnica. Me quedé tirado en el suelo, asfixiándome en aquella oscuridad infinita según me iba faltando el aire. Además, varias cuchillas diminutas iban revoloteando a mi alrededor, haciéndome cortes por todo el cuerpo y destrozándome la ropa.

Que forma mas estúpida de morir ahora que lo pienso. Asesinado por los pokemon que mas me intrigaban, y a los que había jurado aprender a controlar.

Lo único que pude escuchar claramente ahora era la voz de Seth, gritando a pleno pulmón que me apartara de “el”. Giré la cabeza para mirar delante de mí. Allí estaba. Antes de quedarme paralizada por el miedo había conseguido ver en la oscuridad la silueta de un Pokemon exactamente igual que la que estaba delante mía, a pocos milímetros de mi cara. Abrí aun más los ojos, sorprendida por tener aquella cara tan cerca de la mía. Poco después escuché unas risas proviniendo de aquel Pokemon y todo empezaba a oscurecerse alrededor mía.

Reaccioné al sentir como me empujaban hacia un lado, cayendo al suelo en un sitio algo mas iluminado. Miré hacia el lado, donde me habían empujado. Seth me había cambiado el sitio. Ahora que había caído todo parecía ser más claro. Miré de nuevo al Banette que nos atacaba. Apriete los puños en el suelo mientras estaba sentada de rodillas, estaba atacando a Seth. –La has liado…-   Me susurré a mi misma de manera casi inaudible.

Saqué sin cambiar de mi expresión seria una pokeball, ahora que podía moverme, ese Pokemon lo tenía mal. Mawile salió de la pokeball. Ambas teníamos una expresión muy seria. –Mary, usa Campo de Niebla.-   Nuestros alrededores empezaban a cubrirse de una densa niebla blanquecina, aunque el campo de visión ya era muy reducido, eso ayudaría. El Pokemon ahora parecía estar algo incomodo, ya que había cambiado sus alrededores por una neblina que no le favorecía. Esto iba a parecer un movimiento un poco arriesgado, pero me levanté con ayuda del muro como apoyo. Cogí un paso de carrerilla y aproveche la baja altura del Banette para tirarme en media carrera hacia el y meterle una patada, apartándolo de varios metros de Seth y anulando su técnica de Sombra Vil. –¡Ahora usa carantoña mientras esta la neblina, eso anula su habilidad “Cuerpo Maldito”! –   Le grité a Mary para que me ayudara a derrotar al Banette. ¡Este no iba salirse con la suya! Mawile enseguida se tiró con una sonrisa siniestra sobre el Banette, pegándole a cuerpo a cuerpo con su boca llena de colmillos.

Por desgracia no tuvimos más tiempo para brillar en pelea, ya que el Banette mismo se asustó y se desvaneció en medio del aire. –Tch, y luego me estaba asustando a mi…-   Comenté para mí misma al haberme emocionado por la pelea. Enseguida corrí hacia Seth que estaba en el suelo con la roba hecha trizas y varios cortes, notablemente uno en la mejilla. Nada más llegar a su lado me puse de rodillas para llegar a su altura, derrapando un poco en el proceso por haber estado corriendo y levantando un poco de polvo. Nada más ver el estado en el que estaba mi compañero no pude evitar volver a derramar lágrimas. –L-lo siento, fue mi culpa…d-debería de haberme movido…-

La oscuridad se cernía sobre mi como un manto impenetrable de dolor y agonía. No había aire en aquel reducido espacio de vacío. No había nada, ni sonidos, ni olores, solo sentía el suelo frio y el dolor de los cortes que iban apareciendo en mi cuerpo, uno detrás de otro. Ya me daba igual, no podía respirar. En breves perdería el conocimiento y ya no sentiría nada de nada. No era una mala muerte visto así.

De pronto aquel espacio desapareció y volví a estar tirado en el suelo de la torre. La oscuridad se había mitigado y ahora al menos distinguía formas difusas. Por desgracia, a pesar de que el espacio oscuro había sido una ilusión, los cortes y el dolor no lo eran. Al sentir que podía volver a respirar tosí repetidas veces y cogí grandes bocanadas de aire. Aun no podía creer que hubiera sobrevivido a aquello.

Un ruido de pasos acelerados que se acercaba, seguidos por un derrape me alertaron de la presencia de Melba. ¡Estaba bien! La chica se agachó a mi lado, llorando y disculpándose por no haber reaccionado a tiempo.

-No llores, nada de esto ha sido culpa tuya…-

Me incorporé como podía mientras ponía una mueca de dolor. Tenia varios cortes por todo el cuerpo, sobre todo en los brazos y el pecho, y la ropa hecha jirones. Con una mano temblorosa me froté el abdomen, que aun me dolia por la embestida del pokemon.

-Es culpa mía por haberte traído hasta aquí a rastras. Me alegro de que estés a salvo. Al menos he cumplido mi promesa… prometí que no te pasaría nada.-

Terminé la frase con una sonrisa para restarle importancia al asunto. Era obvio que la joven estaba muy preocupada por mi. Vale, había recibido una paliza como nunca, pero no iba a morir por ello, y no quería que ella se preocupara innecesariamente. Hice un intento de levantarme, pero un agudo aguijonazo de dolor en el abdomen me hizo doblarme por la mitad. Me habría comido el suelo de no haber recibido la ayuda de Melba para mantenerme en pie.

-Volvamos al centro pokemon, creo que ya hemos visto suficiente de esta torre por hoy. Además, ya me has demostrado que no eres una cría.-

Reí mientras le ponía un brazo alrededor de los hombros, como apoyo y como símbolo de confianza y amistad. En ese momento se reunieron con nosotros mis tres pokemon. Tras devolver al haunter y la misdreavus a sus pokeballs, utilice a Fornax como segundo punto de apoyo para que nos guiara hasta la salida de la torre.

Pude escuchar cómo le faltaba el aire al chico. Después de todo acababa de quedarse un buen rato en la Sombra Vil de aquel Banette. Seth se incorporó, poniendo una mueca de dolor. Intenté ayudarlo para asegurarme de que no volvía a caer o se volviera a hacer daño. Acto seguido se frotó el abdomen, dándose cuenta del estado en el que estaba su ropa y de sus probables heridas. Me puse a temblar mientras se me acumulaban las lágrimas en los ojos, con los puños sobre las piernas. Si hubiera reaccionado a tiempo, él no tendría que haberme empujado y no habría acabado…así. Explicó entonces que fue culpa suya por traerme aquí a rastras. –N-no…tendría que haber podido decir que no en vez de entrar…-  Respondí en voz baja sintiéndome culpable. Si hubiera sacado a Mary antes y me hubiera levantado para pelear esto tampoco habría pasado…

Decidí guardar a Mary en su pokeball discretamente, no quería que le ocurriera nada malo a ella en este sitio estando a oscuras, aunque tuviera ventaja de tipo. Seth intentó levantarse, pero las heridas que tenía se lo impedían y rápidamente intenté ayudarlo para que se mantenga en pie, usando todas mis fuerzas para sujetar su peso, pero aun así sin soltar la mas mínima queja. No sentía que tenía derecho a quejarme después de lo que Seth pasó por mi culpa.

Entonces fue cuando Seth habló de nuevo. Diciendo que vayamos al centro Pokemon y que ya le había demostrado que no era una cría. –P-pero si n-no he hecho nada…-   Le respondí mirando hacia el suelo. Lo único que había hecho era causarle problemas. Tras decir esas palabras, el chico se puso a reír, pasando un brazo alrededor de mis hombros para usarme como apoyo. No iba a quejarme, de hecho no tenía razón para quejarme, pero el chico y yo acabamos bastante cerca el uno del otro debido a que le ayudaba a caminar. No pude evitar sonrojarme al estar tan cerca de él. Gaaah…¿por qué pensaba en esto ahora? Empecé a mirar hacia el suelo, intentando esconder mi sonrojo con la esperanza de que la oscuridad también ayude.

Los tres Pokemons de Seth se nos habían unido desde hacía un buen rato, y seguíamos caminando lentamente hacia la salida junto a Fornax que se había quedado fuera de la pokeball para ayudarme con el apoyo. Se notaba que nos acercábamos a la salida, ya que empezaba a haber cada vez más luz y empezaba a poder ver mejor lo que había delante mía. Durante todo el trayecto no pronuncié ninguna palabra, sin poder evitar sentirme culpable y sonrojar a la vez. Una vez fuera solté un pequeño suspiro de alivio. Aunque antes estaba dispuesta a pelear si aparecía cualquier Pokemon salvaje, la oscuridad no era algo que apreciaba plenamente como el chico a mi lado.

Al salir de la torre, los dos seguimos caminando, buscando donde se encontraba el centro Pokemon de Darkdust City. Pero entre las callejuelas oscuras no podía evitar sentirme algo nerviosa, aunque pudiera defenderme.

Melba y yo conseguimos salir de la torre de una forma u otra sin mas altercados. Por suerte no nos habíamos internado demasiado y a los pocos minutos ya estábamos fuera de vuelta en la oscura ciudad.  Se notaba que Melba estaba nerviosa durante toda la travesía por la ciudad. Aquel no era un lugar que le agradara especialmente. Caminamos en silencio durante algo mas de quince minutos. Minutos que se me hacían eternos. El simple hecho de andar me costaba un esfuerzo sobre humano. Lo que habría dado por poder tumbarme en una cama en ese momento.

No se si fue pura suerte o otra cosa, pero acabamos frente a nuestro hotel en vez de el centro pokemon. Ya que ninguno de los dos estaba para darse una caminata larga, decidimos simplemente entrar. Melba dijo que tenia un botiquín de medicinas en su habitación, por lo que subimos directamente. La gente nos miraba extrañados según pasábamos a su lado. Normal, no todos los días se veía a alguien con tal paliza en la cara.

Cuando finalmente llegamos a la habitación de Melba, me aparté de ella para que pudiera abrir la puerta de la habitación. Una vez allí la seguí y obedecí todos sus consejos (Aquellas peticiones no podían considerarse ordenes aunque ella intentara ayudar). Acabé sentado en su cama mientras ella buscaba el botiquín de primeros auxilios. Las heridas ya no me dolían tanto como antes, al igual que el golpe del abdomen, pero aun así no me sentía en optimas condiciones. Intrigado por ver si el golpe me había dejado alguna marca, me quité la chaqueta hecha trizas y la camiseta. Al mirarme el abdomen me llevé una sorpresa bastante grande.

-¡Hostia puta! Si tengo abdominales.-

Grité sorprendido. A decir verdad ni me había molestado en mirarme a un espejo desde que me fui de casa a los dieciocho. Vale, me había visto reflejado en algunas ocasiones, pero no acostumbraba a mirarme el abdomen. ¡Si me había puesto en forma sin quererlo durante estos últimos años! Normal, en el Ylision había tenido que entrenar a diario, y últimamente me había pateado media región viajando. Melba ya había entrado en la habitación, y su expresión al verme era un cuadro.

-Eh ¿Has visto? Tengo abdominales-

Le señale los musculitos a Melba, sonriente. Siempre había sido un chico de estatura normal, bastante delgado y de aspecto normalito. Nunca me había sentido especialmente atractivo, y mi historial con las chicas lo demostraba. Nunca había tenido demasiado éxito ni interés en ellas. En el lado derecho de mi abdomen había una mancha morada bastante llamativa del tamaño de un melón maduro. ¡Normal que me doliera a horrores! El milagro era que no me hubiera roto nada.

Por pura casualidad ambos llegamos delante del hotel en vez de llegar al centro Pokemon. Estaba bastante segura de que él no querría seguir caminando más aun, se notaba que cada paso que dábamos le dolía a horrores por la paliza que había recibido. –E-esto…podríamos entrar en mi habitación, allí hay un botiquín…-   Le propuse al chico para no tener que pegarnos otra caminata hacia el centro Pokemon. Ya había curado varias veces mis Pokemon cuando acababan heridos después de una pelea, hacerlo con humanos no debería ser tan difícil… Ayudé al chico para caminar hacia el número de mi habitación. Cuando por fin llegamos allí, el chico se apartó de mí sin avisar. Me sorprendí un poco en ese momento y intenté volver a agarrar al chico, pensando que perdería el equilibrio. Me paré en seco a medio camino al ver que estaba bien y se había apartado aposta, haciendo que me sonrojara aun más de lo que ya estaba por aquel error. Desvié la mirada hacia abajo, rebuscando en mi bolsa la llave que habría mi habitación de hotel.

Una vez dentro ayudé al chico a llegar hasta mi cama para que se siente. ¡Con esas heridas no iba a dejarlo de pie!  –E-espera un momento mientras busco por mis cosas. ¡Y n-no hagas movimientos bruscos! Si no las heridas no cicatrizan.-   Le intenté ordenar nerviosamente al chico para que no haga las cosas demasiado rápido. Acto seguido me di la vuelta para entrar en el cuarto de baño. Allí en algún sitio tenía que haber un botiquín…Aun tenía cosas que podía usar en mi bolsa, pero había que admitir que esto era gratis… Empecé a abrir cajones al azar, buscando lo que necesitaba. –Esto no…esto tampoco…-  Empecé a apartar cosas que iba encontrando y me eran inútiles hasta que di con una cajita blanca con una cruz roja como símbolo en el medio.

Cogí con cuidado el botiquín y asomé la cabeza por la puerta del cuarto de baño para ver lo que hacía Seth ya que le había escuchado gritar algo. Noté como mi cara enseguida se volvía roja como un tomate, dejando en ridículo el color rojo que tenía la cruz del botiquín. Me traje una mano a la mejilla, notando como mi cara también parecía que echaba humo. Volví a entrar al cuarto de baño para esconderme. S-se me había olvidado aquel detalle. El chico estaba herido en el abdomen y si tenía que vendarlo… Me bofeteé levemente ambas mejillas con las dos manos, intentando tranquilízame. –T-tranquila Melba, solo tienes que…-  Me volví a poner nerviosa mientras la imagen volvía a mi cabeza.

Cogí de nuevo el botiquín, esta vez saliendo de mi “escondite” que era el cuarto de baño. Tenía que atender esas heridas… Intenté ignorar su comentario acerca de su cuerpo con intención de intentar ponerme menos nerviosa. Me quedé delante del chico para examinar las heridas de su abdomen durante unos segundos…Sin poder evitar admirar el “paisaje” durante un rato. Aparté rápidamente la mirada del chico y me acerqué un poco más dejar al botiquín a su lado y abrirlo, rebuscando lo que necesitaba. Estaba cubierto de cortes más que nada, pero lo que más atraía la atención era el morado enorme que tenía en el pecho. Saqué una especie de espray desinfectante para ponerlo sobre los cortes, más que nada. –E-esto…puede que escueza un poco… -   Conseguí decir en voz baja antes de darle al spray para ponerlo sobre los cortes.Después de desinfectar seguí ocupándome de Seth hasta acabar de poner las vendas, acabando con un nudo para que no cayeran las vendas. –Y-ya debería estar…- Después de acabar de atar el nudo me quedé mirando a Seth un buen rato…se me olvidó el corte de la mejilla.

Estaba demasiado concentrado contando mis abdominales como para centrarme en la cara de Melba, pero se había quedado mirándome con gesto de sorpresa. Cuatro, solo cuatro abdominales. Vale, empezaba a ponerme en forma, pero eso no era nada. Volvió a desaparecer en el baño para volver a entrar en la habitación con el kit de medicinas. En ese momento yo ya estaba sentado tranquilamente, se me había pasado el shock de los abdominales. Tras ponerse en frente de mi sacó un spray sospechoso, avisando de que iba a escocer.

-Nah, soy un hombre de pelo en pecho. No me voy a quejar.-

Hostia puta, como escocía el spray de los cojones. No grité por el comentario que le había hecho a Melba unos segundos antes. Tenia que ser un hombre y comportarme como tal. Durante todo el rato que estuvo Melba tratando mis heridas, yo intentaba poner cara de valiente sin quejarme lo mas mínimo. Creo que es una de las cosas mas duras que he tenido que hacer en la vida…

Mientras ella me vendaba algunos de los cortes mas profundos, yo me concentraba en el moratón del abdomen. No había nada que se pudiera hacer contra eso, simplemente tendría que aguantar la molestia durante unos días. Cuando la chica hubo terminado, hizo ademan de levantarse, pero se me quedó mirando. Iba a preguntarle a que se debía, pero entonces me percaté del arañazo que tenia en la mejilla, que aun no me había curado.

-No me vas a volver a poner ese spray del demonio ¿No?-

pregunté con un ápice de miedo y pánico en la voz. No quería que me volviera a escocer de esa forma. ¡Era inhumano! Le sostuve la mirada, esperando que dijera que no tenia que ponerme esa dichosa medicina. Hasta entonces no me había dado cuenta de lo bellos que eran sus ojos castaños, que contrastaban enormemente con su pelo.  

-N-No te preocupes por este corte. No es nada, de verdad.-

Intenté restarle importancia al asunto mientras me levantaba la cama y me ponía una mano sobre la mejilla, ocultando el corte como si de esa forma pudiera hacerlo desaparecer. Eché a andar hacia la puerta y la abrí con una sonrisa.

-Gracias por ayudarme, Melba.-

Acto seguido salí y cerré la puerta a mi espalda, huyendo de ese doloroso Spray y de los ojos de Melba. Estaba nervioso. ¿Por qué diantres estaba nervioso? Iba a echar a andar hacia mi habitación cuando me percaté de algo: Me había dejado la camiseta en la habitación de Melba.

Nada más empezar a ponerle el spray desinfectante encima a Seth, este ni siquiera se quejó. Aunque apostaría que si hubiera sido mi caso, me habría puesto a gritar sin remedio… Después de limpiar todas las heridas de Seth de consistían mayoritariamente en cortes, me puse a cubrir las heridas más profundas con vendas que saqué del botiquín. Me había costado lo suyo mantener la calma al lado del chico, y por suerte este no pareció darse cuenta de aquello. Pero no podía evitar pararme a veces durante unos segundos mientras le ponía las vendas, desconectando un poco.

Tras terminar de poner las últimas vendas, me di cuenta de que se me había olvidado atenderle el corte de la mejilla. Entonces el Seth hizo un comentario que dejaba claro cuánto apreciaba aquel spray. Sin darme cuenta, me acababa de quedar mirando al chico a los ojos durante un buen rato. Ya me había fijado hace mucho del color peculiar de sus ojos, pero era cierto de que no me cansaría de mirarlos… El chico entre tanto se levantó del sitio, restándole importancia al aquel corte que tenía en la mejilla. No era muy profundo ni era tan grave, pero por lo menos había que limpiarlo…

Seth empezó a andar hasta la puerta de mi cuarto que daba a la salida, parándose antes de salir para darme las gracias. Escuché como la puerta se cerraba detrás del chico, quedándome sola en la habitación. Entonces me di cuenta de que se había olvidado comentarle una cosa. Me levanté con rapidez de la cama para abrir la puerta y ver al chico en el pasillo. –¡S-seth! E-esto…se me olvidó decirte algo.-   Hice una pausa al recordar el porqué éramos compañeros de viaje. –Y-ya que hemos llegado a Darkdust…Y-ya no necesitas mi mapa para viajar, ¿no? S-solo quería decir que…¡me voy! Voy a volver a casa un rato…-    Le dije finalmente algo seria, anunciando que ya no viajaría con él. –¡S-solo quería que lo supieras!-  Le dije para acabar, cerrando la puerta de mi cuarto con rapidez para refugiarme en el. No tenía nada en contra del chico, pero después de lo que acababa de ocurrir en esta ciudad no podía evitar sentirme acobardada y culpable por haberle causado problemas. Volver a casa un par de días no sería mala idea, aunque dudaba volver a encontrarme con Seth. Me dejé caer lentamente, acabando sentada apoyando la espalda sobre la puerta. Después de todo, Khannos era una región enorme…

Iba a echar a andar hacia mi habitación cuando la puerta a mi espalda volvió a abrirse. Melba se había asomado, diciendo que quería comentarme una cosa. Con algo de timidez, confesó que iba a volver a su casa. Ya me había ayudado a llegar hasta Darkdust, y por lo tanto yo ya no tenia necesidad de secuestrar su mapa.

-Ya veo… Bueno, espero que te vaya bien.-

Respondí al cabo de unos instantes de silencio. Le dedique una sonrisa mientras le deseaba lo mejor para el viaje. Los pocos días que había pasado en compañía de Melba habían sido increíblemente divertidos. Todos y cada uno de ellos había estado cargado de aventuras, risas y emociones.

A Melba no se le había perdido nada en Darkdust, y había dejado mas claro que el agua que no le gustaba esa ciudad. Comprendía que se quisiera marchar cuanto antes a seguir con su viaje, pero aun así… No quería se fuera. Al ver que la chica iba a cerrar la puerta mi cuerpo se movió inconscientemente hacia ella.

-Melba.-

Tras decir su nombre me quedé en blanco. No podía pedirle que se quedara conmigo en aquel lugar, pero tampoco podía marcharme sin terminar lo que había venido a hacer. Lo cierto era que no quería quedarme solo. Había olvidado lo divertido que era tener amigos durante mi estancia en el Ylision. Ahora me era bastante mas difícil que antes dejarla ir. Tensé los puños, indeciso.

-Nada, no es nada. Cuídate durante el viaje.-

Respondí finalmente con un esbozo de sonrisa.