El rumor de las olas [Captura/Eclosión]

Las tres primeras semanas de Manaka en Khannos pasaron en un abrir y cerrar de ojos, y para cuando quiso darse cuenta, ya había llegado el sábado de nuevo. La academia pokémon no era un trabajo demasiado duro, para qué mentir, pero se agradecía un pequeño descanso.

Para la pequeña pelirroja, cualquier momento era una oportunidad perfecta para tomarse un respiro que contuviese el salino olor del mar. Y por eso, ahí estaba de nuevo, a orillas del basto océano que bañaba las playas de Khannos, balanceando los pies atrás y adelante sobre una de las numerosas pasarelas del muelle, sentada justo a la orilla y asomándose ligeramente. La marea estaba alta, de modo que casi podía rozar el agua con la punta de los dedos de los pies.

Se entretenía lanzandoles miguitas de pan a los pokémon acuáticos que nadaban de acá para allá, formando pequeños círculos debajo suyo, como pidiendo ser alimentados. Babi, por aquel entonces, también parecía bastante relajado, limitándose a tomar el sol, tumbado sobre la mochila de la chica que se encontraba echada a un lado, abierta de par en par. Definitivamente, no era un día difícil.

La pequeña sirena se levantó y comenzó a caminar sobre la orilla del muelle donde momentos antes había estado sentada, un pie en frente del otro, los brazos extendidos en cruz, como si estuviera andando sobre la cuerda floja. Se tambaleaba de un lado a otro de vez en cuando, pero al cabo de unos momentos recuperaba el equilibrio. El penetrante silencio era solo interrumpido por los sonidos lejanos de algún que otro pokémon que se ahogaban bajo el rumor de las olas.

Ya estaba llegando al final cuando de repente oyó un fuertísimo chapoteo, como si algo pesado hubiera caído al agua, y una lucecita se encendió en su cabeza."¡Mi mochila!", pensó a la par que se daba la vuelta a una velocidad impresionante, como si le fuera la vida en ello. Por desgracia, debido a la arriesgada maniobra, se tambaleó hacia atrás durante unos instantes y, agitando los bracitos en el aire, cayó al agua formando un pequeño caos de espuma y olas.

¡Descúbrete, intruso!

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'Skyblue Port' :

Pues huyo >:c

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'Huida' :

Eh, esto aún no se ha acabado, exijo otro(?

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'Skyblue Port' :

Por el amor de dios, no quiero un magikarp. Husho gaymente.

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'Huida' :

Al parecer, ninguna mochila había caído al agua, y aquel enorme ruido era causado por la repentina pelea entre un Starmie y un Magikarp. En cuanto la joven se precipitó sobre el gran azul, la pequeña estrella de mar huyó asustada, al igual que numerosos pokémon que andaban por los alrededores.

Cuando Manaka sacó la cabeza fuera del agua, buscando algo de aire fresco, su sopresa fue aún mayor al percatarse de que aquel Magikarp que hacía apenas unos instantes estaba buscando pelea con un asustadizo Starmie, le observaba con actitud amenazante. Al parecer, no le había hecho demasiada gracia que alguien irrumpiera así en sus asuntos y estaba notoriamente molesto por lo ocurrido.

Ante la inminente posibilidad de una pelea, Manaka actuó rápido- ¡Shellos, usa hidropulso!- exclamó, señalando al pececito rojo que se agitaba furioso apenas unos metros más allá.

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#1 'Batalla' :


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#2 'Batalla' :

Al parecer, la pequeña babosa de mar, que hasta aquel entonces estaba dormida, se había sorprendido un poco por todo el alboroto, tropezando torpemente y cayendo de lado antes de  lograr asomarse a ver qué era lo que ocurría.

Algo resentido y aturdido, Babi escuchó la orden casi a medias, pero no por ello fue peor recibida. Debia estar también algo irritado por eso de haberle interrumpido en medio del quinto sueño, porque el hidropulso que utilizó fue un tanto fuerte. Magikarp, por su parte, se quedó algo atrás, saltando hacia él con un placaje algo flojo.

Manaka, por su parte, parecía divertirse con la escena y, riendo a pesar de tragar un poco de agua, se las arregló para darle alguna que otra orden torpe a su pequeño acompañante - ¡Tú puedes, Babi!- exclamó, entre olas y carcajadas- ¡Ahora prueba con bofetón lodo!

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#1 'Batalla' :


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#2 'Batalla' :

Por lo que se podía observar, ni el Shellos ni aquel Magikarp estaban por rendirse. Su orgullo andaba algo herido, cada uno por sus propios motivos, y con sus pequeños rostros contraídos en una mueca ofendida, continuaban peleando como si no hubiera un mañana.

Babi hizo caso de aquello que le pidió la joven, y dejando escapar un pequeño chillido, soltó un bofetón lodo que dio de lleno en el lomo del pececito rojo, el cual volvió a saltar, agitándose nervioso. Esta vez, el Magikarp logró dar algo más fuerte, y tras aquel ataque, ambos pokemon se vieron notoriamente afectados. La batalla había llegado a su punto más alto.

-¡Vamos Babi, ahora bomba fango!- Manaka alzó el puño de la mano izquierda, y se lanzó hacia atrás en el agua, aún entre risas tontas. Se podría decir que la situación no le desagradaba del todo.

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#1 'Batalla' :


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#2 'Batalla' :

A decir verdad, parecía que la furia de aquel Magikarp iba de mal en peor, y el molesto pececillo carmesí sabía cómo manejar bien la ira. A pesar de que al parecer lo único que hacía era saltar hasta Babi para golpearle torpemente, el coletazo que le propinó aquella vez fue, como mínimo, tan fuerte como el anterior. Por el contrario, la azulada babosa de mar lo tenía difícil para atacar con el cansancio haciendo mella sobre él, y aquel bomba fango apenas rozó un costado del lomo del Magikarp cuando este se zambullía de nuevo en el agua.

-Oh, vamos, ¿no me digas que te vas a rendir tan pronto?- la pelirroja hizo un puchero-¡La cosa aún no ha acabado, Babi, aún puedes probar con otro hidropulso!- no era una batalla emocionante, eso era innegable, pero siendo ni más ni menos que la primera que protagonizaba la joven, eso hacía que no quisiera que se terminara tan pronto.

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#1 'Batalla' :


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#2 'Batalla' :

El resultado de aquel pequeño enfrentamiento fue, cuánto menos, curioso. Al parecer, cuando aquel pececito de naturaleza inquieta se dispuso a saltar una tercera vez, el agotadísimo Shellos ya estaba preparando su contraataque. En consecuencia a ello, el hidropulso que lanzó Babi salió disparado justo en el mismo momento en el que la cola del Magikarp dió a parar de lleno en su rostro.

Y vaya un hidropulso. Manaka no estaba del todo segura de  si había visto a un pokémon tan pequeño atacar con tanta fuerza en los días de su vida. Tuvo que cubrirse el rostro con ambos brazos ante la potencia de las salpicaduras de agua que llegaron hasta ella, y en aquel momento, por el ojo izquierdo aún entreabierto, pudo contemplar cómo su diminuto acompañante se desplomaba, presa del cansancio, sobre su mochila azul celeste.

-¡Babi!- exclamó mientras se agarraba con ambos brazos a los largos tablones de madera que constituían el muelle, en un intento un tanto torpe por subir de nuevo sobre la plataforma. En una primera instancia, se golpeó la barbilla contra el andén, haciéndose una pequeña herida. Tuvo que tomar aire de nuevo, agitando las piernas bajo el agua para lograr subir por fin en un segundo intento. En un par de segundos, pasó de arrastrarse a gatas sobre los tablones a centrar toda su atención en su pequeño amigo, ¿estaría bien?.

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#1 'Eclosión de Huevo' :


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#2 'Eclosión de Huevo' :

Una vez estuvo lo suficientemente cerca de su pokémon, pudo darse cuenta de que quizá se había excedido un poco en cuanto a sus exigencias. Babi apenas podía sostenerse en pie, y mucho menos continuar combatiendo. Manaka escudriñó el mar en busca de aquel Magikarp que anteriormente les había intimidado, y suspiró aliviada. Se había esfumado con la misma rapidez con la que había aparecido. Habiéndose asegurado de que estaban solos, empezó a preocuparse un poco más por la salud del Shellos que yacía ahí, completamente agotado, y también por las pequeñas gotas de sangre que caían, mezcladas con el agua del mar, sobre la madera del muelle. La sal se colaba en la herida, provocando un leve picazón.

Alargó la mano izquierda para alcanza una caja de tiritas que se encontraba en el interior de la mochila y  se pegó una a toda prisa sobre la barbilla, tomando al pokemon entre sus brazos. "Está hirviendo, ¡tengo que hacer algo!" pensó, disparando la voz de alarma. De hecho, iba a salir corriendo hacia el centro pokémon de la ciudad, cuando algo la retuvo.

No solo Babi ardía, su mochila también desprendía un tipo de calor que no era propio de los seres inertes. Ardía y se agitaba hasta tal punto que casi parecía estar teniendo convulsiones. Pero, era tan solo una mochila, ¿verdad?, y las mochilas no hacían ese tipo de cosas. Con una mezcla de curiosidad y fascinación, Manaka introdujo la mano de nuevo en el interior de la bolsa y palpó su suave y mullida tela. Para su sorpresa, no era la mochila la que se sacudía de aquella manera, si no algo mucho más importante, mucho más vivo. Extrajo aquella esfera, hasta aquel entonces verdosa, que parecía brillar con luz propia y la sostuvo entre ella misma y su Shellos. No estaba muy segura de qué era lo que ocurría, pero por lo que había aprendido en la academia pokémon, parecía ser que aquel huevo estaba eclosionando.

Entre nerviosa y asustada, la joven pelirroja esperó un par de minutos hasta que el milagro de la vida tuvo lugar. La pequeña bola de energía brilló durante una centésima de segundo, y un par de aletas azules y rosadas asomaron por un pequeño resquicio abierto del cascarón.

Manaka dejó escapar una exclamación de sorpresa al ver cómo aquella extraña criatura se deshacía de la parte superior del cascarón, dejando al descubierto su rostro. No era más que un pequeño pececito azul y morado, que, molesto por la luz solar, se dio la vuelta, tratando de ocultarse inútilmente del exterior. Al verle, la joven no pudo evitar sentir cierta nostalgia al recordar que su madre misma criaba aquella especie de pokémon en un pequeño acuario, cerca de su antigua casa.

-¡Bienvenido al mundo... Mizu!- improvisó, poniéndose en pie de nuevo, con cuidado de no volcar el agua que se encontraba en el fondo del huevo, con ambos pokémon entre sus brazos. Cerró su mochila en apenas unos instantes, y se alejó a pasos agigantados hacia el centro pokémon de la ciudad, aún con la emoción latiendo en el pecho.