Following the electrons [ Captura ]

Estar en aquel sitio repleto de gente empezaba a ponerle los pelos de punta a la peliazulada. Su ceño empezó a fruncirse cuando el ruido iba aumentado, a la par que su ira. Al final terminó por coger a Espurr en brazos y salir corriendo de allí, escalando una verja y saltando al otro lado, quedando por fin fuera de aquel lugar. La academia, desde aquel día, había quedado en su lista negra.

Siguió corriendo y corriendo hasta que el ruido desapareció de su cabeza, y por fin pudo tomar un poco de aire y relajarse. - ¡Yah! No volveré más allí. - soltó, en un tono de notable frustración. - No entiendo dónde está lo bueno de ese lugar... ¡Mi puesto en el ordenador era mucho más cómodo! - se quejó nuevamente. Espurr solo la miraba con esos ojos indescifrables para aquella mente maestra. Bufó cansadamente y empezó a caminar por donde quisiera que estuviera, revisando su celular de vez en cuando.

Espurr le tiró del calcetín para llamarla, pero ella solo respondió moviendo la mano en forma de negación. Sin embargo, apartó su mirada del celular contra chocó contra otra verja. Esta vez oxidada y electrificada en lo más alto. - ¡Auch! - se sobó la cara y examinó el lugar con suma rapidez. Después, embozó una sonrisa traviesa. Al otro lado solo habían un montón de escombros y ruinas, basura, un olor tóxico y charcos de extraños colores radiactivos.

Sin pensarlo, descodificó la verja desde su móvil, hackeando el sistema de aquel basurero extraño. Espurr la observó. - Vamos, un basurero. - lo miró sin borrar su sonrisa donde se dejaba ver sus colmillos. - Es el lugar perfecto para los gatos, ¿no? - sacó la lengua y empezó a trepar. Espurr suspiró y se agarró a uno de sus pies, para luego escalar por su entrenadora a la vez que esta trepaba y llegaba a lo más alto de la verja. El pequeño gato gris llegó hasta su cabeza y se sujetó a las orejas metálicas de Tsugumi, cerrando los ojos cuando esta pegó un salto desde ocho metros al suelo. Una vez aterrizado, Espurr bajó hasta el suelo y empezaron a aventurarse por aquel asqueroso lugar.

- Iugh. - exclamó la pelinegra, con una mueca de asco cuando saltaba un charco de residuos tóxicos. El aire se había vuelto espeso y difícil de respirar, ¿cómo demonios había llegado a parar todo eso allí? Khannos podría mostrarse como una hermosa ciudad ante el público, pero, sin duda, toda rosa tiene sus espinas. Y vaya que sí. Tsugumi ayudó a cruzar a Espurr y siguió el camino. Varias veces tuvo que escalar montañas de basura o reptar por aquel sucio suelo. Parecía un campo de batalla. Tenía que estar alerta a todo, ¿qué pasaría si caía a un charco de esos? - Nya ha ha. - rió mirando todo aquello. Para cualquiera sería, sin duda, algo asqueroso, pero para ella era un juego muy divertido. Después de todo, estaba acostumbrada a esos ambientes. Muy pronto un Meditite se cruzó en su camino, y Tsugumi miró al frente, escaneándolo con su móvil. - Liz, es tu turno de moverte. - le dijo, este asintió y se colocó delante, frente al Meditite.

Pero rápidamente Meditite abrió los ojos. - ¡Uwah! - gritó Tsugumi. Juraría por Arceus que estaba durmiendo. Revisó su móvil, que era como una Pokédex, y encontró la respuesta: meditación. Sacó la lengua, que aburrido. Nada más abrió los ojos, estos se iluminaron y por arte de magia, o no tanto, Espurr empezó a levitar y luego a caer. Debajo de él había un charco de residuos... ¡Mierda! Tsugumi pegó un salto de película, pillando al Espurr al vuelo y cayendo al suelo haciendo unas cuantas volteretas. - ¡Grrrr! ¡Ahora se va a enterar ese bicho! - rápidamente se puso en pie, sacudiendo su uniforme y golpeando la cabeza de Espurr suavemente con su palma. Una vez preparados, miró al Meditite con fuego en sus ojos. - Veamos... - revisó la lista de movimientos de su móvil. - ¡Liz, Arañazo! - le ordenó, acto seguido, señalando al Meditite que fruncía el ceño.

En un ágil movimiento, la pequeña Espurr se lanzó a correr hacia el Meditite, quien, cuando Espurr llegó a unos metros cercanos a él, desapareció, dejando a Espurr arañando la nada. De esta manera estuvieron un buen rato, hasta que Espurr gruñó, desconcertando a su enemigo y luego le propinó un combo de arañazos que lo dejaron bastante herido. Pero el Meditite no se quedó ahí y le pegó una patada que lo lanzó a los pies de Tsugumi, quien se encargó de ponerlo en pie y sacudirle la suciedad. - ¡Aye! - sonrió enseñando sus colmillos. - Ahora sigue con Psicorrayo, Liz. - le ordenó a la pequeña Espurr, quien no dudó un segundo, abriendo sus enormes ojos más todavía... sin duda esos dos pares de orbes rosados daban un poco de morbo a veces.

Pero nada más el Meditite reconoció lo que iba a hacer el Espurr, lo imitó y pronto de sus ojos empezó a salir unos rayos de colores psicodélicos, a la par que pasaba lo mismo con los ojos de Espurr. Estos dos rayos de colores colisionaron, y tras unos minutos de intensa lucha por ver quien ganaría, acabaron por explotar y formar una gran capa de humo, mezclada con aquel paisaje tóxico... Tsugumi se preguntaba cómo era que todavía no había explotado nada. Miró al frente, su Espurr estaba un poco exhausto, así como el Meditite. Pareciera como si uno de los dos pudiera caer en cualquier momento. - ¡Vamos, Liz! ¡Demuéstrale tus colmillos! - Tsugumi la animó a la vez que hacía lo que había dicho: mostrar su dentadura perfectamente afilada, tal y como la de un gato. - ¡Pantalla de luz! - ordenó después de mirar la lista de movimientos, para después fijar su mirada en su contrincante.

Pero el resultado no era el que Tsugumi quería. - Tsk. - chasqueó la lengua y cogió a su herido Pokémon en brazos, dejando al Meditite tirado en el suelo. Ni en sueños lo ayudaría a recuperarse después de herir a su preciosa compañera. No sabía muy bien a dónde dirigirse ahora, lo único que sabía era que quería curar a su pequeña. Empezó a correr sorteando los diferentes obstáculos, mientras escuchaba la lenta respiración de Espurr y algunos gemidos.

Sus ojos empezaron a cristalizarse y nublarle la vista a causa de las lágrimas, pero bastó con pasarse la mano y fruncir el ceño para poder continuar adelante. Después de bajar por una tabla de madera vieja, dio a parar con un centro Pokémon viejo y abandonado. Entró agachándose para no darse con los escombros y curó a su Pokémon en la vieja máquina que había allí. - ¿Estás mejor...? - le preguntó, Espurr asintió. Tsugumi simplemente le brindó un abrazo. Salieron de allí, pero un Solosis se cruzó en su camino. - ¡Aye! ¡Esta vez si demostremos nuestra fiereza! - le propuso al Espurr. Obviamente asintió.

- Bien, para esta ocasión... - releyó la lista de movimientos que aparecía en la pantalla de su celular, debatiendo internamente cual sería la mejor opción. - ¡Liz, confusión! - le ordenó a la pequeña Espurr. Esta clavó su mirada en los ojos del Solosis, pronto haciéndolo confundirse y de esta forma herirse a sí mismo, pero igualmente salió rápidamente de su confusión y luego contraatacó hacia el Espurr usando un poderoso Psicorrayo que dejó a la Espurr un poco bastante aturdida. Tusugmi frunció el ceño y miró al Solosis, parecía estar recuperándose del ataque. - Está bien. Liz, intenta usar confusión otra vez. - le sugirió la peliazul. La Espurr agitó su cabeza y asintió, imitando el gesto de su entrenadora, frunciendo el ceño hacia el Solosis.

La Espurr concentró sus poderes mentales en su objetivo: Solosis. Estaban empatados, aún había oportunidad de ganar. Así que teniendo eso en mente, cerró sus ojos y lanzó ataque contra el Solosis de forma rápida. El Solosis quedó medio confundido por uno segundos, pero tardó lo mismo en recuperarse y mirar al frente con determinación, levantando al Espurr del suelo con Psíquico y lanzándola lejos para así herirla. - ¡Lizbeth, aguanta! ¡Tú puedes! - la animó con toda su voz, apretando el puño de la emoción que sentía. - ¡Demuéstrale lo que vales! - gritó. La Espurr se levantó del suelo con dificultad, mirando al frente y frunciendo el ceño. Tsugumi asintió. - Bien, ahora usa Psicorrayo. - le ordenó después de que pasaran unos segundos. La Espurr asintió ante la orden.

Todo fue un desastre después de aquello. Espurr intentó utilizar su Psicorrayo, pero le fue imposible ya que estaba muy exhausta y apenas se cayó al suelo cuando quiso ponerse en pie. Solosis aprovechó esto y le dio un fuerte derribo con su cuerpo, acabando por debilitarla completamente. Tsugumi frunció el ceño y recogió a su amiga del suelo. - Buen trabajo, Lizbeth... Gracias. Ahora descansa, te lo mereces. - le dijo suavemente, mientras corría de allí en busca de algún lugar donde curarla. Aunque allí todo estaba lleno de ruinas, basura, desechos y cosas extrañas. Tsugumi se estaba desesperando, pero de pronto vio unas bayas. No se fió al principio, pero era lo último que le quedaba. Las recogió, se las dios a Espurr y esta empezó a abrir los ojos...