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Toda una basta y amplia región donde se puede circular tranquilamente, y en paz. Actualmente, algunos pokémon legendario comenzaron a despertar de su largo sueño por una fuerza extraña que los provoca a surgir y causar destrucción.
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¡Muchas gracias a Our Source Code y a A Thousand Fireflies por los tutoriales y códigos brindados respectivamente, para dejar el foro como se encuentra en apariencia.
Personajes y conceptos de Pokémon no son propiedad del foro. Pokémon es perteneciente a Satoshi Tajiri y Nintendo.
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Historia que escribo
Pokémon Khannos :: Off Rol :: Usser Zone
Página 1 de 1.
Historia que escribo
Aqui os dejo el prólogo de una historia que empecé a escribir hace mucho. No, no tiene nada que ver con pokemon. La pongo aqui por si a alguien le interesa leerla.
Prólogo:
Desde su ventana podía ver el hermoso cielo estrellado. Ese cielo que había visto durante toda su vida y que, como ella, no cambiaba con el paso del tiempo. Sería una noche hermosa y estrellada como todas de no ser por una gran columna de humo que ocultaba la luna y una pequeña bruma de ceniza que traía el viento desde la ciudad que ardía a los pies de la colina. Pensó que antes la ciudad parecía un infierno ya de por sí sola, las llamas solo lo hacian más brillante. Por desgracia para ella desde su torre tenia una visión predilecta de ese caos formado allí abajo.
Los ladrones entraban en las casas abiertas para llevarse todo lo de valor antes de que las llamas las alcanzaran. Los muchos mercenarios que habitaban las calles aprovecharon el momento para enzarzarse en combates clandestinos rodeados por las llamas. Esos hombres adoraban el peligro y eso les encantaba. Los menos inteligentes se quedaban encerrados en sus casas confiando en que aguantarían y no arderían como las demás. Craso error. Los asesinos y psicópatas se dedicaban a saldar cuentas con sus enemigos confiando en que las llamas borrarían su rastro pero muchas veces no conseguían salir indemnes y las llamas los consumían. En realidad ese incendio era más como una purga. Los menos inteligentes y fuertes ardían y los demás se salvaban para reconstruir la ciudad.
La joven pensaba en como llegaría la noticia a las otras capitales. Seguramente seria recibida con júbilo ya que era buena noticia en todas partes que la ciudad de los criminales y demonios ardiera. A ella eso le horrorizaba. La gente que se consideraba noble y de buen corazón se alegraba de las muertes de otros. Muertes de demonios y criminales pero muertes al fin y al cabo.
La chica suspiró y cerró la ventana. No estaba dispuesta a tener que limpiar las cenizas que entraban de los sillones y estanterías de la enorme sala sumida en la penumbra como hacia cada vez que la ciudad ardía. Y menos ahora que no ardía por su culpa.
La joven se alejó de la ventana con un movimiento grácil dirigiéndose a tientas en la oscuridad de la sala hasta llegar a una chimenea apagada que encendió con un pedernal que sacó de su bolsillo. Entonces la poca leña que quedaba se prendió alumbrando la sala con una luz inquieta y fantasmagórica que hacia ver las cosas en la penumbra como sombras amenazadoras.
Se desperezó estirando los brazos hacia arriba y cerrando los ojos con fuerza. A la luz del fuego se veía como la tez pálida de la chica adquiría un tono anaranjado y brillante. No era muy alta, era más bien menuda, no habría destacado demasiado entre una multitud de no ser por sus ropajes azul eléctrico que le iban grandes y su gorro puntiagudo del mismo color. Sus ojos verdes centelleantes de inteligencia escrutaban las sombras del otro lado de la habitación. No le gustaba la oscuridad.
Se sobresaltó ya que alguien llamó a la puerta, abajo, en la entrada principal a la torre. La chica abrió rápidamente la ventana intentando divisar a su visitante pero ya se había formado una densa niebla gris que cubría el suelo por lo que la cerró de nuevo para bajar rápidamente a abrir.
Bajaba las escaleras dando saltitos, con su cabello largo y plateado ondeando por la velocidad a la que bajaba. Parecía una niña por su actitud y aspecto pero tenia más años de los que tu y yo tendremos jamás. Sus ropajes, parecidos a los que aparecerían vistiendo a cualquier mago de historia antigua, se movían por sus saltos mientras bajaba. Ella odiaba esos ropajes pero se veía obligada a llevarlos en esa ocasión, tenia un invitado muy especial.
Llegó a la base de la torre después de bajar una escalera que no llevaba a ninguna otra habitación. Allí respiró profundamente ante la gran puerta de madera, antes de abrirla con un sonido chirriante acompañado de una nube de ceniza que la hizo toser.
Al abrir del todo la puerta se podía ver una enorme sombra humana. Era alguien muy alto y delgado enfundado con solemnidad en una túnica negra grabada con símbolos dorados. Su cara estaba oculta por las sombras que proyectaba su negra capucha. Alzó una mano enguantada señalando a la ciudad en llamas y habló con voz profunda.
-¿Otra vez, pequeña?-
-Esta vez no he sido yo, papá.- La chica que hablaba con voz angelical sonrió a su padre al que hacia tanto que no veía.
Una vez en la pequeña sala situada en la parte más alta de la torre la joven y su padre empezaron a conversar mientras eran iluminados por la tenue luz de la chimenea que por mucho que alumbrara no conseguía iluminar el rostro del padre.
-Tu ciudad arde fácilmente, verdad?- La voz del hombre seguía siendo profunda pero ahora tenia un ligero tono de burla.
-Por eso me mudé a esta torre, el fuego no me sienta bien... dime padre, como es que nunca vienes a verme? Es que no tienes tiempo para mi?- Se empieza a reír un poco cuando dice eso y su padre ignora un poco el comentario, observándola detenidamente.
-Veo que llevas puesto el uniforme de aprendiz...-
-Papá, dejate de rodeos, hace mucho que no te veo y se que vienes por algún motivo importante- Su mirada se volvió más seria, dejando entrever su verdadera edad ya que solo un ser antiguo podía mirar así al mismísimo dios del tiempo.
El dios del tiempo suspiró,se levantó y juntó las manos para luego separarlas lentamente, materializando entre ellas un gran y pesado libro. La joven maga alzó una ceja.
-Vaya, eso es un regalo por los últimos 103 cumpleaños a los que has faltado?- Hablaba con tono de ironía y burla.
-Sabes perfectamente lo que es esto, pequeña. ¡La historia del mundo, de todo el mundo. Lo que le ha pasado y le pasará a cada criatura de este mundo. Un libro cuya información está oculta en otra dimensión, un libro cuyas páginas son infinitas y que solo yo y quien elija pueden leerlo!- El dios del tiempo había empezado a gesticular con las manos mientras hablaba para darle más énfasis a su mensaje.- Y sabes que te tengo dicho que los cumpleaños son para seres que han nacido y viven dentro del tiempo, o sea que deja de pedirme regalos siempre que te visito.-
-Vale, vale... ¿Y por que siempre que lo sacas tienes que hacer el paripé? Me pones nerviosa.- La chica lo observaba algo enfadada, no estaba de humor después de ver arder su ciudad de nuevo.
-Porque es mi gran obra maestra y estoy orgulloso de ello.- El dios del tiempo hablaba con solemnidad, seguro de que nunca podría existir otro libro como ese.
-Creía que tu obra maestra era yo- La joven aprendiz hablaba con cierto tono de burla y reprimenda.
-Bueno, tu también estás... bien.-
-Y supongo que no me lo regalarás...-
-No-
-¿Y por que lo has traído?-
-Por que tengo una misión para ti...- El dios del tiempo volvió a sentarse.
-¿Una misión?- La joven arqueó una ceja, extrañada. -Tu nunca haces estas cosas... si quieres algo siempre lo haces tu mismo.-
-Lo que quiero hacer es algo que tengo totalmente prohibido como señor del tiempo... pero no para su aprendiz- Sonrió, o lo haría si tuviera algo parecido a rostro.
-¿Y que tengo que hacer?- La chica adoptó otra postura, inclinándose un poco hacia adelante para atender mejor.
-Para empezar...- El hombre se levanta y coloca el gran libro sobre las rodillas de la joven -Tienes que conocer toda la historia. Todo lo que ha pasado-
La joven maga del tiempo lo miró con cierta curiosidad. -Te gusta hacerme perder el tiempo. ¿Verdad?- Empezó a reírse un poco de la gracia que había hecho mientras el señor del tiempo la observaba con el ceño fruncido, o lo habría hecho si tuviera algo parecido a ceño.
-Deja ya las bromas y atiende. Abre el libro por una página al azar, se que escogerás la correcta.-
La chica abrió el libro y al leer el título de la página se quedó callada, pensativa. Unos segundos después sonrió mirando a su maestro.
-Lux... Vaya, quizás esto no vaya a ser tan aburrido al fin y al cabo. ¿Y tendré que leer absolutamente toda su vida?-
El dios del tiempo se quedó pensativo un momento. -No, no será necesario. Solo las partes importantes y fragmentos relevantes de la vida de otras personas... Tu lee tranquila, haré que la información parezca una historia. No te preocupes por lo que es relevante o no.-
La joven suspiró y empezó a leer. La historia parecía larga pero tenían todo el tiempo del mundo... y si no pues lo crearían, para algo tienen poder sobre él.
Prólogo:
Desde su ventana podía ver el hermoso cielo estrellado. Ese cielo que había visto durante toda su vida y que, como ella, no cambiaba con el paso del tiempo. Sería una noche hermosa y estrellada como todas de no ser por una gran columna de humo que ocultaba la luna y una pequeña bruma de ceniza que traía el viento desde la ciudad que ardía a los pies de la colina. Pensó que antes la ciudad parecía un infierno ya de por sí sola, las llamas solo lo hacian más brillante. Por desgracia para ella desde su torre tenia una visión predilecta de ese caos formado allí abajo.
Los ladrones entraban en las casas abiertas para llevarse todo lo de valor antes de que las llamas las alcanzaran. Los muchos mercenarios que habitaban las calles aprovecharon el momento para enzarzarse en combates clandestinos rodeados por las llamas. Esos hombres adoraban el peligro y eso les encantaba. Los menos inteligentes se quedaban encerrados en sus casas confiando en que aguantarían y no arderían como las demás. Craso error. Los asesinos y psicópatas se dedicaban a saldar cuentas con sus enemigos confiando en que las llamas borrarían su rastro pero muchas veces no conseguían salir indemnes y las llamas los consumían. En realidad ese incendio era más como una purga. Los menos inteligentes y fuertes ardían y los demás se salvaban para reconstruir la ciudad.
La joven pensaba en como llegaría la noticia a las otras capitales. Seguramente seria recibida con júbilo ya que era buena noticia en todas partes que la ciudad de los criminales y demonios ardiera. A ella eso le horrorizaba. La gente que se consideraba noble y de buen corazón se alegraba de las muertes de otros. Muertes de demonios y criminales pero muertes al fin y al cabo.
La chica suspiró y cerró la ventana. No estaba dispuesta a tener que limpiar las cenizas que entraban de los sillones y estanterías de la enorme sala sumida en la penumbra como hacia cada vez que la ciudad ardía. Y menos ahora que no ardía por su culpa.
La joven se alejó de la ventana con un movimiento grácil dirigiéndose a tientas en la oscuridad de la sala hasta llegar a una chimenea apagada que encendió con un pedernal que sacó de su bolsillo. Entonces la poca leña que quedaba se prendió alumbrando la sala con una luz inquieta y fantasmagórica que hacia ver las cosas en la penumbra como sombras amenazadoras.
Se desperezó estirando los brazos hacia arriba y cerrando los ojos con fuerza. A la luz del fuego se veía como la tez pálida de la chica adquiría un tono anaranjado y brillante. No era muy alta, era más bien menuda, no habría destacado demasiado entre una multitud de no ser por sus ropajes azul eléctrico que le iban grandes y su gorro puntiagudo del mismo color. Sus ojos verdes centelleantes de inteligencia escrutaban las sombras del otro lado de la habitación. No le gustaba la oscuridad.
Se sobresaltó ya que alguien llamó a la puerta, abajo, en la entrada principal a la torre. La chica abrió rápidamente la ventana intentando divisar a su visitante pero ya se había formado una densa niebla gris que cubría el suelo por lo que la cerró de nuevo para bajar rápidamente a abrir.
Bajaba las escaleras dando saltitos, con su cabello largo y plateado ondeando por la velocidad a la que bajaba. Parecía una niña por su actitud y aspecto pero tenia más años de los que tu y yo tendremos jamás. Sus ropajes, parecidos a los que aparecerían vistiendo a cualquier mago de historia antigua, se movían por sus saltos mientras bajaba. Ella odiaba esos ropajes pero se veía obligada a llevarlos en esa ocasión, tenia un invitado muy especial.
Llegó a la base de la torre después de bajar una escalera que no llevaba a ninguna otra habitación. Allí respiró profundamente ante la gran puerta de madera, antes de abrirla con un sonido chirriante acompañado de una nube de ceniza que la hizo toser.
Al abrir del todo la puerta se podía ver una enorme sombra humana. Era alguien muy alto y delgado enfundado con solemnidad en una túnica negra grabada con símbolos dorados. Su cara estaba oculta por las sombras que proyectaba su negra capucha. Alzó una mano enguantada señalando a la ciudad en llamas y habló con voz profunda.
-¿Otra vez, pequeña?-
-Esta vez no he sido yo, papá.- La chica que hablaba con voz angelical sonrió a su padre al que hacia tanto que no veía.
Una vez en la pequeña sala situada en la parte más alta de la torre la joven y su padre empezaron a conversar mientras eran iluminados por la tenue luz de la chimenea que por mucho que alumbrara no conseguía iluminar el rostro del padre.
-Tu ciudad arde fácilmente, verdad?- La voz del hombre seguía siendo profunda pero ahora tenia un ligero tono de burla.
-Por eso me mudé a esta torre, el fuego no me sienta bien... dime padre, como es que nunca vienes a verme? Es que no tienes tiempo para mi?- Se empieza a reír un poco cuando dice eso y su padre ignora un poco el comentario, observándola detenidamente.
-Veo que llevas puesto el uniforme de aprendiz...-
-Papá, dejate de rodeos, hace mucho que no te veo y se que vienes por algún motivo importante- Su mirada se volvió más seria, dejando entrever su verdadera edad ya que solo un ser antiguo podía mirar así al mismísimo dios del tiempo.
El dios del tiempo suspiró,se levantó y juntó las manos para luego separarlas lentamente, materializando entre ellas un gran y pesado libro. La joven maga alzó una ceja.
-Vaya, eso es un regalo por los últimos 103 cumpleaños a los que has faltado?- Hablaba con tono de ironía y burla.
-Sabes perfectamente lo que es esto, pequeña. ¡La historia del mundo, de todo el mundo. Lo que le ha pasado y le pasará a cada criatura de este mundo. Un libro cuya información está oculta en otra dimensión, un libro cuyas páginas son infinitas y que solo yo y quien elija pueden leerlo!- El dios del tiempo había empezado a gesticular con las manos mientras hablaba para darle más énfasis a su mensaje.- Y sabes que te tengo dicho que los cumpleaños son para seres que han nacido y viven dentro del tiempo, o sea que deja de pedirme regalos siempre que te visito.-
-Vale, vale... ¿Y por que siempre que lo sacas tienes que hacer el paripé? Me pones nerviosa.- La chica lo observaba algo enfadada, no estaba de humor después de ver arder su ciudad de nuevo.
-Porque es mi gran obra maestra y estoy orgulloso de ello.- El dios del tiempo hablaba con solemnidad, seguro de que nunca podría existir otro libro como ese.
-Creía que tu obra maestra era yo- La joven aprendiz hablaba con cierto tono de burla y reprimenda.
-Bueno, tu también estás... bien.-
-Y supongo que no me lo regalarás...-
-No-
-¿Y por que lo has traído?-
-Por que tengo una misión para ti...- El dios del tiempo volvió a sentarse.
-¿Una misión?- La joven arqueó una ceja, extrañada. -Tu nunca haces estas cosas... si quieres algo siempre lo haces tu mismo.-
-Lo que quiero hacer es algo que tengo totalmente prohibido como señor del tiempo... pero no para su aprendiz- Sonrió, o lo haría si tuviera algo parecido a rostro.
-¿Y que tengo que hacer?- La chica adoptó otra postura, inclinándose un poco hacia adelante para atender mejor.
-Para empezar...- El hombre se levanta y coloca el gran libro sobre las rodillas de la joven -Tienes que conocer toda la historia. Todo lo que ha pasado-
La joven maga del tiempo lo miró con cierta curiosidad. -Te gusta hacerme perder el tiempo. ¿Verdad?- Empezó a reírse un poco de la gracia que había hecho mientras el señor del tiempo la observaba con el ceño fruncido, o lo habría hecho si tuviera algo parecido a ceño.
-Deja ya las bromas y atiende. Abre el libro por una página al azar, se que escogerás la correcta.-
La chica abrió el libro y al leer el título de la página se quedó callada, pensativa. Unos segundos después sonrió mirando a su maestro.
-Lux... Vaya, quizás esto no vaya a ser tan aburrido al fin y al cabo. ¿Y tendré que leer absolutamente toda su vida?-
El dios del tiempo se quedó pensativo un momento. -No, no será necesario. Solo las partes importantes y fragmentos relevantes de la vida de otras personas... Tu lee tranquila, haré que la información parezca una historia. No te preocupes por lo que es relevante o no.-
La joven suspiró y empezó a leer. La historia parecía larga pero tenían todo el tiempo del mundo... y si no pues lo crearían, para algo tienen poder sobre él.
Invitado- Invitado
Re: Historia que escribo
¿Y solo es el prólogo?
Se ve realmente interesante *^*
Las historias fantásticas son las que mas me gustan y al parecer, la trama se basará en el relato de una historia dentro del mismo fic en si ¡Ya me entendéis! xD
Quiero que subas el primer capítulo ya mismo.
Me enamorará seguro ♥
Se ve realmente interesante *^*
Las historias fantásticas son las que mas me gustan y al parecer, la trama se basará en el relato de una historia dentro del mismo fic en si ¡Ya me entendéis! xD
Quiero que subas el primer capítulo ya mismo.
Me enamorará seguro ♥
Levy McGarden- Líder de Gimnasio
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