Kill or be killed [ Lucha NPC ]

Morgiana seguía 'perdida' por Diamond City. La pura verdad es que no era un lugar que le agradara mucho, pero no tenía otra alternativa que pasar hasta Navidad allí si quería encontrar a Santa claus. Suspiró, aunque de su boca solo salió un gélido humo. Sonrió con la nariz rosada por el frío al verlo. Siempre le había gustado el vaho. A su lado se encontraba Arcanine. Era su fiel compañero de travesías desde que había llegado a Diamond, siempre la mantenía calentita con su calurosa existencia siempre a su lado. Pero, como siempre, no quiso apoyarse en él así que había comprado también una bufanda, un gorro y un abrigo bien calientes. Aunque no dejó de llevar los pies al decubierto. Llegaron al Palacio de hielo, en busca de algún obrero con el que luchar y ganar dinero. Se había quedado sin blanca gastando todos los días en cafés. - Debería haber alguien escondido por aquí con el que podamos luchar. - sonrió traviesa y siguió caminando.

No tardaron en dar con el sujeto al que buscaban. Se trataba de un chico bien equipo contra el frío y con un equipo de tipo hielo. Morgiana se le acercó por detrás. - Hey tú. Luchemos. - le exigió, o casi ordenó. Este se dio la media vuelta y lanzó la Pokeball que contenía a su cryogonal. Morgiana optó por llamar a su Mienfoo. - Perfecto. - comentó y tiró la Pokeball al campo de batalla. -Mienfoo, ¡adelante! A bocajarro contra el cryogonal, rápido. - le ordenó rápidamente. El Mienfoo asintió, no sin antes titiritar un poco por el frío, y se lanzó a combatir. No dejaría que el frío le venciera, no señor. Morgiana se ajustó su bufanda y miró.

- Joder, Mienfoo... - exclamó moviendo el cuello. - Parece que el frío te hace bien. - continuó. Y la verdad es que con razón se sorprendía. El Mienfoo no tardó en correr rápidamente contra el cryogonal, poniendo sus patas hacia adelante para luego asestarle una serie de combos de patadas y puñetazos que tumbaron el gran pokémon de hielo al suelo. Pero este pudo levantarse, muy malherido para ser el primer golpe, y contraatacó con un Rayo hielo que fulminó al Mienfoo. Pero al fin y al cabo no fue tanto daño. - Levanta, Mienfoo. ¡Demolición! - le ordenó acto seguido, nuevamente agarrándose de su bufanda. Arcanine se encontraba a su lado, observando.

El Mienfoo asintió, confiado de sus habilidades, y rápidamente fue corriendo contra el cryogonal con intenciones de asestarle otro buen golpe y acabar con él. Juntó las dos palmas de sus manos y estas empezaron a brillar por la energía acumulada en ellas. Morgiana se preguntaba porque ella no podía hacer ese tipo de cosas. Finalmente, golpeó al cryogonal de esta forma, debilitándolo en el acto. Pero no sin antes que este le hubiera dado con otro Rayo hielo. El entrenador de la otra esquina lo guardó en su Pokeball y sacó su siguiente Pokémon: cubchoo. - Bien hecho, Mienfoo. Aguanta un poco más. - sonrió ante el pequeño y miró al frente. - ¡Palmeo! - le ordenó.

Realmente Mienfoo no estaba tan exhausto como pensaba Morgiana. Él se tomaba aquellas batallas como un entrenamiento más para fortalacerse lo máximo posible. Debía proteger a Morgiana ante todo. Nuevamente sus manos empezaron a brillar. Se acercó a pocos centímetros de su nuevo rival: cubchoo. Le fue golpeando repetidamente con sus puños y piernas hasta que barrió el suelo. Morgiana cada vez se sorprendía más. - Muy bien, muy bien hecho Mienfoo. - le felicitó. Este se sobó la cabeza y sonrió modesto. - Ahora continuemos, ¡Onda certera! - le ordenó finalmente. Mienfoo asintió y se fue a combatir.

En las manos de Mienfoo fue creándose una esfera brillante de tonos azules. cualquiera que no fuera del mundo Pokémon juraría que estaba haciendo el Kamehameha, además, la pose era la misma... ¿Quizá estaba dejando a Mienfoo ver mucho la tv? Suspiró y miró al frente. Todos esos pensamientos fueron sacados de su cabeza. Y de hecho empezó a pensar que debería dejarlo más tiempo. Aquel Onda certera acabó de un tiro con el cubchoo. - Wow. Me has dejado simplemente estupefacta. - lo cogió en brazos y le acarició la cabeza. - Pero ya es tu turno de descansar. A la Pokeball. - lo devolvió a esta y luego miró a Arcanine, quien entendió y salió a combatir a la vez que le Snover del tío aquel. - ¡Lanzallamas, Arcanine! - le ordenó a este.

El Arcanine, ciertamente, estaba esperando la hora de que fuera su turno. Salió corriendo frente a su entrenadora, quien sintió un gran frío cuando el gran león fue llevado de su lado. Se abrazo a sí misma para soportarlo. Seguidamente miró al frente, decidida a ganar aquella batalla, la cual estaba siendo verdaderamente fácil y sencilla. - Ahora, Arcanine. - le dio la voz de salida. Este lanzó un gran vórtice de ardientes llamas de su interior, que hirió fatalmente al Snover, pero no lo llegó a debilitar. Por su parte lanzó un Rayo hielo. No fue mucho para el gran león de fuego. - Ataca esta vez con colmillo ígneo. - le ordenó después. Este asintió.

El Arcanine llenó sus fauces de ardientes llamas, mostrando una perfecta y alineada dentadura en llamas. Seguramente aquello podría ser usado como objeto de terror, pero esta vez no era así. Empezó a correr en dirección al Snover, pero sorpresivamente este se las ingenió para coger nieve del suelo y lanzarla directa a la boca del Arcanine, apagando así el fuego de esta. - ¿En serio...? - Morgiana suspiró y dejó caer sus hombros, pero luego recobró la postura. Snover no detuvo su ataque y provocó una Ventisca que hirió un poco bastante a Arcanine. - Vamos, tú puedes amigo. ¡Lanzallamas, otra vez! - le ordenó para acabar con ese molesto Snover.

El Snover cayó ante el último ataque de Arcanine. Morgiana suspiró, de nuevo saliendo de su boca más baho que un suspiro. Se frotó las manos y miró al frente. Sin duda hacia bastante frío. Arcanine estaba al límite ya, así que Morgiana optó por ya dejarlo descansar, y en su lugar sacar a Lucario para que acabara la batalla. Así hizo. - Buen trabajo, Arcanine. Gracias. - le dijo a la Pokeball y sonrió. Después lanzó la de Lucario y este salió estirando sus extremidades. - Lucario, acabemos con el último Pokémon. - en ese momento el rival lanzó su Pokeball del a cual salió un Beartic. - ¡Esfera aural! - le ordenó acto seguido, con el fin de ganar esa última batalla.

En las manos de Lucario fueron creándose esferas de poder que sólo él podía lograr hacer. De esta forma empezó a lanzarlas en dirección al Beartic, quien fue esquivándolas una a una mientras se acercaba peligrosamente a Lucario. Este afiló la mirada y no tardó en dar varios saltos hacia detrás, esquivando los zarpazos helados del oso polar. Lucario encontró un punto muerto donde pudo lanzar una Esfera aural que no pudo evitar. - Bien hecho. Ahora sigue con A bocajarro. - le ordenó seguidamente. Lucario la miro de reojo, pues no tenía tiempo para girarse, y asintió. Entonces miró al Beartic fijamente. No iba a retroceder ni dejarse vencer.

Lucario se posicionó en forma de batalla. Poniendo sus puños en frente a la altura de su cara, de medio lado y con una determinada mirada clavada en el enemigo. Tan solo con verle así hacía temblar a más de uno, y no por le frío precisamente. De pronto, a la voz de Morgiana, se lanzó a corre hasta el Beartic, y una vez llegado a escasos centímetros de este, le empezó a golpear con un combo de puñetazos y patadas que lo dejó tirado en el suelo. Un poco más y lo mata. El explorador rival temió. Morgiana sonrió. - Así se hace, Lucario, ¡buen trabajo! - le levantó el pulgar para demostrarle su aprobación y el otro sonrió tímidamente. - Sigamos con Garra metal, ¡sin parar! - le ordenó después.

Los pinchos de metal que tenía Lucario en los puños pasaron a convertirse en unas afiladas y amenazantes garras que empezaron estando a metros del Beartic para pasar a estar dentro de él, rasgándole los músculos internos sin compasión. Solo cuando su barra de HP llegó a 0 y cayo debilitado, Lucario sacó sus garras de su carne y se las devolvió a ser dos pinchos normales. Morgiana se acercó y le revolvió la cabeza, jugueteando con sus orejas. Acto seguido miró al Explorador, a quien había venido limpia y justamente. - Pues eso, dame la pasta que no tengo todo el día. - le exigió. El pobre chaval se la cedió con resignación y con eso Morgiana dejó el lugar, llevándose una buena victoria para el futuro.