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Personajes y conceptos de Pokémon no son propiedad del foro. Pokémon es perteneciente a Satoshi Tajiri y Nintendo.
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El libre albedrío que vive en el corazón de la lucha {Postulación a gym leader}
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El libre albedrío que vive en el corazón de la lucha {Postulación a gym leader}
Era un día apacible en Kurozu Town, una ciudad que nunca perdía su fiero espíritu guerrero pero en la que se respiraba una calma adquirida a través de la disciplina que se impartía a los niños desde bien jóvenes. El lugar en cuestión estaba rodeado por robustos gimnasios en los que también se adiestraba la mente y no sólamente se tonificaban los músculos. Como solía decir el refrán: Mens sana in corpore sano.
Allegra se había dirigido a uno de esos recintos con el fin de reforzar todos aquellos valores en la personalidad de sus pokémon, que eran cada cuál más extraño que el anterior. Sus peculiaridades les hacían especiales a los ojos de la coordinadora pero eso hacía que no se ajustasen a los comportamientos arquetípicos de cualquier psique normal, así que necesitarían una mayor dedicación. Allegra no se amilanó ante el reto que se presentaba ante su camino sino que lo tomó con alegría y entusiasmo, demostrando lo mucho que habían acertado sus padres al obsequiarla con tal nombre. Desde muy joven, siempre había sido una muchacha vivaz y llena de energía que llevaba las sonrisas y la diversión a todo lugar en que se presentase. Sus padres habían otorgado esa luz a su alma determinando su nombre, y ella había hecho honor a su elección en todo momento.
Nada más llegar, la muchacha se dirigió al recepcionista que se encargaba de atender el negocio, un tipo bajito y robusto cuyo cuerpo de culturista contenido en tan poca estatura le hacía parecer un ánfora humana con malas pulgas -Mujer, Allegra, cuánto tiempo sin verte. Me temía que estuvieses descuidando tus bíceps. ¿Qué será hoy? Quizás estaría bien un poco de bicicleta, boxeo o gimnasia rítmica.- sugirió él, contento de volver a ver a la clienta más fiel que jamás había tenido. De hecho, la cuenta bancaria de la familia Adenade-Rhambling estaba pagándole los estudios universitarios a la hija menor del pelirrojo. Allegra se tomó las caderas con las manos en jarras -Mike, Mike. Tus ambiciones siguen siendo tan cortas de miras, tan cortas, tan cortas... Como tu estatura.- se metió con él, echándole la lengua jovialmente, esperando aquella divertida y recurrente reacción de enfado en él que provocaba la hinchazón de la vena de su frente. Él la siguió hasta su posición actual, desligándose del mostrador tras el que solía permanecer mediante la atención de los clientes. Efectivamente, se notaba a leguas el palpitar de su vena y fruncía el ceño con tal ira que parecía haber comido guindillas a tropel. -Debería saber, la señorita, que los más letales venenos siempre vienen en frascos pequeños.- exclamó, alzando el puño por encima de su cabeza de modo reivindicativo y de desahogo de la rabia que le había provocado la jovencita.
Allegra rompió a reír y Mike carraspeó, tratando de tranquilizarse porque se había dado cuenta de que había caído de lleno, como un tonto, en otra más de sus chiquilladas. Ella se contuvo para no estallar en largas y profundas carcajadas ante él y se acercó al mostrador, hacia el que Mike se había comenzado a replegar. -El entrenamiento de hoy no es sólamente para mi. Tendrás que cobrarme por el uso de mis pokémon de la plataforma de combate doble.- le explicó, mientras él tomaba nota en una hoja y hacía las cuentas del precio manualmente, para hallar el total de su deuda por el uso de las instalaciones. -Le pasaré la cuenta a tus padres, para no variar. Estás hecha una despilfarradora.- la reprendió, con dejadez -Bien, acompáñame, te guiaré al ala oeste. Como en aquel entonces no tenías pokémon, nunca has estado allí. Qué tiempos aquellos, en los que los únicos combates que te interesaban eran los que acababan con piernas entumecidas y cuerpos amoratonados. Sin embargo, supongo que es parte de tu viaje hacia la madurez, y lo comprendo. Sólo me da nostalgia.- comentó él, durante el incómodo pero corto trayecto hacia la plataforma de combate doble. Ella lo escuchó atentamente, sabiendo que ambos sentían lo mismo al respecto de los viejos tiempos.
El lugar adonde habían llegado era un cuadrilátero de tierra que simulaba un entorno natural para favorecer al realismo de la competición. Había dos cabinas sin cubrir del todo en donde los entrenadores deberían de refugiarse, una a cada lado del campo, el cuál estaba partido por una línea divisoria blanca, emulando la forma de una poké ball atravesada por su propio diámetro. Allegra decidió no meterse en su cabina todavía, puesto que tenía que supervisar el entrenamiento de sus pokémon. Hacer el vago no era una opción, por muy placentero que fuese tan a menudo. Antes de sacarlos de sus poké balls, se dirigió a Mike, que ya estaba a punto de marcharse -¿Sabes? Yo no olvido las antiguas amistades, ni todo lo que han hecho por mi.- y le sonrió, con mayor calma de la habitual en ella. Acto seguido, le dio la espalda, percibiendo tras ello las pisadas de retirada de un satisfecho Mike, que comprendía que Allegra seguiría siendo la misma por mucho que madurase.
Una vez su cabello dejó de revolverse y volvió a su lugar habitual, sacó de su mochila todas las poké balls y las lanzó al aire. Su equipo pokémon al completo surgió de la nada: Addagio, el cumplido Gallade, un guerrero disciplinado y noble. Rondó, el activo y simiesco contendiente, tan ardiente como su cola de Infernape. Legato, el intimidante oso que no tiene rival, lo que debería esperarse de un Pangoro. Claves, la Breloom amable y jovial que nunca se deja vencer en un combate sin oponer resistencia. Mazurka, la Heracross más competitiva de toda su especia. Y Jazz, el Croagunk que se negaba a evolucionar y cuya tenebrosa y ponzoñosa sonrisa no dejaba a nadie indiferente. Todos ellos tenían su propio lado oculto pero aquellas eran sus características más salientables y el rol que solían adoptar al combatir.
Allegra tomó su vara de gimnasia rítmica, la maza que ella solía empuñar en batalla y con la que también transmitía emociones. Aunque cabría destacar que el hecho de apretarla y blandirla era algo que liberaba tensiones y emociones negativas. Les hizo ponerse en fila y saludar con una reverencia, algo que todos pudieron hacer con su aspecto medianamente antropomorfo, en el sentido de las extremidades, algo que era muy notable en los pokémon de tipo lucha. Ella lideró el precalentamiento y se puso delante de ellos, dándoles la espalda para que fuese más sencillo imitarla. Lo primero que hizo fue poner la puntera de su pie sobre el suelo y dar vueltas en círculo sobre ella para aflojar la tensión en los tobillos y permitir el despertar de los múculos y tendones próximos a una zona tan peliaguda. Los pokémon la imitaban en todo momento, con fidelidad a sus movimientos. Lo siguiente fue flexionar las rodillas y agarrarse el talón correspondiente hasta la nalga. Algunos de sus pokémon perdían el equilibrio al tratar de realizarlo pero ella era capaz de ello sin despeinarse. Al acabar de hacerlo varias veces con ambas piernas, meneó la cintura como si tuviese un hula-hop en ella pero con un brazo apoyado en el hueso de la cadera. En ambas direcciones se realizaron los giros y el siguiente ejercicio fue inclinar el torso hasta tocarse los dedos de los pies. Ese también ocasionó algunos problemas entre su team pero nada que no fuese superable finalmente. La espalda se estiró y entonces comenzó a sacudir las manos para espabilar sus muñecas. Parecían todos un escuadrón de pijas ricachonas y refinadas. Acto seguido, elevó su codo hasta alinearlo tras la nuca y presionó con el otro brazo, hasta que lo hizo varios pares de veces con cada brazo. Los hombros siguieron el mismo esquema rotatorio que la cintura y se vieron como un mal menor. El cuello giró en tantas direcciones que todos empezaban a asemejarse a una bandada de Noctowl. La cabeza era el último punto del calentamiento previo.
-Ahora que todos estamos preparados y hemos evitado en lo posible el riesgo de lesión, seréis agrupados por parejas. Sólamente podréis emplear movimientos de tipo lucha contra el rival y no iréis en serio, pues se trata de afinar la técnica.- les informó, puesto que corría el peligro de que se debilitasen entre ellos antes de llegar al final del entrenamiento, acto que hubiese sido de lo más penoso. Por ello, mejor especificar hasta el mínimo detalle -Yo estaré pendiente desde la distancia de todos vuestro movimientos, con total derecho a intervenir y corregiros, en caso de ser necesario. ¡Pero no os preocupéis! Lo haréis fenomenal, coleguis. Los emparejamientos son los siguientes: Addagio y Rondó, Mazurka y Claves, Jazz y Legato.- anunció y ellos se pusieron frente a su oponente correspondiente. Satisfecha, ella esbozó una discreta sonrisita. Se había puesto seria para que le hiciesen aún más caso, pero su mente demente seguía imaginándose absurdeces en su interior. Aunque sabía por qué había juntado a unos con los otros, seguía viéndolos como parejas un tanto ridículas.
La primera pareja eran Addagio y Rondó, cuyos cuerpos esbeltos se oponían el uno al otro con total insistencia. El hecho de que el Gallade y el Infernape poseyesen una agilidad similar y una altura y elasticidad comparables no hacía sino que se pusiesen a prueba contra un igual, era la prueba típica de los videojuegos de luchar contra un malvado clon de uno mismo. Se asestaban patadas y bloqueaban con brazos. Allegra se aproximó -Tché, tché, tché. Stop. Está bien que juguéis con la distancia pero eso no quiere decir que los puñetazos y ganchos estén descartados. Sed más listos que el oponente y asestad un golpe que merezca la pena. La fuerza bruta no lo es todo... ¡Y eso que lo digo yo, ja, jaaaá!.- y se marchó riéndose, aunque sin perderles de vista desde la distancia para controlar que intentaban realizar, en efecto, un juego de engaño para provocar el descuido del rival y aprovechar su desconcierto para golpear con fuerza.
Ya que lo estaban intentando, Allegra pasó a dedicarse a la segunda pareja: Mazurka y Claves. Las dos hembras de su equipo, Heracross y Breloom respectivamente; estaban deseosas de luchar y volvían a ser una pareja en igualdad de condiciones físicas, salvo por la ventaja de tipo que Mazurka tenía contra Claves -pese a que no sería empleada, ya que sólo estaban empleando ataques de tipo lucha-. Ésta última trataba de atinarle con ultrapuño pero Mazurka siempre se alejaba y le devolvía el golpe, sobretodo con el ataque demolición -Mazurka, dale un respiro. ¡Has estado perfecta! Claves, valoro tu perseverancia y te adoro como eres, pero recuerda que la gracia de los ataques rápidos sorpresa está en eso precisamente: En la sorpresa. Si no son inesperados, más te valdría optar por otra alternativa más viable.- le recomendó, a lo que ella respondió asintiendo la cabeza. Era muy asertiva y estaba sedienta de aprender de sus errores, lo que recondujo su actitud al instante.
La tercera y última pareja era la más problemática de todas: Jazz y Legato, el Croagunk antievolutivo y el enorme Pangoro. Mientras Legato trataba de acertar con un golpe en el cuerpo de Jazz, éste esquivaba los golpes pero no los devolvía. Un espectáculo lamentable, a decir verdad. Allegra elevó su maza y ambos pokémon se quedaron petrificados mirando -¡¿Se puede saber qué cuernos colorados está pasando aquí?! Por el amor de Arceus, que esto no es el "corre que te pillo". Atentos. Legato, si no eres capaz de acertar con el golpe de frente, no insistas con muchos más seguidos hacia dicho lado. Varía el punto de vista y lleva al adversario a tu terreno. Y tú, Jazz, por favor... Intenta hacer algo de provecho, no puedes sentarte a ver la vida pasar.- Legato tomó la orden y Jazz se rió por lo bajo, mientras ambos retomaban el entrenamiento. Como eran los que más le preocupaban, Alle se quedó vigilándolos con atención. Las cosas iban mejor por parte de Legato, que recurría a otras perspectivas de ataque que no consistiesen siempre en "la técnica del ariete", la que sólo consistía en empujar y golpear hasta derribar. Jazz había mejorado... A su manera. Aprovechaba los despistes de Legato para golpearle pero con menor potencia de la que cabría esperarse. Al menos, al ser tan difícil alcanzarle, no sería mala idea esa estrategia.
Al ver a los dos que más verdes estaban, fue hacia ellos, con el fin de dar la nueva noticia -Bien. Por ahora, todos menos Claves y Jazz podéis descansar. Sin embargo, vosotros os batiréis en un auténtico combate pokémon. Desalojaremos la pista y tendréis que derrotar al otro sin piedad. Y el que pierda... Recibirá un entrenamiento intensivo a mayores.- les comentó, con una sonrisa pícara con un aire retorcido. La miraron ambos exaltados, con los ojos abiertos de par en par y la mandíbula desencajada. No se podían creer tener que enfrentarse a tal prueba final y temían por la salud del contrincante. Ella les sonrió y se mantuvo observando desde la lejanía, junto al resto de sus fatigados pokémon.
Entonces, cada uno se situó en uno de los polos de la plataforma, encarando al oponente y esperando salvarse del suplicio que suponía el castigo de Allegra. Tenían libre albedrío y así sería cómo aprenderían a agudizar sus instintos, por mucho que luego acatasen las órdenes de su entrenadora. La disciplina era lo primero pero también primaba el aprendizaje individual.
Claves trató de azuzar con látigo cepa a Jazz, para mantenerlo lejos de ella, ya que temía a su macabra sonrisa y, por mucho que su bi-tipo hubiese sido suprimido en aquel combate, ella temía a los pokémon de tipo veneno. Su método disuasorio falló y Jazz se impulsó hacia ella aprovechando parte de su carga tóxica y fusionándola con onda certera. El golpe había fallado e impactado en el suelo, provocando salpicaduras de ácido venenoso que hicieron que Claves se retorciese de dolor. Alle se quedó anonadada, no esperaba tal capacidad táctica por parte de Jazz. Claves trató de impactar con ultrapuño y, aunque acertó, Jazz usó llave corsé. Habiendo absorbido el golpe, asumiendo todo su daño, elevó a Claves por las costillas y la retorció, antes de arrojarla al otro lado de la plataforma.
Claves se levantó, entumecida, con ánimo de seguir luchando, tan optimista como ella solía ser. A pesar de haber dañado a Jazz en una ocasión, todo jugaba en su contra y las heridas que él le había infligido eran superiores a la competencia que ella había podido ofrecer. Ambos en guardia, Claves utilizó el látigo cepa con éxito para imitar el movimiento de la llave corsé alrededor del cuerpo de Jazz, que se vio comprimido con la misma intensidad que él previamente había aplicado. Era una reacción interesante que seguía mostrando la gran capacidad de aquellos pokémon. Jazz se levantó y ambos se miraron con el desafío reluciendo en sus pupilas, incluso el vago de Jazz, que seguía manteniendo los párpados a medio cerrar.
Jazz trató de repetir la onda con carga tóxica pero Claves ya estaba prevenida y pudo esquivarla, apostándose en un lateral y usando bomba germen. Jazz tuvo que correr en círculos de una manera muy patosa para esquivar todos aquellos cañonados de explosivas semillas, siendo alcanzado igualmente por la penúltima. Cuando ella iba a rematarle, él impulsó su cuerpo sobre los músculos torácicos y lumbares, para luego posar sus manos tras su torso y elevarse en el aire. Así, la mandíbula de Claves se vio encajada por una potente patada salto alta, que la hizo salir despedida por los aires sin la menor compasión. Ella trató de levantarse pero él la remató con golpe karate y la dejó tirada en el suelo.
La entrenadora aplaudió, boquiabierta. Definitivamente había elegido un gran método de lucha al dejarles seguir su ritmo en un amplio escenario para combates dobles (pese a no haberlo empleado para ello ) -¡Grandioso! ¡¡¡Grandioso!!!.- y los demás pokémon del equipo se sumaron al aplauso y la ovación. Para que Claves no se sintiese excluída, acudió a sanarla con unas bayas y unas pociones, para luego guardar su maza. Tomó a cada uno de los valientes combatientes con una mano y los llevó consigo como una niña agarra la mano de sus amigos de infancia -Los dos habéis estado fenomenal. Estoy orgullosísima de vosotros. Vámonos, os compraré a todos un helado.- y emprendieron la marcha, seguidos del resto del team pokémon, que no querían perderse la merendola a base de helados con que Alle les iba a obsequiar por su meritorio esfuerzo.
Allegra se había dirigido a uno de esos recintos con el fin de reforzar todos aquellos valores en la personalidad de sus pokémon, que eran cada cuál más extraño que el anterior. Sus peculiaridades les hacían especiales a los ojos de la coordinadora pero eso hacía que no se ajustasen a los comportamientos arquetípicos de cualquier psique normal, así que necesitarían una mayor dedicación. Allegra no se amilanó ante el reto que se presentaba ante su camino sino que lo tomó con alegría y entusiasmo, demostrando lo mucho que habían acertado sus padres al obsequiarla con tal nombre. Desde muy joven, siempre había sido una muchacha vivaz y llena de energía que llevaba las sonrisas y la diversión a todo lugar en que se presentase. Sus padres habían otorgado esa luz a su alma determinando su nombre, y ella había hecho honor a su elección en todo momento.
Nada más llegar, la muchacha se dirigió al recepcionista que se encargaba de atender el negocio, un tipo bajito y robusto cuyo cuerpo de culturista contenido en tan poca estatura le hacía parecer un ánfora humana con malas pulgas -Mujer, Allegra, cuánto tiempo sin verte. Me temía que estuvieses descuidando tus bíceps. ¿Qué será hoy? Quizás estaría bien un poco de bicicleta, boxeo o gimnasia rítmica.- sugirió él, contento de volver a ver a la clienta más fiel que jamás había tenido. De hecho, la cuenta bancaria de la familia Adenade-Rhambling estaba pagándole los estudios universitarios a la hija menor del pelirrojo. Allegra se tomó las caderas con las manos en jarras -Mike, Mike. Tus ambiciones siguen siendo tan cortas de miras, tan cortas, tan cortas... Como tu estatura.- se metió con él, echándole la lengua jovialmente, esperando aquella divertida y recurrente reacción de enfado en él que provocaba la hinchazón de la vena de su frente. Él la siguió hasta su posición actual, desligándose del mostrador tras el que solía permanecer mediante la atención de los clientes. Efectivamente, se notaba a leguas el palpitar de su vena y fruncía el ceño con tal ira que parecía haber comido guindillas a tropel. -Debería saber, la señorita, que los más letales venenos siempre vienen en frascos pequeños.- exclamó, alzando el puño por encima de su cabeza de modo reivindicativo y de desahogo de la rabia que le había provocado la jovencita.
Allegra rompió a reír y Mike carraspeó, tratando de tranquilizarse porque se había dado cuenta de que había caído de lleno, como un tonto, en otra más de sus chiquilladas. Ella se contuvo para no estallar en largas y profundas carcajadas ante él y se acercó al mostrador, hacia el que Mike se había comenzado a replegar. -El entrenamiento de hoy no es sólamente para mi. Tendrás que cobrarme por el uso de mis pokémon de la plataforma de combate doble.- le explicó, mientras él tomaba nota en una hoja y hacía las cuentas del precio manualmente, para hallar el total de su deuda por el uso de las instalaciones. -Le pasaré la cuenta a tus padres, para no variar. Estás hecha una despilfarradora.- la reprendió, con dejadez -Bien, acompáñame, te guiaré al ala oeste. Como en aquel entonces no tenías pokémon, nunca has estado allí. Qué tiempos aquellos, en los que los únicos combates que te interesaban eran los que acababan con piernas entumecidas y cuerpos amoratonados. Sin embargo, supongo que es parte de tu viaje hacia la madurez, y lo comprendo. Sólo me da nostalgia.- comentó él, durante el incómodo pero corto trayecto hacia la plataforma de combate doble. Ella lo escuchó atentamente, sabiendo que ambos sentían lo mismo al respecto de los viejos tiempos.
El lugar adonde habían llegado era un cuadrilátero de tierra que simulaba un entorno natural para favorecer al realismo de la competición. Había dos cabinas sin cubrir del todo en donde los entrenadores deberían de refugiarse, una a cada lado del campo, el cuál estaba partido por una línea divisoria blanca, emulando la forma de una poké ball atravesada por su propio diámetro. Allegra decidió no meterse en su cabina todavía, puesto que tenía que supervisar el entrenamiento de sus pokémon. Hacer el vago no era una opción, por muy placentero que fuese tan a menudo. Antes de sacarlos de sus poké balls, se dirigió a Mike, que ya estaba a punto de marcharse -¿Sabes? Yo no olvido las antiguas amistades, ni todo lo que han hecho por mi.- y le sonrió, con mayor calma de la habitual en ella. Acto seguido, le dio la espalda, percibiendo tras ello las pisadas de retirada de un satisfecho Mike, que comprendía que Allegra seguiría siendo la misma por mucho que madurase.
Una vez su cabello dejó de revolverse y volvió a su lugar habitual, sacó de su mochila todas las poké balls y las lanzó al aire. Su equipo pokémon al completo surgió de la nada: Addagio, el cumplido Gallade, un guerrero disciplinado y noble. Rondó, el activo y simiesco contendiente, tan ardiente como su cola de Infernape. Legato, el intimidante oso que no tiene rival, lo que debería esperarse de un Pangoro. Claves, la Breloom amable y jovial que nunca se deja vencer en un combate sin oponer resistencia. Mazurka, la Heracross más competitiva de toda su especia. Y Jazz, el Croagunk que se negaba a evolucionar y cuya tenebrosa y ponzoñosa sonrisa no dejaba a nadie indiferente. Todos ellos tenían su propio lado oculto pero aquellas eran sus características más salientables y el rol que solían adoptar al combatir.
Allegra tomó su vara de gimnasia rítmica, la maza que ella solía empuñar en batalla y con la que también transmitía emociones. Aunque cabría destacar que el hecho de apretarla y blandirla era algo que liberaba tensiones y emociones negativas. Les hizo ponerse en fila y saludar con una reverencia, algo que todos pudieron hacer con su aspecto medianamente antropomorfo, en el sentido de las extremidades, algo que era muy notable en los pokémon de tipo lucha. Ella lideró el precalentamiento y se puso delante de ellos, dándoles la espalda para que fuese más sencillo imitarla. Lo primero que hizo fue poner la puntera de su pie sobre el suelo y dar vueltas en círculo sobre ella para aflojar la tensión en los tobillos y permitir el despertar de los múculos y tendones próximos a una zona tan peliaguda. Los pokémon la imitaban en todo momento, con fidelidad a sus movimientos. Lo siguiente fue flexionar las rodillas y agarrarse el talón correspondiente hasta la nalga. Algunos de sus pokémon perdían el equilibrio al tratar de realizarlo pero ella era capaz de ello sin despeinarse. Al acabar de hacerlo varias veces con ambas piernas, meneó la cintura como si tuviese un hula-hop en ella pero con un brazo apoyado en el hueso de la cadera. En ambas direcciones se realizaron los giros y el siguiente ejercicio fue inclinar el torso hasta tocarse los dedos de los pies. Ese también ocasionó algunos problemas entre su team pero nada que no fuese superable finalmente. La espalda se estiró y entonces comenzó a sacudir las manos para espabilar sus muñecas. Parecían todos un escuadrón de pijas ricachonas y refinadas. Acto seguido, elevó su codo hasta alinearlo tras la nuca y presionó con el otro brazo, hasta que lo hizo varios pares de veces con cada brazo. Los hombros siguieron el mismo esquema rotatorio que la cintura y se vieron como un mal menor. El cuello giró en tantas direcciones que todos empezaban a asemejarse a una bandada de Noctowl. La cabeza era el último punto del calentamiento previo.
-Ahora que todos estamos preparados y hemos evitado en lo posible el riesgo de lesión, seréis agrupados por parejas. Sólamente podréis emplear movimientos de tipo lucha contra el rival y no iréis en serio, pues se trata de afinar la técnica.- les informó, puesto que corría el peligro de que se debilitasen entre ellos antes de llegar al final del entrenamiento, acto que hubiese sido de lo más penoso. Por ello, mejor especificar hasta el mínimo detalle -Yo estaré pendiente desde la distancia de todos vuestro movimientos, con total derecho a intervenir y corregiros, en caso de ser necesario. ¡Pero no os preocupéis! Lo haréis fenomenal, coleguis. Los emparejamientos son los siguientes: Addagio y Rondó, Mazurka y Claves, Jazz y Legato.- anunció y ellos se pusieron frente a su oponente correspondiente. Satisfecha, ella esbozó una discreta sonrisita. Se había puesto seria para que le hiciesen aún más caso, pero su mente demente seguía imaginándose absurdeces en su interior. Aunque sabía por qué había juntado a unos con los otros, seguía viéndolos como parejas un tanto ridículas.
La primera pareja eran Addagio y Rondó, cuyos cuerpos esbeltos se oponían el uno al otro con total insistencia. El hecho de que el Gallade y el Infernape poseyesen una agilidad similar y una altura y elasticidad comparables no hacía sino que se pusiesen a prueba contra un igual, era la prueba típica de los videojuegos de luchar contra un malvado clon de uno mismo. Se asestaban patadas y bloqueaban con brazos. Allegra se aproximó -Tché, tché, tché. Stop. Está bien que juguéis con la distancia pero eso no quiere decir que los puñetazos y ganchos estén descartados. Sed más listos que el oponente y asestad un golpe que merezca la pena. La fuerza bruta no lo es todo... ¡Y eso que lo digo yo, ja, jaaaá!.- y se marchó riéndose, aunque sin perderles de vista desde la distancia para controlar que intentaban realizar, en efecto, un juego de engaño para provocar el descuido del rival y aprovechar su desconcierto para golpear con fuerza.
Ya que lo estaban intentando, Allegra pasó a dedicarse a la segunda pareja: Mazurka y Claves. Las dos hembras de su equipo, Heracross y Breloom respectivamente; estaban deseosas de luchar y volvían a ser una pareja en igualdad de condiciones físicas, salvo por la ventaja de tipo que Mazurka tenía contra Claves -pese a que no sería empleada, ya que sólo estaban empleando ataques de tipo lucha-. Ésta última trataba de atinarle con ultrapuño pero Mazurka siempre se alejaba y le devolvía el golpe, sobretodo con el ataque demolición -Mazurka, dale un respiro. ¡Has estado perfecta! Claves, valoro tu perseverancia y te adoro como eres, pero recuerda que la gracia de los ataques rápidos sorpresa está en eso precisamente: En la sorpresa. Si no son inesperados, más te valdría optar por otra alternativa más viable.- le recomendó, a lo que ella respondió asintiendo la cabeza. Era muy asertiva y estaba sedienta de aprender de sus errores, lo que recondujo su actitud al instante.
La tercera y última pareja era la más problemática de todas: Jazz y Legato, el Croagunk antievolutivo y el enorme Pangoro. Mientras Legato trataba de acertar con un golpe en el cuerpo de Jazz, éste esquivaba los golpes pero no los devolvía. Un espectáculo lamentable, a decir verdad. Allegra elevó su maza y ambos pokémon se quedaron petrificados mirando -¡¿Se puede saber qué cuernos colorados está pasando aquí?! Por el amor de Arceus, que esto no es el "corre que te pillo". Atentos. Legato, si no eres capaz de acertar con el golpe de frente, no insistas con muchos más seguidos hacia dicho lado. Varía el punto de vista y lleva al adversario a tu terreno. Y tú, Jazz, por favor... Intenta hacer algo de provecho, no puedes sentarte a ver la vida pasar.- Legato tomó la orden y Jazz se rió por lo bajo, mientras ambos retomaban el entrenamiento. Como eran los que más le preocupaban, Alle se quedó vigilándolos con atención. Las cosas iban mejor por parte de Legato, que recurría a otras perspectivas de ataque que no consistiesen siempre en "la técnica del ariete", la que sólo consistía en empujar y golpear hasta derribar. Jazz había mejorado... A su manera. Aprovechaba los despistes de Legato para golpearle pero con menor potencia de la que cabría esperarse. Al menos, al ser tan difícil alcanzarle, no sería mala idea esa estrategia.
Al ver a los dos que más verdes estaban, fue hacia ellos, con el fin de dar la nueva noticia -Bien. Por ahora, todos menos Claves y Jazz podéis descansar. Sin embargo, vosotros os batiréis en un auténtico combate pokémon. Desalojaremos la pista y tendréis que derrotar al otro sin piedad. Y el que pierda... Recibirá un entrenamiento intensivo a mayores.- les comentó, con una sonrisa pícara con un aire retorcido. La miraron ambos exaltados, con los ojos abiertos de par en par y la mandíbula desencajada. No se podían creer tener que enfrentarse a tal prueba final y temían por la salud del contrincante. Ella les sonrió y se mantuvo observando desde la lejanía, junto al resto de sus fatigados pokémon.
Entonces, cada uno se situó en uno de los polos de la plataforma, encarando al oponente y esperando salvarse del suplicio que suponía el castigo de Allegra. Tenían libre albedrío y así sería cómo aprenderían a agudizar sus instintos, por mucho que luego acatasen las órdenes de su entrenadora. La disciplina era lo primero pero también primaba el aprendizaje individual.
Claves trató de azuzar con látigo cepa a Jazz, para mantenerlo lejos de ella, ya que temía a su macabra sonrisa y, por mucho que su bi-tipo hubiese sido suprimido en aquel combate, ella temía a los pokémon de tipo veneno. Su método disuasorio falló y Jazz se impulsó hacia ella aprovechando parte de su carga tóxica y fusionándola con onda certera. El golpe había fallado e impactado en el suelo, provocando salpicaduras de ácido venenoso que hicieron que Claves se retorciese de dolor. Alle se quedó anonadada, no esperaba tal capacidad táctica por parte de Jazz. Claves trató de impactar con ultrapuño y, aunque acertó, Jazz usó llave corsé. Habiendo absorbido el golpe, asumiendo todo su daño, elevó a Claves por las costillas y la retorció, antes de arrojarla al otro lado de la plataforma.
Claves se levantó, entumecida, con ánimo de seguir luchando, tan optimista como ella solía ser. A pesar de haber dañado a Jazz en una ocasión, todo jugaba en su contra y las heridas que él le había infligido eran superiores a la competencia que ella había podido ofrecer. Ambos en guardia, Claves utilizó el látigo cepa con éxito para imitar el movimiento de la llave corsé alrededor del cuerpo de Jazz, que se vio comprimido con la misma intensidad que él previamente había aplicado. Era una reacción interesante que seguía mostrando la gran capacidad de aquellos pokémon. Jazz se levantó y ambos se miraron con el desafío reluciendo en sus pupilas, incluso el vago de Jazz, que seguía manteniendo los párpados a medio cerrar.
Jazz trató de repetir la onda con carga tóxica pero Claves ya estaba prevenida y pudo esquivarla, apostándose en un lateral y usando bomba germen. Jazz tuvo que correr en círculos de una manera muy patosa para esquivar todos aquellos cañonados de explosivas semillas, siendo alcanzado igualmente por la penúltima. Cuando ella iba a rematarle, él impulsó su cuerpo sobre los músculos torácicos y lumbares, para luego posar sus manos tras su torso y elevarse en el aire. Así, la mandíbula de Claves se vio encajada por una potente patada salto alta, que la hizo salir despedida por los aires sin la menor compasión. Ella trató de levantarse pero él la remató con golpe karate y la dejó tirada en el suelo.
La entrenadora aplaudió, boquiabierta. Definitivamente había elegido un gran método de lucha al dejarles seguir su ritmo en un amplio escenario para combates dobles (pese a no haberlo empleado para ello ) -¡Grandioso! ¡¡¡Grandioso!!!.- y los demás pokémon del equipo se sumaron al aplauso y la ovación. Para que Claves no se sintiese excluída, acudió a sanarla con unas bayas y unas pociones, para luego guardar su maza. Tomó a cada uno de los valientes combatientes con una mano y los llevó consigo como una niña agarra la mano de sus amigos de infancia -Los dos habéis estado fenomenal. Estoy orgullosísima de vosotros. Vámonos, os compraré a todos un helado.- y emprendieron la marcha, seguidos del resto del team pokémon, que no querían perderse la merendola a base de helados con que Alle les iba a obsequiar por su meritorio esfuerzo.
Allegra Adenade- Líder de Gimnasio
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