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Toda una basta y amplia región donde se puede circular tranquilamente, y en paz. Actualmente, algunos pokémon legendario comenzaron a despertar de su largo sueño por una fuerza extraña que los provoca a surgir y causar destrucción.
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Personajes y conceptos de Pokémon no son propiedad del foro. Pokémon es perteneciente a Satoshi Tajiri y Nintendo.
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Snow pretty snow {Priv, Mission}
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Snow pretty snow {Priv, Mission}
Mi viaje estaba siendo de lo más placentero hasta la fecha en realidad es por eso que iba a tomarme mi tiempo para visitar las tierras más heladas de todas, claramente se trataba de la ciudad Diamond. Se le conocía por ser helada como ella sola, pero últimamente casi nadie va hacía allá por razones que no han querido contar, algunos en el centro pokémon de Pira Town e dijeron que no me volverían a ver si venía por estos lados pero otros me dijeron que rezarían por mi para que nada malo me pasase ni nada por el estilo. Una anciana me dijo que mi destino se veía manchado con sangre por motivos extraños, en realidad recordar toda las barbaridades Que me dijeron me daba más ganas de conocer el sitio y saber que pasa. Era por eso que decidí venir, estaba a un paso de aquel lugar, al poner ya el pie encima sabría que pasa por aquí.
Cómo buen hombre precavido traje a mis pokemon de fuego, digamos que mi equipo en estos momentos era; Lucario, Infernape, Emboar, Fennekin y Eevee. No necesitaba un sexto ni traer a mi Garchomp a este sitio, los dragones se sienten intimidados por semejante frío fue por eso que el mismo se quedó en el storage a la espera de mi siguiente aventura. Sí, ya teniendo a mis pokémon elegidos procedí a dar el primer paso en el pueblo, bastante silencioso por lo menos, no había nadie en el lugar que me recibiera e incluso los niños jugaban dentro de sus casas, no sabía nada de un centro pokémon aquí, no había nadie a quien preguntar ni mucho menos, me tocaría investigar por mi cuenta antes de congelarme aquí.
Caminé durante media hora buscando el maldito centro pokémon pero antes de encontrarlo la enfermera que atendía me observó, no conocía mi rostro por eso supo que era un entrenador viajero, decidió por su cuenta llevarme donde ella estaba, sino jamás llegaría ahí. Fui con ella caminando pero le preguntaba sobre lo que pasaba a lo que me respondía con silencio pero no sin antes mirar a todos lados, seguramente algo más se escondía detrás de esto. Me miraba con esos ojos bellos pero sin decir nada de lo que sucedía, como si esas orbes quisieran contarme de todo pero algo se los impedía, me preguntaba si era más bien un secreto de estado o que carajos pasaba. Era más evidente que no me diría nada hasta estar a solas, claro aquí nos podían oír y las personas al verme como extranjero más se asombraban, algunos querían venir a mi pero eran detenidos por otros, escondían algo.
Estando ya en el centro pokémon lo primero que pasó fue que ella me tomó de la mano llevandome a la zona donde se puede comer, ahí me hizo sentarme enfrente, yo dejé mi mochila a un lado mientras que esperaba a que hablase, estaba más que claro que las cosas aquí iban en secreto como si no gustasen que la verdad saliera a la luz y fuera a dar con las personas del extranjero o algo por el estilo, no sé. Seguía elucubrando cosas por ahora. Iba a pensar en otra conspiración cuando su voz salió a la luz, tenue e incluso temerosa. - N-no deberías estar aquí. Este pueblo está maldito, no sabemos que hacer. - Presté la debida atención, puse mi dedo índice en mi mentón para luego reflexionar un poco más, bufé ante las palabras de la mujer del cabello rosado. Sonreí sin más y procedí a darle mi respuesta. - Me gustan los misterios, no me iré hasta que me cuentes todo lo que pasa aquí. - La mujer se sorprendió parece que casi nadie reaccionaba como yo tras que le dijeran esas palabras e intentaran matarle de miedo en sí. Iba a ceder en sus palabras o éso pensé pero me sorprendió más su respuesta. - Si te involucras morirás... Y..- Ante esas palabras golpeé la mesa un poco con mis ojos cerrados, le iba a interrumpir y no sólo con aquel gesto sino que además con palabras. - No me interesa. Quiero saber y solucionar esto. Seguro un fuerte pokémon está detrás no sé.. No puedo quedarme con las dudas, de nada. Me encanta el saber. Ahora dime por favor. - Dije levantándome posando mis manos en sus hombros agachando un poco mi torso a su altura para verle fijamente a sus almendradas orbes. Ella tragó saliva y procedió a responder en voz baja. - Ve ha hablar con el anciano del templo. Él te dirá.. cuídate. - Me dispuse a dar la vuelta cuando le escuché en su totalidad, el cuídate lo dijo en voz muy baja mirando al suelo por lo que podrá imaginar cuan inaudible fue para mi pero no importaba, ahora tenía que ponerle fin a todo esto.
Cuándo salí y estaba por cerrar la puerta la muchacha me entregó un paquete con unas pociones además de un bento para luego, le agradecí inclinando un poco mi cuerpo para así después sólo salir en la dirección del templo que se veía a la distancia. Comencé a correr sin importarme mucho, sólo quería apresurarme en saber todo, cuando varios me vieron correr y más en la dirección donde iba se quedaron pasmados en sí. Primera vez seguro que veían a un extranjero entrometerse con asuntos tan internos, cómo sea por ahora da igual. Me quedaba cada vez menos para llegar a mi destino pero de pronto observé la sombra de un enorme pokémon mirando desde lejos que de apoco desapareció, no entendía para nada pero bueno ya me quedaba unos escalones. Llegué arriba con el aliento casi expirando, el anciano que ahí estaba me quedó mirando.
- No eres de por aquí, deberías irte. - Me dijo con ése ánimo típico de los que sus primaveras ya se están agotando. Le miré de soslayo ante semejante respuesta por parte de él. Me dirigí hacia enfrente de él, me senté en una posición para rezar de la antigua Asia para darle respeto y ahí mismo le respondí. - Sé que pasan cosas y quiero saber cuales son, mi intención es ayudar, no escapar. - Le respondí con firmeza en cada una de mis afirmaciones, sólo el podía saciar mi sed de saber para ver en que ayudaba en realidad. El me miró y tomó una taza de té para servirme en la misma, un cálido brebaje de tonalidad verdosa con una fragancia digna de ser la bebida de los dioses. Me miró y simplemente al terminar de hacer aquello miró el cielo.
Se estaba tomando su tiempo para responder pero comenzó a hablar de apoco, al parecer sería una historia trágica para el pueblo. Si me metía muy afondo en esto terminaré involucrándome que es lo que gusto, por eso hago todo esto no por nada más. - El pueblo está siendo victima de ataques de pokémon salvajes. Liderados por un Abomasnow enorme. Son sangrientos en su actuar, tenemos que escondernos pero aún así es peligroso.. en el pueblo no hay entrenador alguno que haya podido con estos. Todos los que han intentado ir en su caza, no llegan. Sólo llegan sus pokémon malheridos. Los extranjeros que han venido tampoco pudieron...además odian a los entrenadores de otros sitios... Por eso es peligroso, seguro ya saben de tu estadía. - Mencionó de apoco, yo pensé un tanto en lo que me había dicho ya que en realidad un grupo de pokémon violentos no era muy importante por ahora. En realidad todo era perfecto para mi, pokémon violentos y del tipo hielo, quizás pueda usarles para que mis chicos de fuego entrenen un poco o quizás para que Eevee evolucione. Di un sobro que llegué a tomar todo el té de un sorbo. Le miré pero levantándome de mi posición para decir unas palabras. - No se preocupe, me encargaré de esto. - Agregué con seguridad en mis palabras puesto que éso era lo que buscaba además de que seguro que el anciano quería que unos jóvenes entrenadores se encargaran del dilema, para convertirse así en los salvadores y traer una paz a este lugar.
Una vez que me levanté un fuerte temblor comenzó en todo el pueblo, las personas se comenzaron a esconder mientras que el anciano en voz baja me añadió que ahí venían los Abomasnow. Ya sabían de mi presencia en el lugar debería prepararme para el combate, tenía a mis pokémon listos para el combate en sí. No quedaba mucho más para que ellos llegaran, el temblor seguía y los pasos lentos de esas abominaciones se sentían entre las montañas, venían lo más rápido que podían y al parecer me tocaría enfrentarme a estos sólo sin la ayuda de otro entrenador valiente, no me importaba pero me sorprendía la falta de huevos que tenían por acá, seguro tenían los cojones congelados con tantos grados bajo cero.
Cómo buen hombre precavido traje a mis pokemon de fuego, digamos que mi equipo en estos momentos era; Lucario, Infernape, Emboar, Fennekin y Eevee. No necesitaba un sexto ni traer a mi Garchomp a este sitio, los dragones se sienten intimidados por semejante frío fue por eso que el mismo se quedó en el storage a la espera de mi siguiente aventura. Sí, ya teniendo a mis pokémon elegidos procedí a dar el primer paso en el pueblo, bastante silencioso por lo menos, no había nadie en el lugar que me recibiera e incluso los niños jugaban dentro de sus casas, no sabía nada de un centro pokémon aquí, no había nadie a quien preguntar ni mucho menos, me tocaría investigar por mi cuenta antes de congelarme aquí.
Caminé durante media hora buscando el maldito centro pokémon pero antes de encontrarlo la enfermera que atendía me observó, no conocía mi rostro por eso supo que era un entrenador viajero, decidió por su cuenta llevarme donde ella estaba, sino jamás llegaría ahí. Fui con ella caminando pero le preguntaba sobre lo que pasaba a lo que me respondía con silencio pero no sin antes mirar a todos lados, seguramente algo más se escondía detrás de esto. Me miraba con esos ojos bellos pero sin decir nada de lo que sucedía, como si esas orbes quisieran contarme de todo pero algo se los impedía, me preguntaba si era más bien un secreto de estado o que carajos pasaba. Era más evidente que no me diría nada hasta estar a solas, claro aquí nos podían oír y las personas al verme como extranjero más se asombraban, algunos querían venir a mi pero eran detenidos por otros, escondían algo.
Estando ya en el centro pokémon lo primero que pasó fue que ella me tomó de la mano llevandome a la zona donde se puede comer, ahí me hizo sentarme enfrente, yo dejé mi mochila a un lado mientras que esperaba a que hablase, estaba más que claro que las cosas aquí iban en secreto como si no gustasen que la verdad saliera a la luz y fuera a dar con las personas del extranjero o algo por el estilo, no sé. Seguía elucubrando cosas por ahora. Iba a pensar en otra conspiración cuando su voz salió a la luz, tenue e incluso temerosa. - N-no deberías estar aquí. Este pueblo está maldito, no sabemos que hacer. - Presté la debida atención, puse mi dedo índice en mi mentón para luego reflexionar un poco más, bufé ante las palabras de la mujer del cabello rosado. Sonreí sin más y procedí a darle mi respuesta. - Me gustan los misterios, no me iré hasta que me cuentes todo lo que pasa aquí. - La mujer se sorprendió parece que casi nadie reaccionaba como yo tras que le dijeran esas palabras e intentaran matarle de miedo en sí. Iba a ceder en sus palabras o éso pensé pero me sorprendió más su respuesta. - Si te involucras morirás... Y..- Ante esas palabras golpeé la mesa un poco con mis ojos cerrados, le iba a interrumpir y no sólo con aquel gesto sino que además con palabras. - No me interesa. Quiero saber y solucionar esto. Seguro un fuerte pokémon está detrás no sé.. No puedo quedarme con las dudas, de nada. Me encanta el saber. Ahora dime por favor. - Dije levantándome posando mis manos en sus hombros agachando un poco mi torso a su altura para verle fijamente a sus almendradas orbes. Ella tragó saliva y procedió a responder en voz baja. - Ve ha hablar con el anciano del templo. Él te dirá.. cuídate. - Me dispuse a dar la vuelta cuando le escuché en su totalidad, el cuídate lo dijo en voz muy baja mirando al suelo por lo que podrá imaginar cuan inaudible fue para mi pero no importaba, ahora tenía que ponerle fin a todo esto.
Cuándo salí y estaba por cerrar la puerta la muchacha me entregó un paquete con unas pociones además de un bento para luego, le agradecí inclinando un poco mi cuerpo para así después sólo salir en la dirección del templo que se veía a la distancia. Comencé a correr sin importarme mucho, sólo quería apresurarme en saber todo, cuando varios me vieron correr y más en la dirección donde iba se quedaron pasmados en sí. Primera vez seguro que veían a un extranjero entrometerse con asuntos tan internos, cómo sea por ahora da igual. Me quedaba cada vez menos para llegar a mi destino pero de pronto observé la sombra de un enorme pokémon mirando desde lejos que de apoco desapareció, no entendía para nada pero bueno ya me quedaba unos escalones. Llegué arriba con el aliento casi expirando, el anciano que ahí estaba me quedó mirando.
- No eres de por aquí, deberías irte. - Me dijo con ése ánimo típico de los que sus primaveras ya se están agotando. Le miré de soslayo ante semejante respuesta por parte de él. Me dirigí hacia enfrente de él, me senté en una posición para rezar de la antigua Asia para darle respeto y ahí mismo le respondí. - Sé que pasan cosas y quiero saber cuales son, mi intención es ayudar, no escapar. - Le respondí con firmeza en cada una de mis afirmaciones, sólo el podía saciar mi sed de saber para ver en que ayudaba en realidad. El me miró y tomó una taza de té para servirme en la misma, un cálido brebaje de tonalidad verdosa con una fragancia digna de ser la bebida de los dioses. Me miró y simplemente al terminar de hacer aquello miró el cielo.
Se estaba tomando su tiempo para responder pero comenzó a hablar de apoco, al parecer sería una historia trágica para el pueblo. Si me metía muy afondo en esto terminaré involucrándome que es lo que gusto, por eso hago todo esto no por nada más. - El pueblo está siendo victima de ataques de pokémon salvajes. Liderados por un Abomasnow enorme. Son sangrientos en su actuar, tenemos que escondernos pero aún así es peligroso.. en el pueblo no hay entrenador alguno que haya podido con estos. Todos los que han intentado ir en su caza, no llegan. Sólo llegan sus pokémon malheridos. Los extranjeros que han venido tampoco pudieron...además odian a los entrenadores de otros sitios... Por eso es peligroso, seguro ya saben de tu estadía. - Mencionó de apoco, yo pensé un tanto en lo que me había dicho ya que en realidad un grupo de pokémon violentos no era muy importante por ahora. En realidad todo era perfecto para mi, pokémon violentos y del tipo hielo, quizás pueda usarles para que mis chicos de fuego entrenen un poco o quizás para que Eevee evolucione. Di un sobro que llegué a tomar todo el té de un sorbo. Le miré pero levantándome de mi posición para decir unas palabras. - No se preocupe, me encargaré de esto. - Agregué con seguridad en mis palabras puesto que éso era lo que buscaba además de que seguro que el anciano quería que unos jóvenes entrenadores se encargaran del dilema, para convertirse así en los salvadores y traer una paz a este lugar.
Una vez que me levanté un fuerte temblor comenzó en todo el pueblo, las personas se comenzaron a esconder mientras que el anciano en voz baja me añadió que ahí venían los Abomasnow. Ya sabían de mi presencia en el lugar debería prepararme para el combate, tenía a mis pokémon listos para el combate en sí. No quedaba mucho más para que ellos llegaran, el temblor seguía y los pasos lentos de esas abominaciones se sentían entre las montañas, venían lo más rápido que podían y al parecer me tocaría enfrentarme a estos sólo sin la ayuda de otro entrenador valiente, no me importaba pero me sorprendía la falta de huevos que tenían por acá, seguro tenían los cojones congelados con tantos grados bajo cero.
Abel Ackermann- Entrenador
- Mensajes : 193
Fecha de inscripción : 22/04/2014
Edad : 29
Localización : Nobody know.
Re: Snow pretty snow {Priv, Mission}
Llegado al punto de haber conseguido una mayor cantidad de Pokémon de los necesarios para formar un equipo, me vi en la necesidad de salir a buscar algún reto que pruebe nuestra destreza como camaradas ante una situación de conflicto cuya resolución requiriese de gran habilidad. Por esta razón al salir de Pira Town, y antes de continuar hacia una atracción turística y recreativa para conocer nuevos Pokémon, tomé una ruta diferente para entrelazar el camino con varios destinos muy mencionados por la gente que he conocido a lo largo de mi aventura, entre los cuales estaba el Santuario de Alexandrite Valley además de un Templo a lo alto de un monte que se localizaba en Diamond City, razón por la cual decidí dar con el primero para ver con que sorpresas pudiese toparme. Uno nunca sabe, pero en una de esas podría hasta encontrarme con algún líder de gimnasio o incluso un miembro de la élite, estos últimos de los cuales se rumorea que acostumbran a deambular por toda la región ante la poca demanda de su presencia en sus puestos. Pensando bien esto de la falta de retadores para los miembros de la élite hacía a uno replantearse su camino y querer esforzarse aun más por ocupar ese espacio que en estos pocos tiempos se ha ido dejando tanto de lado, fuese por la falta de entrenadores con gran habilidad o a causa del nivel tan superior de los líderes de gimnasio. Cualquiera de las dos daban que pensar en que no se debe tomar a la ligera esto de llegar a ser campeón de la región, por ello el motivo de este viaje, el encontrar gente fuerte que me ayude a crecer como entrenador actualmente era mi prioridad e indudablemente hallaría algo en estos sitios nombrados anteriormente.
El camino fue largo, mas no demasiado duradero en vista que logré conseguir un aventón hacia la ciudad llegando así pasado el mediodía, y la vista de la zona realmente me sorprendió, esto debido a que nunca había estado en la ciudad y ver lo opuesto de su imagen a la que tenía en mi mente me dejaba anonadado. Al no ser conocedor de los Pokémon tipo dragones, aun teniendo uno de un nivel tan superior como lo era mi hermoso e impávido machazo alfa de Garchomp, la visión de una ciudad con dragones para mi se asimilaba más a una isla volcánica que a esto, pero sin dar mucha importancia a aquello continué directo al Santuario siempre junto a Sophie a mi lado. A medida que avanzábamos por las escaleras directo al elevado Santuario se lograba sentir una brisa como ninguna otra, la paz se apoderaba de todo mi ser, y así tras varios agotadores escalones pudimos dar con nuestro primer destino. Simplemente con elevar un poco la mirada se podía apreciar tal majestuosidad emanada por este sitio, el ver a los dragones volando o incluso descansando en las cercanías del Santuario con tanta calma me daba una imagen diferente de los mismos y de seguro me ayudaría a forjar una mejor relación con mi Pokémon dragón. Toshio amaría este sitio, lo traeré en otra ocasión. - Expulsé tal frase con un tono suave y gran calma, para luego proceder a buscar alguna persona en el templo en lo que apareció ante mi un enorme Salamence y sobre él quien aparentaba ser su entrenador. Al carecer de tiempo acorté la historia con aquel muchacho, comentándole mis razones de aparecerme en el Santuario a lo que me comentó lo poco que sabía sobre los rumores de los Templos que rondan la región, mencionando el que se encontraba ubicado en Diamond City. Dichas palabras, que mencionaron un problema de convivencia en la población, bastaron para convencerme de echar un vistazo en esa helada ubicación sin preocuparme por los resultados de mi búsqueda.
Allí estaba yo, en camino a Diamond City donde probablemente lograría encontrar ese reto que tanto anhelo para apoyarme junto a mis compañeros y afianzar nuestros lazos de Pokémon y entrenador. Realizando un pequeño retroceso en la historia aparezco yo en el Centro Pokémon de Alexandrite Valley realizando varios cambios de equipo para prepararme contra los tipos de Pokémon más usuales de mi próximo destino, estos eran mayormente de tipo hielo, por lo que elegí a varios de mis compañeros que me serían de ayuda en el lugar, como también algunos nuevos ingresados en el equipo para asegurarme de que se lleven una buena experiencia de todo esto. En cuanto al equipo que llevé se conformó de la siguiente manera: Gardevoir, Tyranitar, Blaziken, Mienshao, Houndour, Eevee. Estos seis fueron los compañeros que escogí para aquello que pudiese deparar Diamond City, eligiendo especies de mis camaradas que tengan algún tipo de ventaja contra los tipos elementales que usualmente se encuentran en esa helada dirección. De esta manera, volviendo a mi trayecto cada vez más cercano a Diamond City, Sophie me acompañaba por el camino, ambos muy abrigados ya que entrabamos en un territorio cubierto de nieve y un fuerte viento que formaba una gran ventisca con la misma.
Pasó un largo rato de nuestra caminata, y de un momento a otro nos encontramos con una persona que luchaba contra la fuerte brisa, a lo cual prestamos ayuda, llegando a su casa donde nos invitó a pasar y ponernos cómodos. Sophie se quitó sus abrigos siendo que el hogar de esta misteriosa persona estaba bien calefaccionado, acto seguido tomó asiento en uno de los sillones del hogar, y yo simplemente me quité un poco de mi ropa y me quedé por allí cerca esperando conocer a la persona detrás de tantos abrigos. ¿Se encuentra bien? Mi nombre es Richard, su hogar es realmente acogedor. - Mencioné estas palabras con un cierto tono de preocupación, tan pronto como ingresamos esta persona ingresó a lo que parecía ser su habitación y no dió respuesta alguna, aunque no hice más que hablar por el hecho de que se escuchaba como si se cambiara de ropa. Y tan pronto como aquellas palabras salieron de mi, esta persona se presentó ante nosotros con un atuendo que dejaba ver su apariencia, y vaya agradable que resultó ser la misma. Perdón, y gracias por la ayuda Richard, también a ti Gardevoir. Por cierto, soy Hitagi, por favor siéntanse cómodos. - Estas palabras fueron mencionadas por esta persona, quien resultó ser una mujer por demás bien parecida, tales apetitosos labios no suelen ser vistos muy a menudo en las mujeres, y menos en una tan joven, por simple vista diría que se aproxima a los veinte años de edad. Pero me estaba yendo de tema, no debía pensar en ello sino preguntar la razón de que estuviese fuera con un clima como este. Verá señorita Hitagi, me intriga la razón de haberla encontrado fuera con tal ventisca, mas antes debo preguntarle por algo que estoy buscando. - Seguidas de una larga charla estuvieron estas palabras. La joven señorita preparó algo para beber y de esta manera tuvimos una conversación más amena, a lo que, tras comentarme sus razones de estar fuera, le comenté la mía y su reacción fue por demás singular. De allí dejó salir un pequeño suspiro, y me narró una historia de Diamond City que congeló mi corazón casi de manera literal. Aparentemente esta muchacha ha vivido aquí a las afueras de Diamond City desde tiempo y es por ello que los terrores de dicha ciudad no le aquejan, los cuales según varios rumores hicieron desaparecer en algún momento a una persona importante para ella, por lo que realizó una investigación y la única información que consiguió fue aterradora al perder además uno de sus preciados Pokémon en el proceso, el cual le llegó con una nota según expresa ella entre lágrimas antes de pasar a mejor vida. Dolía ver tan decaída a una mujer con tal belleza, razón por la cual intenté consolar aquellas malas emociones y de alguna manera hacerla sentir mejor, para lo cual decidí pasar la noche allí con su permiso y continuar al otro día en dirección al Templo que incluso esta señorita mencionó en su historia.
Al otro día partimos de la casa de Hitagi una vez logré hacer desaparecer aquellos males que la afligían, y nos dirigimos directo a Diamond City la cual se podía divisar no muy lejos de nuestra ubicación actual. De esta manera fue como avanzamos hasta llegar a dicha ciudad, ingresando por una de las tantas entradas que tiene este lugar, pero esta entrada en particular se encontraba más cercana al Templo que las otras, y de esta manera caminamos por la zona en dirección al Templo, el cual se lograba ver a lo lejos. Que frío, no se si es por el clima o además por el hecho de que no haya personas cerca. - Dije esto para Sophie, quien me acompañaba, y todo a razón del nulo tránsito que denotaba este poblado en particular tan cercano al Templo. En mi avanzar se veía como algunas casas cerraban sus persianas, y en otras incluso se veía por la luz los rostros de la gente intrigada, a lo que recordé las palabras de aquella persona del Santuario en Alexandrite Valley e inmediatamente me dije a mi mismo que esto es mucho más que un problema de convivencia entre los pobladores, por lo que debía indagar más sobre el asunto y quizás termine encontrando ese reto que tanto deseaba.
A medida que avanzaba más y más hogares apagaban sus luces, algunos incluso hasta apagando las chimeneas para que el humo no saliera de la misma. Lo que sea que pasara en este poblado debía ser muy grave para pasar del calor en el hogar con tal de no mostrar señales de vida en la vivienda, y de a poco la historia de Hitagi pasaba a revelar un lado aterrador en el cual muy probablemente no debería meter mi nariz, pero todo lo que fuese peligroso se que contaba con mis camaradas para salir de cualquier situación, así como ellos me tenían a mi para asegurarme de su bienestar. Y antes de darme cuenta llegué a las escaleras del templo, acto seguido las fui subiendo junto a Sophie, quien a mitad de camino fue sintiéndose un poco cansada, razón por la cual la cargué sobre mi espalda y subí las escaleras llevando a ella sobre mi, ambos bien abrigados claramente para soportar este frío descomunal. En lo que llegaba a lo más alto pude escuchar unas voces, me costaba algo escuchar eso pero parecía ser una conversación entre dos personas. Algo agitado me esforcé en los últimos escalones en lo que pude escuchar algo acerca de unas bestias sanguinarias que atacan tanto a Pokémon como a los pobladores de estos lares, sean monstruos o alienígenas la otra persona que estaba junto a él se la oyó firme en cuanto a aceptar la responsabilidad de aquello. Llegué a la cima y se sintió un gran temblor, tras el mismo me acerqué a esas dos personas sin pensar siquiera que pudiesen ser conocidos o no, y de manera totalmente imprudente hice un comentario en medio de todo estando aun algo agitado por subir con Sophie en mi espalda. Por favor, déjame ayudar con esto. Pese a mi actual apariencia puedo ser de gran ayuda ante posibles amenazas. - Tras decir esto me incliné un poco para que Sophie pudiese hacer pie en el suelo y bajarse de mi espalda estando ya en la cima. Ella me veía algo preocupada, pero ante todo yo intentaba demostrar mi fortaleza para que aquel muchacho pudiese confiar en mi ayuda, de manera que me quedé allí esperando por su respuesta en lo que poco a poco sentía como el aire volvía a mi. Ciertamente el hacer deportes ayuda a uno a sobreponerse ante situaciones como esta, pero continuaba algo cansado y la decisión final yacía en aquel joven que se encontraba frente a mi.
El camino fue largo, mas no demasiado duradero en vista que logré conseguir un aventón hacia la ciudad llegando así pasado el mediodía, y la vista de la zona realmente me sorprendió, esto debido a que nunca había estado en la ciudad y ver lo opuesto de su imagen a la que tenía en mi mente me dejaba anonadado. Al no ser conocedor de los Pokémon tipo dragones, aun teniendo uno de un nivel tan superior como lo era mi hermoso e impávido machazo alfa de Garchomp, la visión de una ciudad con dragones para mi se asimilaba más a una isla volcánica que a esto, pero sin dar mucha importancia a aquello continué directo al Santuario siempre junto a Sophie a mi lado. A medida que avanzábamos por las escaleras directo al elevado Santuario se lograba sentir una brisa como ninguna otra, la paz se apoderaba de todo mi ser, y así tras varios agotadores escalones pudimos dar con nuestro primer destino. Simplemente con elevar un poco la mirada se podía apreciar tal majestuosidad emanada por este sitio, el ver a los dragones volando o incluso descansando en las cercanías del Santuario con tanta calma me daba una imagen diferente de los mismos y de seguro me ayudaría a forjar una mejor relación con mi Pokémon dragón. Toshio amaría este sitio, lo traeré en otra ocasión. - Expulsé tal frase con un tono suave y gran calma, para luego proceder a buscar alguna persona en el templo en lo que apareció ante mi un enorme Salamence y sobre él quien aparentaba ser su entrenador. Al carecer de tiempo acorté la historia con aquel muchacho, comentándole mis razones de aparecerme en el Santuario a lo que me comentó lo poco que sabía sobre los rumores de los Templos que rondan la región, mencionando el que se encontraba ubicado en Diamond City. Dichas palabras, que mencionaron un problema de convivencia en la población, bastaron para convencerme de echar un vistazo en esa helada ubicación sin preocuparme por los resultados de mi búsqueda.
Allí estaba yo, en camino a Diamond City donde probablemente lograría encontrar ese reto que tanto anhelo para apoyarme junto a mis compañeros y afianzar nuestros lazos de Pokémon y entrenador. Realizando un pequeño retroceso en la historia aparezco yo en el Centro Pokémon de Alexandrite Valley realizando varios cambios de equipo para prepararme contra los tipos de Pokémon más usuales de mi próximo destino, estos eran mayormente de tipo hielo, por lo que elegí a varios de mis compañeros que me serían de ayuda en el lugar, como también algunos nuevos ingresados en el equipo para asegurarme de que se lleven una buena experiencia de todo esto. En cuanto al equipo que llevé se conformó de la siguiente manera: Gardevoir, Tyranitar, Blaziken, Mienshao, Houndour, Eevee. Estos seis fueron los compañeros que escogí para aquello que pudiese deparar Diamond City, eligiendo especies de mis camaradas que tengan algún tipo de ventaja contra los tipos elementales que usualmente se encuentran en esa helada dirección. De esta manera, volviendo a mi trayecto cada vez más cercano a Diamond City, Sophie me acompañaba por el camino, ambos muy abrigados ya que entrabamos en un territorio cubierto de nieve y un fuerte viento que formaba una gran ventisca con la misma.
Pasó un largo rato de nuestra caminata, y de un momento a otro nos encontramos con una persona que luchaba contra la fuerte brisa, a lo cual prestamos ayuda, llegando a su casa donde nos invitó a pasar y ponernos cómodos. Sophie se quitó sus abrigos siendo que el hogar de esta misteriosa persona estaba bien calefaccionado, acto seguido tomó asiento en uno de los sillones del hogar, y yo simplemente me quité un poco de mi ropa y me quedé por allí cerca esperando conocer a la persona detrás de tantos abrigos. ¿Se encuentra bien? Mi nombre es Richard, su hogar es realmente acogedor. - Mencioné estas palabras con un cierto tono de preocupación, tan pronto como ingresamos esta persona ingresó a lo que parecía ser su habitación y no dió respuesta alguna, aunque no hice más que hablar por el hecho de que se escuchaba como si se cambiara de ropa. Y tan pronto como aquellas palabras salieron de mi, esta persona se presentó ante nosotros con un atuendo que dejaba ver su apariencia, y vaya agradable que resultó ser la misma. Perdón, y gracias por la ayuda Richard, también a ti Gardevoir. Por cierto, soy Hitagi, por favor siéntanse cómodos. - Estas palabras fueron mencionadas por esta persona, quien resultó ser una mujer por demás bien parecida, tales apetitosos labios no suelen ser vistos muy a menudo en las mujeres, y menos en una tan joven, por simple vista diría que se aproxima a los veinte años de edad. Pero me estaba yendo de tema, no debía pensar en ello sino preguntar la razón de que estuviese fuera con un clima como este. Verá señorita Hitagi, me intriga la razón de haberla encontrado fuera con tal ventisca, mas antes debo preguntarle por algo que estoy buscando. - Seguidas de una larga charla estuvieron estas palabras. La joven señorita preparó algo para beber y de esta manera tuvimos una conversación más amena, a lo que, tras comentarme sus razones de estar fuera, le comenté la mía y su reacción fue por demás singular. De allí dejó salir un pequeño suspiro, y me narró una historia de Diamond City que congeló mi corazón casi de manera literal. Aparentemente esta muchacha ha vivido aquí a las afueras de Diamond City desde tiempo y es por ello que los terrores de dicha ciudad no le aquejan, los cuales según varios rumores hicieron desaparecer en algún momento a una persona importante para ella, por lo que realizó una investigación y la única información que consiguió fue aterradora al perder además uno de sus preciados Pokémon en el proceso, el cual le llegó con una nota según expresa ella entre lágrimas antes de pasar a mejor vida. Dolía ver tan decaída a una mujer con tal belleza, razón por la cual intenté consolar aquellas malas emociones y de alguna manera hacerla sentir mejor, para lo cual decidí pasar la noche allí con su permiso y continuar al otro día en dirección al Templo que incluso esta señorita mencionó en su historia.
Al otro día partimos de la casa de Hitagi una vez logré hacer desaparecer aquellos males que la afligían, y nos dirigimos directo a Diamond City la cual se podía divisar no muy lejos de nuestra ubicación actual. De esta manera fue como avanzamos hasta llegar a dicha ciudad, ingresando por una de las tantas entradas que tiene este lugar, pero esta entrada en particular se encontraba más cercana al Templo que las otras, y de esta manera caminamos por la zona en dirección al Templo, el cual se lograba ver a lo lejos. Que frío, no se si es por el clima o además por el hecho de que no haya personas cerca. - Dije esto para Sophie, quien me acompañaba, y todo a razón del nulo tránsito que denotaba este poblado en particular tan cercano al Templo. En mi avanzar se veía como algunas casas cerraban sus persianas, y en otras incluso se veía por la luz los rostros de la gente intrigada, a lo que recordé las palabras de aquella persona del Santuario en Alexandrite Valley e inmediatamente me dije a mi mismo que esto es mucho más que un problema de convivencia entre los pobladores, por lo que debía indagar más sobre el asunto y quizás termine encontrando ese reto que tanto deseaba.
A medida que avanzaba más y más hogares apagaban sus luces, algunos incluso hasta apagando las chimeneas para que el humo no saliera de la misma. Lo que sea que pasara en este poblado debía ser muy grave para pasar del calor en el hogar con tal de no mostrar señales de vida en la vivienda, y de a poco la historia de Hitagi pasaba a revelar un lado aterrador en el cual muy probablemente no debería meter mi nariz, pero todo lo que fuese peligroso se que contaba con mis camaradas para salir de cualquier situación, así como ellos me tenían a mi para asegurarme de su bienestar. Y antes de darme cuenta llegué a las escaleras del templo, acto seguido las fui subiendo junto a Sophie, quien a mitad de camino fue sintiéndose un poco cansada, razón por la cual la cargué sobre mi espalda y subí las escaleras llevando a ella sobre mi, ambos bien abrigados claramente para soportar este frío descomunal. En lo que llegaba a lo más alto pude escuchar unas voces, me costaba algo escuchar eso pero parecía ser una conversación entre dos personas. Algo agitado me esforcé en los últimos escalones en lo que pude escuchar algo acerca de unas bestias sanguinarias que atacan tanto a Pokémon como a los pobladores de estos lares, sean monstruos o alienígenas la otra persona que estaba junto a él se la oyó firme en cuanto a aceptar la responsabilidad de aquello. Llegué a la cima y se sintió un gran temblor, tras el mismo me acerqué a esas dos personas sin pensar siquiera que pudiesen ser conocidos o no, y de manera totalmente imprudente hice un comentario en medio de todo estando aun algo agitado por subir con Sophie en mi espalda. Por favor, déjame ayudar con esto. Pese a mi actual apariencia puedo ser de gran ayuda ante posibles amenazas. - Tras decir esto me incliné un poco para que Sophie pudiese hacer pie en el suelo y bajarse de mi espalda estando ya en la cima. Ella me veía algo preocupada, pero ante todo yo intentaba demostrar mi fortaleza para que aquel muchacho pudiese confiar en mi ayuda, de manera que me quedé allí esperando por su respuesta en lo que poco a poco sentía como el aire volvía a mi. Ciertamente el hacer deportes ayuda a uno a sobreponerse ante situaciones como esta, pero continuaba algo cansado y la decisión final yacía en aquel joven que se encontraba frente a mi.
Richard Kerms- Entrenador
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