Gimnasio Dragón | Reto.

EQUIPO: Gardevoir, Hydreigon, Tyrantrum, Dragonair, Joltik y Aron.

Alexandrite, hogar de bestias maravillosas y retos únicos, una villa repleta de poder y del que quizás sea el gimnasio más complicado a enfrentar. ─ Las mejores historias poseen dragones. ─ retar a los líderes de gimnasios era una de mis nuevas metas, claro que no tan importante como convertirme en un miembro de la Élite 4. Aún así, enfrentar y vencer a un líder se consideraba una hazaña única y admirable, dos cosas capaces de llamar mi atención inmediatamente. ─ Pero los caballeros siempre han sido los protagonistas de esas historias. ─ con paso firme me aproximaba a la gran ciudad de Alexandrite donde los dragones iban de un lado a otro con total libertad, disfrutando del aire e incluso del agua pues las pequeñas lagunas eran algo abundante allí. ─ Yo soy el caballero de esta historia y degollare a cada dragón que en ella aparezca. ─ ya podía ver las edificaciones de la ciudad a lo lejos, antiguas y con ese acabado elegante que no podía apreciarse en otro sitio. 11

En cuestión de un minuto ya me encontraba en las calles de la ciudad dando vistazos a todos lados. A pesar de haber visitado aquel lugar antes para poder capturar a uno que otro dragón, no lo conocía muy bien; es por ello que me dediqué a pedir direcciones en todos lados hasta toparme con un tremendo imbécil. ─ ¡Si quieres retarla, tendrás que luchar contra mí primero! ─ gritó mientras se abalanzaba sobre mí obligándome a apartarle con un puñetazo en el pecho. ─ Seguramente ni puedes ganarme, así que, ¿para qué hacerla perder su tiempo? ─ dijo nuevamente mientras tomaba una pokéball de su bolsillo. Gracias a los gritos y empujones del chico, la multitud empezó a acumularse alrededor de ambos y a preguntarse (al igual que yo) cuan mal estábamos para iniciar esa disputa. ─ Sin verdad quieres quedar en ridículo. ─ comenté mientras éste dejaba salir de su pokéball a un Zweilous, nada que no haya visto antes. Con esa cuchitura de pokémon, alegre a pesar de lo que podría verse normalmente en su especie, no parecía muy difícil poder vencerle. ─ Tyrantrum, es hora de repartir unas cuantas lecciones. ─ exclamé mientras dejaba salir de su pokéball al gran dragón que superaba por varias cabezas al de mi rival lo cual generó una mueca de terror en su rostro dejándome tan feliz pues eso era suficiente para saber lo pésimo que podía ser luchando ese chico. 16

A pesar de haber elegido a uno de mis pokémon más aterradores para luchar, el mocoso no retrocedió ni un solo paso, incluso pude verle más decidido que antes. ─ Que sea un combate rápido, uno contra uno, así no será necesario destrozar a todo tu equipo. ─ dije tan inflado como siempre mientras la gente empezaba a abuchear mis palabras e incluso apostar por el posible resultado del combate, vaya cosas. ─ Tyrantrum, demos a lucir nuestro poder. ─ ahora, luego de haber caldeado los ánimos lo suficiente como para que mi retador estuviese el doble de cabreado que en un principio, pude sonreír ampliamente pues solo buscaba meter en mi juego al rival (como de costumbre) y aprovechar una pequeña brecha dada por su desconcentración y allí el combate quedaría a mi favor. ─ ¿Qué esperas mocoso, tu merienda? ─ pregunté en el tono más desagradable y mala-sangre que tenía a mi disposición para que así el chico extendiera su brazo apuntando a mi pokémon y diese la primera indicación. ─ ¡Zweilous, utiliza dragoaliento contra Tyrantrum ahora! ─ gritó a todo pulmón para dar arranque al enfrentamiento. 13

El miembro 'Aleksandar Brightwood' ha efectuado la acción siguiente: Dados

#1 'Batalla' :


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#2 'Batalla' :

El Zweilous rival no dudo ni un solo segundo en cuanto recibió la indicación de su entrenador, éste abrió sus dos fauces de par en par y cargó con rapidez el que sería su primer ataque. ─ La fiesta nos llama, Tyrantrum, dirígete a toda velocidad contra Zweilous y ataca con testarazo. ─ indiqué para que entonces mi pokémon se lanzara a la carga contra el dragón siniestro quien ya se disponía a utilizar su dragoaliento. La velocidad de mi pokémon (con quien compartía el primer combate conmigo como su entrenador) me sorprendió por completo, en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba frente al pokémon rival que a pesar de haber ataco directamente con ese potente disparo no disponía de la fuerza necesaria para superar el ímpetu del dragón roca. El impacto de la cabeza de Tyrantrum contra el cuerpo de Zweilous se dio enseguida y el pequeño dragón era enviado directamente contra la fachada de una hermosa casa (evitando por muy poco a la multitud de gente que lograba apartarse de inmediato) destrozando las coloridas flores de su jardín y haciendo añicos lo que solían ser unas vallas de color blanco. ─ Los dragones no son un chiste. ─ pensé mientras apreciaba la potencia con la cual ambos pokémon habían desarrollados sus primeros movimientos logrando un increíble daño sobre el otro. ─ Tu pokémon es mucho más de lo que creía, le has dado un buen entrenamiento. ─ comenté para la sorpresa del chico que en ningún momento pudo esperar de mí aquellas palabras de reconocimiento. ─ Gracias, pero esa solo fue una pequeña parte de su poder. ─ respondió éste de inmediato para llamar la atención de su dragón quien volvía a colocarse de pie para observar colérico a mi Tyrantrum.

El miembro 'Aleksandar Brightwood' ha efectuado la acción siguiente: Dados

#1 'Batalla' :


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#2 'Batalla' :

Luego de sus palabras, el chico había ganado mi respeto, era muy parecido a mí y eso era suficiente como para no detestar a éste por el resto del combate. ─ Estupendo, no me gustaría dejar un combate tan bueno en éste nivel. ─ respondí para luego cruzarme de brazos y dar toda la seriedad que ese combate merecía. ─ Tyrantrum, ataca a Zweilous con mordisco y devora su torso. ─ indiqué mientras mi rival temblaba de la emoción y miraba a su Zweilous tan decidido como yo a no caer derrotado. ─ Zweilous, responde a su ataque con golpe cuerpo. ─ dijo éste para que entonces ambos pokémon se lanzaran sobre el otro a toda velocidad. El dragón siniestro alcanzó a Tyrantrum impactando de lleno con el costado de su cuerpo permitiendo a mi pokémon atrapar con sus afilados y largos colmillos al Zweilous que empezaba a retorcerse del dolor y a producir gemidos terribles debido al sufrimiento. ─ Suficiente. ─ ordené para que Tyrantrum le soltase de inmediato y no prolongara aquella tortura. Fue allí cuando observé una mirada de agradecimiento por parte del entrenador rival quien no terminaría de expresar su gratitud hacia mi por no haber destrozado frente a todo el mundo a su pokémon tan cruelmente. ─ La próxima será la última. ─ exclamé nervioso y todo por un combate cualquiera en la calle. La gente ahora hacía un silencio total, era maravilloso el ambiente que habíamos formado en una pequeña cuadra de la ciudad y eso mediante nuestros pokémon "más débiles" si así podían considerarse. ─ Muy bien Tyrantrum, es momento de dar el último golpe. ─ dije logrando captar la atención de todos los presentes. ─ Utiliza cola dragón contra Zweilous y termina con él de una vez por todas. ─ finalicé sin necesidad de esperar mucho tiempo para las indicaciones de mi rival. ─ ¡Zweilous, utiliza dragoaliento una vez más, éste es nuestro combate! ─ dijo el mocoso antes de dar paso a un silencio total.

El miembro 'Aleksandar Brightwood' ha efectuado la acción siguiente: Dados

#1 'Batalla' :


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#2 'Batalla' :

OFF-ROL: Grazie señorita Le'Blanc :'D !

El combate estaba increíblemente parejo, un ataque terminaría definiendo al vencedor y ambos pokémon se dirigían el uno contra el otro a por la victoria. La cola de Tyrantrum impactó directamente contra una de las dos cabezas de Zweilous y el dragoaliento de la restante dio de lleno al torso de Tyrantrum. ─ Vaya suerte. ─ susurré al ver a los dos pokémon tirados sobre el suelo noqueados. ─ No puedo creer que me ganaras... ¡si le sucede algo por tu culpa esto no quedará impune! ─ dijo el chico mientras regresaba a su pokémon a la pokéball donde podría descansar. Enseguida hice lo mismo. Tras aquello el chico se retiró sin decir ni una sola palabra más mientras que una pequeña llegaba en carrera hacia mí. ─ Disculpa a mi hermano, es que le tiene mucho cariño a la líder y no quiere que le ganen en una batalla... ¡como disculpa déjame llevarte hasta el gimnasio, ¿sí?! ─ las palabras de la pequeña me animaron, no tenía ni la más mínima idea de como llegar al gimnasio y con ella como guía podría dar con éste. ─ Adelante. ─ respondí y entonces me tomó de la mano para iniciar una larga caminata.

El recorrido hacia el gimnasio pokémon era una cien veces lo que tenía en mente, escaleras, árboles, callejones, más escaleras y montones de árboles fueron los protagonistas del camino. ─ Aquí ya te puedo dejar, mira, subirás todas esas escaleras, y entonces encontrarás el Gimnasio. No hay pierde. ─ la chica habló y se retiró en el acto dando saltitos, como si no hubiese caminado cuatro condenados kilómetros. Frente a mí se asomaban un montón de escalones, pocos teniendo en cuenta lo que había recorrido para llegar allí y un tanto más allá, la neblina se encargaba de cubrir mi vista. Poco a poco escalé el tramo restante y en cuanto sobrepasé la neblina observé algo sencillamente épico. Un castillo tan grande que parecía haber sido creado por un titán se imponía entre nubes y montañas. Alrededor de sus torres, cientos de pokémon dragones volaban felizmente sin prestarme atención. ─ Vaya cosa. ─ exclamé asombrado y al mismo tiempo cabreado por tener que seguir caminando para llegar al gimnasio.

Una media hora después, alancé los tremendos portones del castillos, hechos de una madera gruesa y en perfecto estado. Llamé con dificultad, aire era lo que más me faltaba en ese momento y casi no podía articular. ─ Vengo... Por... La... Medalla... ─ exclamé entrecortado cuando una chica me recibió y permitió (por suerte) que pasara al interior del castillo para descansar antes de retar al líder. El interior del castillo era todo e incluso más de lo que esperaba, una decoración alucinante, muebles con una pinta de ser muy costosos y paredes tan altas que se perdían sobre mi cabeza. Mi descanso se prolongó durante una hora, tiempo durante el cual pude comer un poco y beber tanta agua como podía soportar. Así, la chica quien me había permitido ingresar al castillo ahora me buscaba sin decir ni una palabra acerca de donde me llevaba. ─ Seguramente vienes para conseguir la medalla de la líder. Tranquilo, como has llegado hasta aquí, llegar al Gimnasio no te costará nada. Ahora sólo debes volar hasta él. ─ exclamó antes de abrir dos enormes portones de par en par que daban a una de las muchas torres del castillo, quizás la más alta de todas.

Durante un corto lapso de tiempo, el aire abandonó mis pulmones y mis ojos se perdieron en el vacío. ─ E-esto es... ─ no podía formular una oración completa, la belleza de aquel lugar era única y me dejaba totalmente maravillado. Una cantidad incontable de dragones sobrevolaba el cielo de Alexandrite. Podía observar a todos y cada uno de ellos ir de un lado a otro felizmente, atravesando nubes a toda velocidad y algunos de ellos luchando de forma amistosa. Eran muy pocos los que podía distinguir del gran grupo y mi pokédex no alcanzaba a registrarlos, pero aún así, el simple hecho de ver aquello era suficiente para mí. ─ ¿A que te refieres con...? ─ no alcancé a solucionar mi duda pues, en cuanto me giré para hablar con aquella chica, ésta había desaparecido y además, los portones a través de los cuales había llegado así estaban cerrados. ─ ...Volar? ─ suspiré y entonces decidí acercarme a los bordes de la terraza. 10

Un simple vistazo por el borde de aquel lugar fue suficiente como para alejarme ahogando un pequeño grito de terror. Tan alto me encontraba que Alexandrite ya era una simple mancha en el vacío ocultada en buena parte por una pequeña nube que se movía a lo largo del lugar. ─ Creo que volveré al interior. ─ pensé dando la vuelta de inmediato para dirigirme a los portones, claro que volver no sería tan sencillo como tenía pensado. Frente a mí, un enorme pokémon de cuerpo color turquesa, alas grandes de color rojizo, con unos pocos y pequeño pero afilados dientes sobresaliendo de su boca y garras aterradoras, se interponía entre las puertas y yo. ─ Yo... ─ no pude hablar, enseguida caí al suelo temblando y observé al aterrador pokémon que se acercaba a mí lentamente hasta quedar por encima, respirando sobre mi máscara de gas. ─ Cobarde. ─ durante un segundo, creí haber escuchado una voz tan aguda que destrozaba mis tímpanos pero tan precisa y aterradora como para retorcer cualquier pizca de valentía restante sobre mí. 12

─ ¿Q-qué? ─ pregunté esperando algún tipo de respuesta. ─ Eso eres, un cobarde. ─ respondió la voz inmediatamente. Por alguna extraña razón empezaba a creer que de aquel pokémon provenía la voz y lo siguiente confirmó aquello. ─ Largo. ─ la criatura abrió paso para que pudiese ir hacia las puertas pero no lo hice. En un segundo, al menos cinco dragones se encontraban sobre la terraza, todos observándome horriblemente y bajando la cabeza cada cuando el pokémon frente a mí les dirigía una mirada. ─ P-pero, vengo a r-retar a el l-líder d-del gimnasio. ─ exclamé con dificultad mientras me colocaba de pie. Aquel pokémon se abalanzó sobre mí en el acto y posó una de sus patas sobre su pecho para derrumbarme contra el suelo, luego, acercó sus fauces a mi máscara y gruñó. ─ Un cobarde como tú no podría retarle. ─ dijo mientras batía sus alas para alzar vuelo al igual que el resto de los dragones. ─ ¡No soy un cobarde! ─ grité aún sobre el suelo logrando que todos frenases su vuelo y regresaran a la terraza al mismo tiempo produciendo así un estruendo ensordecedor. ─ ¿Te crees lo suficientemente valiente como para triunfar en la segunda prueba? ─ preguntó el pokémon haciendo presión con su pata sobre mi hombro izquierdo. ─ Podré triunfar sobre cualquier reto. ─ respondí para que éste retirase su pata y con un simple gesto de su cabeza todos los otros dragones se retirasen del lugar dejándonos solos a éste y a mi. 16

Un profundo silencio hizo presencia durante un minuto que pareció ser eterno. Aquel pokémon no retiraba su mirada de la mía y tras gruñir lleno de rabia alzó su cabeza mientras parecía observar algo a lo lejos. ─ El gimnasio se encuentra muy lejos de tu alcance y lejos de cualquier otro humano. ─ comenzó. ─ Solo podrás llegar a él sobrevolando Alexandrite en el lomo de un dragón. ─ agregó con lo que parecía ser una sonrisa en su rostro. ─ Pero no cualquier dragón sino uno de los dragones del castillo. ─ finalizó consiguiendo dejarme muy aterrado. ─ ¿Debo captu... ─ un grito de éste me calló antes de poder terminar mi pregunta. ─ ¡NO! ─ con tan solo agitar sus alas, consiguió derribarme una vez más y siguió. ─ ¡Debes ganar su respeto! ─ el pokémon sacudió su cabeza en señal de desaprobación y entonces hizo un llamado a cuatro dragones diferentes. Cada uno de ellos era más grande y amenazador que el otro, siendo un Hydreigon gigantesco el más temible. Ninguno de ellos parecía estar de acuerdo en llevarme sobre su lomo y gracias a mi indecisión de entablar una conversación con ellos, se largaron sin ver hacia atrás. ─ Deberías irte, humano, no eres digno de ésta medalla. ─ luego de sus palabras terminé de cabrearme, el miedo abandonó mi cuerpo y antes de que ese dragón pudiese alzar vuelo le dije todo lo que pensaba en ese momento. ─ ¡Deja de llamarme cobarde, ni siquiera me conoces! ─ grité apretando ambos puños con tanta fuerza que parecía estar apunto de romperme los dedos. ─ ¡¿Quién eres para decirme todas esas cosas?! ─ mis palabras terminaron de erradicar la poca paciencia restante de aquel pokémon y sin previo aviso de abalanzó sobre mí a toda potencia. 20

El impacto de su cabeza contra mi cuerpo fue lo más terrible que haya experimentado en toda mi vida, el impacto hizo crujir cada uno de mis huesos y un dolor terrible se produjo en todo mi cuerpo. ─ ¡Insolente! ─ gritó el dragón viéndome caer de rodillas adolorido y respirando con dificultad. ─ ¿Q-qué sabes de v-valentía? ─ pregunté mientras me colocaba de pie, llevando ambos brazos contra mi pecho e intentando ignorar la sangre que empezaba a recorrer mis labios. ─ Me atacas solo porque no puedo responder de igual forma. ─ dije tambaleándome hacia éste quien no podía creer todo lo que estaba diciéndole, quizás nadie había sido capaz de hablar con él de tal forma antes. ─ Ustedes los humanos no conocen el significado del respeto. ─ dijo mientras avanzaba hacia mi para mirarme de cerca. ─ Son capaces de capturarnos y utilizarnos como armas, no son mas que unos cobardes. ─ agregó mientras yo volvía a caer sobre el suelo ya sin poder soportar el dolor. ─ Solo ella ha sido capaz de ganarse nuestro respeto, ahora, largo de aquí. ─ finalizó sin darme a entender quien era "ella" y entonces agitó sus alas para alzar vuelo. 13

Podría decirse que lo hecho por mi a continuación era una de las estupideces o quizás la estupidez mas grande de todas, mis manos se aferraron a una de las patas del dragón en el momento justo y antes de darme cuenta me encontraba suspendido a quien sabe cuanta distancia del suelo. Lo único seguro era que de caer, encontraría mi muerte. ─ ¡¿Qué haces?! ─ gritó el dragón mientras se alejaba más y más de la torre en la cual nos encontrábamos. ─ No soy un cobarde. ─ dije intentado sostenerme tan fuertemente como podía de su pata. ─ ¡Podría dejarte morir si quisiera! ─ sus palabras parecían ser ciertas pero en ese momento todo me daba igual, jamás podría aceptar que me llamasen cobarde o manipulador, incluso si se trataba de un pokémon. ─ Afffsss... ─ con su cola, el pokémon rodeó mi cuerpo e ignorando su amenaza anterior, decidió llevarme a su lomo mientras cambiaba dirección de regreso a la terraza. 10

Me habría encantado que sucediera cualquier cosa, lo que sea, pero nunca aquello. Cuando su cola pasó por sobre mi espalda, ésta retiró mi mochila para que entonces empezara a caer hacia el vacío. Mi corazón empezó a latir con fuerza, tanto que de un momento a otro podría explotar, mis ojos no podían ver otra cosa que ésta caer. En su interior iban un montón de cosas importantes para mi; frascos de miel, pokéballs nuevas y algunos caramelos raros, pero lo más importante de todo, incluyendo mi vida misma, eran los seis pokémon que iban en ella. Sin razonar mis acciones, clavé las uñas de mis manos sobre la piel del pokémon quien me soltó en el acto y dejó caer sin más detrás del objeto. No podría decir si la suerte me estaba acompañando en ese momento pues logré capturar la mochila luego de treinta metros de caída, pero de igual forma iba directo a una muerte segura y muy posiblemente, dolorosa. ─ Lo siento. ─ abracé mi mochila y cerré los ojos aceptando mi destino. El viento azotaba todo mi cuerpo mientras descendía más y más. Entonces, sentí como mi cuerpo daba directamente contra algo, fue solo un minúsculo segundo pero en ese momento estaba casi seguro de haber muerto. Un frío tremendo recorrió todo mi cuerpo, ya no podía escuchar pero aún así tuve el atrevimiento de abrir los ojos. ─ ¿Qué sucedió? ─ el castillo, los árboles, las nubes e incluso algunos dragones descendía mientras yo me elevaba. ¿No había muerto? no podía ser real, miraba en todas direcciones en busca de una respuesta y allí le vi, era aquel pokémon de color  turquesa quien me llevaba con su cola presionando mi torso. ─ ¿¡Por qué hiciste esa locura!? ─ preguntó mientras me llevaba hacia la terraza donde ya me encontraba seguro. ─ Mis amigos. ─ respondí tembloroso mientras rebuscaba en mi mochila las seis pokéballs y abrazaba ésta entre lágrimas. ─ ¿Tú...? ─ él no podía entender aquello. ─ ¿Por qué? ─ se acercó a mí sin terminar de creer que estuve a punto de sacrificar mi vida por esos objetos. ─ Mis amigos. ─ respondí mientras volvía a guardar todo en el interior de mi mochila ─ ¿Esas son...? ─ sin terminar de escuchar lo que podría decir o no, me coloqué de pie soportando el dolor de mi pecho y me aproximé hacia los portones, claro que no sin antes de decir una última cosa. ─ Ellos no son armas. ─ dije abriendo ambas puertas. ─ Son mi familia. Adiós. ─ agregué finalmente. 27

Antes de poder retirarme, el pokémon me detuvo. ─ Alto. ─ dijo para que me girase y le observara. ─ Un humano capaz de sacrificar su vida por la de otros es merecedor de mi respeto. ─ continuó inclinando su cabeza en señal de respeto. ─ Mi nombre es Salamance, guardián de los cielos de Aleksandrite. ─ tras aquello, sonrió y me permitió acercarme a éste. ─ Aleksandar Brightwood. ─ dije y entonces el pokémon (de alguna forma) se escurrió por debajo de mí y terminó alzando vuelo conmigo en su lomo aferrado con todas mis fuerzas. 6