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Toda una basta y amplia región donde se puede circular tranquilamente, y en paz. Actualmente, algunos pokémon legendario comenzaron a despertar de su largo sueño por una fuerza extraña que los provoca a surgir y causar destrucción.
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Personajes y conceptos de Pokémon no son propiedad del foro. Pokémon es perteneciente a Satoshi Tajiri y Nintendo.
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Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
3 participantes
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Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
Pokémon a usar en el reto escribió:
De los cuales, únicamente usaré 3, uno de cada stage :)
Ok, sí. Por fin. Temblorosos, sus nudillos rozaron la madera de la puerta para luego dar secamente tres fuertes golpes en ésta. Crate temblaba de emoción. ¡Normal, su primer reto de gimnasio comenzaba en aquél momento! ¿Cómo iba a no estar nerviosa? Nerviosa, emocionada... ¡Qué más daba! ¡Sentía que si daba un salto podría llegar a la luna!
La única pega...
–... ¿No podrían haber escogido un lugar menos cursi para un gimnasio? ¡Estoy a punto de vomitar arcoíris! –protestó Crate, recibiendo la aprobación de Empoleon. Tanto a ella como a él no les agradaba lo pasteloso, pero Raichu parecía conformarse con cualquier cosa, pues miraba a su alrededor con gesto extasiado y casi deseando jugar.
De repente, la puerta se abrió, haciendo que la impertinente entrenadora medio saltase hacia atrás por puro reflejo y al alzar la mirada se topara con los ojos de un Gardevoir. Empoleon se tensó, listo para luchar si hacía falta, pero Crate se había quedado prendida en los ojos del pokémon. Incluso Raichu, que no tenía nada que ver con aquello, se había quedado mirándole a sus hipnotizantes orbes y acabó cayéndose del hombro de Crate al perder el equilibrio, quebrando a su vez el hechizo y haciendo que Gardevoir levantase la vista de la de la entrenadora tras unos agobiantes momentos, excesivamente largos para Crate, quien ahora se encontraba mareada por culpa del pokémon.
Finalmente, el psíquico-hada les permitió el paso con gesto ausente, y entrenadora y pokémon atravesaron la puerta.
Sinceramente, y si había algo que le gustase a Crate de aquél lugar, a partir de aquél momento sería aquella biblioteca. Abrió la boca hasta los límites que le permitían la anatomía de su cuerpecito, y miró a su alrededor con nerviosismo, observándolo todo rápidamente pero centrada en encontrar la sección de libros juveniles de fantasía.
–Si buscas la medalla, no pierdas de vista a Sylveon.
Empoleon tuvo que zarandear del hombro a Crate para que la muchacha terminara de procesar lo que el ¿Gardevoir había dicho? ¿Es que acaso podían hablar? ¡Guao! Miró a su alrededor, buscándola para hacerle preguntas... básicamente si le recomendaba algún libro –el reto se le había olvidado completamente–, mas en su lugar se topó con un pokémon muy parecido a Glaceon, pero de color rosado, con cintas, lacitos, rollos cursis y unos ojos sin pupila que le daban muy mala espina.
Crate sonrió malamente, aunque su cara parecía más bien una mala póker face.
–Eh... ¿he de suponer que tú eres Sylveon?
El pokémon no respondió y se limitó a tomarla de los brazos con uno de esos lazos y arrastrarla tras de sí. Empoleon entornó los ojos y sonrió ligeramente, pero Raichu se bajó de un salto desde el hombro de Crate y ni corta ni perezosa se puso a perseguir rodeando al Sylveon, siempre corriendo de un lado a otro. Y así fue que se dio de lleno contra una de varias puertas colocadas al final del recorrido donde les había llevado aquél extraño pokémon, que desapareció tras una de ellas, soltando a Crate por fin, la cual se revolvió en el sitio.
–¡Já! ¡Que se cree ése que le vamos a seguir por la puerta que le dé la gana! ¡Ni hablar del peluquín! Tropa, vamos por la que "ha escogido" Raichu. ¡A LA CARGAAA!
Y gritando y corriendo, Crate y Raichu se metieron por la puerta contra la que la pokémon eléctrico se había golpeado. Empoleon quedó unos segundos atrás con cara de circunstancias, como diciendo "¿por qué me habrá tenido que tocar un equipo como éste?", antes de deshacerse de la gota de sudor que le caía por la frente y caminar con gesto cansado a atravesar el umbral de la puerta.
{...}
Definitivamente, aquello se volvía más cursi a cada paso. Que sólo faltaba que las flores se volvieran color arcoíris o algo así. Ajena a la felicidad con la que Raichu y Sylveon jugaban entre las altas flores, Crate caminaba con semblante resignado, y a su lado, Empoleon lo hacía con semblante serio, aunque de vez en cuando se permitía una sonrisa nerviosa cuando alguna de las dos pokémon hacía alguna tontería.
Acabaron topándose con una columna de cristal que casi parecía un faro en medio de tanta flor y Crate no se explicaba cómo no se había dado cuenta de su presencia hasta aquél momento.
–¡Rai, raichu! –escuchó Crate la voz de la pokémon tamaño Pikachu, quien señalaba una nota pegada en la columna. La entrenadora se acercó con curiosidad para inspeccionarla, pero cuando Raichu, tan impaciente ella, la rozó con la pata, ésta se desvaneció en la nada, a la par que una voz recitaba lo que parecía ser el contenido de ésta.
–Saludos entrenador. Nada es lo que parece ser en este lugar; reúne los dos cristales y tráelos para acá. Lo que suceda marcará la siguiente prueba. A veces para ganar, hay que perder. Tenlo presente y muévete con suma libertad. Los buenos acaban siendo los malos y viceversa.
–¿Qué cristales qué cuándo dónde cómo por qué? –gruñió la muchachita, confundida. ¿De qué cojones estaba hablando?
¡Y de repente, por arte de birli birloque, unos espejos surgieron a su alrededor! Y uno de ellos a 3 centímetros de su nariz, normal que por reflejos le arreara una patada y rompiese el marco... un momento. Su pierna había atravesado el espejo como si nada. Espantada, Crate retrocedió junto a Empoleon, pero cuando le dirigió la mirada lo único que vio en él fue el sarcasmo en su expresión más pura. El pokémon no podía hablar, pero Crate se estaba figurando lo que le diría si tuviese dicha capacidad. "Conque tienes miedo, ¿eh?".
–...¡NI MIEDO NI MIERDAS! ¡Raichu, Empoleon, a por el espejo! –gritó Crate, colorada por la rabia, mientras se tiraba de cabeza al espejo que Sylveon había atravesado y que reflejaba... ¿una puerta?
No, espera. No era una puerta.
Era un armario.
{ PRUEBA PRIMERA: EN OTRO MUNDO }
Al momento, Crate sintió como algo peludo le rozaba la cara, y lo apartó de un manotazo, iracunda. Allí dentro hacía calor, mucho calor, ¿y le ponían abrigos delante? ¿En serio? ...¿Y desde cuándo estaban dentro de un armario, joder?
De repente, la muchacha se paró, atrayendo la curiosa mirada de Raichu. Empoleon estaba tan sorprendido como su entrenadora, y ambos intercambiaron miradas.
–Esto me suena.
–Empo –concordó el pokémon emperador, con el mismo tono de intriga que Crate.
Con cautela, caminaron hasta que notaron una superficie de madera que cuando la muchacha empujó, cedió ante sus manos. El corazón de Crate latía con rapidez. La muchacha comenzó a sudar, nerviosa, pero a su vez un nudo en la garganta se le formaba con emoción. Sylveon aguardaba a su vera, pacientemente esperando a que abriese la puerta.
Frío. Lo primero que notaron fue el frío.
Crate miró con los ojos como platos la farola que había enfrente de ellos, y se volvió hacia el armario, intercambiando miradas entre ellos varias veces. Empoleon estaba así de sorprendido, y si Raichu no lo estaba era porque no había visto la película.
–No jodas que estamos en Narnia... –susurró Crate, con el nudo en la garganta acrecentándose, y los ojos brillantes de ilusión. Sus sueños de la infancia se hacían realidad, ¡ella siempre había querido ir a la tierra del león, la bruja y el armario! Y hablando de brujas, se escuchaban tintineos como de trineo acercarse, y según recordaba la muchacha, los renos de la bruja de la película (y de los libros, que tambié había leído) llevaban cascabeles. Empoleon debió recordarlo también, pues a toda prisa se lió a empujones con Sylveon, Raichu y Crate para esconderlos a todos detrás de unos matorrales.
–¡EH, NI HABLAR! ¡YO LE QUIERO DECIR UNAS PALABRITAS A ESA ZORRA! –gritaba Crate, agitándose, mientras Empoleon tiraba de ella todo lo rápido que podía para ponerla a salvo de miradas, indiscretas o no. Y para finalizar, el pokémon acabó por poner a Raichu sobre la boca de Crate, para que se callara. La pokémon tuvo que enrollar su larga cola alrededor de la cabeza de Crate para no caerse por los constantes zarandeos a los que era sometida cuando la entrenadora sacudía la cabeza.
Pasos en la nieve. Los cascabeles sonaban erráticamente, pero con más intervalo de tiempo entre uno y otro. Y el silencio.
Curiosos, Crate, Empoleon y Raichu se asomaron por entre las hojas para ver cómo un imponente trineo al que iba una mujer suntuosamente vestida permanecía parado a pocos metros de su actual posición, mientras que un tipo (que parecía ser el que le servía) se encargaba de revisar algo en los renos.
Pero el corazón de Crate se paró cuando Sylveon dio unos pasos adelante y atravesó de un salto el arbusto para comenzar a caminar en dirección al trineo.
"Ya nos han descubierto" pensó la muchacha, y ya empezaba a revolverse para quitarse a Raichu de encima y sacar la poké ball de Rapidash para que les ayudase cuando se percató de algo. La bruja no se había dado cuenta de la presencia de Sylveon, y eso que había pasado por delante de sus renos y se había quedado mirándola. A su vez, Crate sintió algo, como una urgente necesidad de quitarle a la reina su corona. Tensó las manos y apretó los puños, estando a punto de salir de su escondite, cuando la tipa se dio por satisfecha y salió impulsada por su trineo en dirección a lo desconocido. La muchacha resopló, fastidiada, y Raichu por fin se despegó de su boca para caer al suelo soltando chispas por sus mejillas.
–¡Ya te tengo! –gritó una voz feaca, a la vez que surgía una cabezona también feaca y un par de manos tan feacas como la cabeza y la voz agarraban por los brazos a Crate y le arrastraban hacia el ser en cuestión, ¿un enano? ¿Ése no era el que servía a la Jadis? Pero bueno, qué más da. Lo único que podría importar en aquella situación era que a Crate le habían colocado un cuchillo al cuello, pero conociendo sus preferencias, ella estaba más concentrada en akucinarse por haberse topado con un adulto más bajo que ella que por tener un arma al cuello.
Al verlo, Raichu se puso a echar chispas por los mofletes y Empoleon ya cargaba un Garra Metal en sus aletas, pero al enano no se le pasó la disposición a luchar de aquellos dos y movió nuevamente el cuchillo delante del cuello de Crate.
–Un sólo movimiento y le rebano la cabeza –graznó con un tono de desprecio y superioridad que no gustó nada a Crate, aunque pareciera funcionar, ya que Raichu y Empoleon abandonaron las ideas de pelea.
–¡EH, CON ELLOS MENOS! –gritó la muchacha, cabreada, pero al instante sintió el contacto del metal en su piel– Ok, ok, mensaje captado, ya me callo.
El enano la arrastró hacia atrás y gritó. Un par de lobos demasiado grandes para lo que les correspondía surgieron de la nada, colocándose cada uno a un lado de cada pokémon. El enano sonrió perversamente.
–Seréis un interesante regalo para la Reina Blanca –declaró, y Crate sintió algo en su nuca a la par que todo se volvía oscuro, y se desfalleció.
{...}
–¡EH! ¡QUIEN SEA! ¡SACADME DE AQUÍ, HIJOS DE–
Crate lanzaba todo tipo de improperios paseándose de acá para allá frente a los barrotes, casi como si se tratara de un animal enjaulado (que para más de uno en aquél castillo se lo parecía). No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, pero se había dado cuenta de que no estaban ni Empoleon ni Raichu a su lado, y tampoco tenía las poké balls del resto de pokémon. De hecho, no tenía su bolso, únicamente llevaba su ropa puesta. Para mejorar la situación, tenía hambre y no le habían dado nada para comer desde que había llegado, y como había estado inconsciente la mayor parte del rato, a saber cuánto llevaba así.
Pero definitivamente, lo que más rabia le daba era el haber perdido a Sylveon y no haber podido completar la prueba para el gimnasio.
Por fin dejó la tediosa tarea de gritarle a cualquier cosa que se moviera en su campo visual y se sentó en el suelo, asomándose hacia atrás. El señor Tummnus aún seguía inconsciente, ¡a saber qué le habían hecho al pobre! Llevaba así desde que Crate había despertado, y a la chica le daba penita que tuviese que sufrir aquello. Pero le rescatarían, así que, ¡qué más da! Ahora lo que debía preocuparle era sobrevivir ella misma... y llegar al gimnasio de una maldita vez, joder.
Ya llevaba rato sentada cuando se escucharon pasos. Pero no eran como los de las botas de los enanos... Crate se hizo la dormida, aunque entreabrió los ojos de manera que ella pudiera ver bajo las pestañas pero cualquiera que se le acercara pensase que los tenía cerrados. ¡Y cuál fue su sorpresa al ver que el que se acercaba era Empoleon!
–¡EMPOLEON! ¡Cuánto me a- –Empoleon hizo el gesto de silencio con la aleta mirándole mal, y Crate se llevó las manos a la boca, dándose cuenta de que había estado a punto de meter la pata hasta el fondo. El pokémon se agachó, como si fuera a embestir los barrotes, y... usó... ¿los tridentes de su cabeza como llave? ¿En serio estaba usando el tridente de su cabeza para forzar la llave?
Crate le miró con sarcasmo, ya de pie y con los brazos apoyados en la cadera, y estaba a punto de soltar un comentario irónico cuando la cerradura cedió con un leve "click". Empoleon miró de manera superior a Crate, quien se había quedado con la boca abierta, pero al notar cómo le observaba Empoleon únicamente quitó importancia a lo hecho por Empoleon con un "yo lo hubiera hecho si hubiese tenido una cresta así" y salió de la celda sin hacer mucho más ruido.
–Empoleon, me han quitado la bolsa, las poké balls y a Raichu, ¡tenemos que encontrarlas! –susurró Crate junto al pokémon, quien asintió, habiéndose imaginado ya que sucedería algo así.
De repente, un destello rosado les cruzó por el lateral, y frente a ellos apareció el sonriente Sylveon, quien parecía de lo más tranquilo en el mundo.
–¡Sylveon! –exclamó susurrando Crate, aliviada de ver que estaba bien. Entonces, se le ocurrió algo– Sylveon, por favor, dime que sabes dónde tienen mis cosas y a Raichu.
El pokémon asintió, alegre, y Crate sonrió con alivio. El pokémon hada comenzó a guiarles, pero a la vez que caminaban Crate sintió algo extraño, como una especie de deseo irrefrenable de ir a cierto lugar del castillo. Comenzó a andar sin darse cuenta, pero al percatarse de ello, sacudió con fuerza la cabeza y se agarró al ala de Empoleon. "¡Ahora no, luego!".
Caminaron, pero Crate ya no se enteraba de nada, estaba como en trance. ¿Se encontraron con guardias? ¿En serio? Porque la muchacha realmente ni se dio cuenta, ni siquiera cuando Empoleon le arreó un golpe con el ala en la cabeza a uno para desamayarlo. ¡Ése era el tipo de cosas que le gustaban, ¿qué le pasaba?!...
La corona...
–...¡CHUUUUUUUU! –escuchó Crate, y repentinamente se vio zarandeada por una descarga eléctrica tan potente que sería un insulto si no le prestase atención. La muchacha abrió los ojos a más no poder y humeó cuando Raichu dejó de torturarle el alma, pero aun así parecía seguir aturdida, y parpadeó, confusa. Empoleon le miró con preocupación, y le hizo una señal a Raichu. Crate reaccionó cuando la pokémon comenzaba a cargar electricidad en sus mofletes, moviendo las manos de un lugar a otro, sonriendo con nerviosismo y con una gota de sudor en la nuca.
–¡NOOOOO hace falta, Raichu, de verdad, ya estoy bien! Eh... ¿cuándo hemos llegado aquí? –las palabras de Crate hicieron que los pokémon cayesen al suelo, impactados por lo irreal de la situación. Menos Sylveon, claro, que parecía inmune a todo y seguía con esa carita de felicidad.
Al parecer, habían llegado a la celda de Raichu teniéndoselas que ver con un par de guardias, y la habían liberado. Luego, le habían tenido que encasquetar como unas 7 descargas eléctricas antes de que despertara. Crate sonrió nuevamente con nerviosismo, esperando no volver a entrar en trance en un futuro próximo. ¡Al menos no antes de encontrar sus poké balls restantes y el cristal del que hablaban al inicio de la prueba!
Aparecieron dos enanos, por el pasillo, que caminaron tranquilamente, hablando de lo suyo mientras Crate y compañía les observaban con cautela. Se dieron cuenta de su presencia, sí, pero solo cuando estaban delante, y sacaron sus hachas. La entrenadora recurrió a lo que era más seguro para todos:
–¡Empoleon, Garra Metal; Raichu, Cola Férrea! ¡Y luego dejádmelos K.O.!
La cosa no fue muy difícil. Ambos pokémon contrarrestaron las armas de sus contrincantes con cuidado de no dañarse a sí mismos, y acabaron dándoles sendos golpes en las cabezas para que quedasen un largo rato ahí, tumbaditos y sin molestar. Crate, siguió a lo suyo, Raichu y Sylveon igual, y Empoleon entornó los ojos y acabó siendo el que tenía que esconder los cuerpos para darse más tiempo. Cómo no. Pero son gajes de ser el responsable en el equipo.
Mientras tanto, Crate se situó tras el que seguía siendo para ella inquietante pokémon hada y se dedicó a observar los alrededores. Presuntamente era en busca de guardias, pero acabó siendo admirar del palacio nivel: Andar con tus pokémon y que te cuiden ellos las espaldas mientras tú vas a tu rollo. Pero es que la ocasión se lo merecía. Siempre se había preguntado cómo era el castillo, y cuando llegó al Palacio de Cristal, en Diamond, pensó que sería algo así. Pero en realidad no era tan frío. Aquí y allá colgaban pieles de las paredes y en el suelo, y aunque el ambiente era frío, las paredes no estaban hechas ni de cristal ni de hielo, sino de roca de la que, misteriosamente, no se desprendía la nieve. Era más un castillo medieval en el que había nevado dentro, cosa que decepcionó a la muchacha.
Nuevamente, volvió a la tarea de estar alerta cuando se toparon con un par de lobos de la policía secreta de aquél lugar...
{...}
–Venga, Empoleon, ¡date prisa! No nos queda mucho tiempo –animaba (o metía prisa, qué más da) Crate, junto al pokémon, encargado de forzar la cerradura de la sala de armas. El pokémon resopló, le dio un aletazo a Crate y cuando ella se disponía a quejarse por aquél abuso la puerta cedió y la muchacha se precipitó dentro. Cosas que pasan cuando te apoyas contra una superficie que se pueda mover.
–¡Raichu-chu! –susurró la pokémon desde algún lugar en aquella apestosa habitación, saltando de entre un montón de botas con la bolsa amarilla de Crate sujeta entre los dientes.
–¡Bien hecho! –felicitó la entrenadora, corriendo hacia ella con celeridad y cogiendo dos poké balls nada más llegar. Las sujetó entre los dientes mientras se colocaba rápidamente el bolso en su sitio, y no tardó en sacar a combatir a Glaceon y Rapidash.
–¡A por los intrusos! –sonó una voz en algún lugar detrás de ellos, y Crate se volvió, viendo cómo una horda de todo tipo de seres se les acercaban por un pasillo.
–¡Glaceon, bloquéales con Rayo Hielo! –ordenó la muchacha, alegrándose al instante de haberla sacado.
Mientras la pokémon se encargaba de ello, Crate se volvió hacia Sylveon con urgencia en su voz.
–Rápido, ¡enséñame dónde está el cristal y podremos salir de aquí!
La pokémon no cambió un ápice ésa sonrisita idiota que tan mala espina le daba a la muchacha, pero en el momento, ésta comenzó a sentir como si entrase en trance. Algo en aquél sitio le llamaba... La corona. La corona de Jadis. Había que quitársela...
{...}
–Eh... Upsis, ¡CORREEEEED! –gritó Crate, abrazando con fuerza el objeto que legalmente debería estar en la cabeza de esa loca pero que ahora estaba en los brazos de otra. Un poco más joven, pero eso no quitaba lo de loca.
La cosa era que habían llegado sin precaución alguna a la habitación de la Bruja Blanca, pillándola por sorpesa y tal, y Rapidash le había jodido el inventario con un Infierno bien hecho. Y claro, la mujer se había enfadado e intentado congelarla, pero ahí que había surgido Glaceon con Manto Espejo y le había devuelto el ataque, congelándola. Cosa que a Crate no se le hubiera ocurrido nunca.
La cosa era que con ella congelada no podían despegarle la corona de la cabeza, así que Rapidash tuvo que tomarse el trabajo de flambearle la cara. Por supuesto, la mujer no había tardado medio segundo en mandarles a la mierda y llamar a la guardia, mientras hacía una especie de conjuro extraño. Por eso Crate tuvo que darse prisa en quitarle la corona. Y ahora les iba persiguiendo un troll, que no se sabía de dónde mierdas había salido, aunque Crate sospechaba que tenía algo que ver con el conjuro de la malaya esa.
–¡EL ESPEJO SYLVEON!
Al instante vieron que uno de los mencionados y que estaba situado aleatoriamente en la sala del trono brillaba, reververaba y al instante reflejaba aquél lugar desde el que se habían colado. Y de verdad que Crate se quedaba con todas las ganas del mundo de decirle un par de cosas a Jadis, en serio, pero en aquél momento.. eh... ¡le daba pereza, eso es! Y también es la razón de que saltase por la superficie como alma que lleva el diablo y sin preocuparle su propia seguridad. Suerte que el troll no cabía por el espejo, que si no...
{ FIN PRIMERA PRUEBA }
Al llegar, obviamente, en lo último en lo que se habría fijado Crate era en que el pilar ese tan raro de cristal se había duplicado o algún tipo de magia negra del tipo, porque tenía cosas más importantes que pensar. Como lo apestoso que era el troll, lo ridícula que era la voz de Jadis cuando gritaba, que había visto al señor Tummnus y se le había pasado pillar un autógrafo de él, etc. Pero la corona de cristal que imitaba carámbanos de la Bruja Blanca se desvaneció en sus manos, y vio a Sylveon señalando uno de los pilares. Crate miró con cara de póker aquello, sin acabar de entender, y entonces se dio cuenta, ¿no había una nota en la primera columna?
–¡Felicidades! Has logrado abrirte paso entre los diversos obstáculos para llegar hasta aquí sano y salvo ¿Crees saber qué hacer a continuación? Pon a prueba tu destreza y observa tu alrededor ¿No te parece que hay algo extraño?
–COOOOOÑO –exclamó la entrenadora, saltando hacia atrás cuando escuchó la voz. ¿Qué, la tipa esa no se cansaba de asustarle? ¿No le daba pena? ¡Le iban a dejar el corazón débil entre todos... Un momento, ¿eso que había ahí era un Mawile...?
Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
Prueba superada
Una historia emocionante y dinámica. Gran uso de la ortografía y una imaginación de no quitar el ojo. Ha sido un gusto leerlo de principio a fin es mas ¡Resultó tan cómodo que fue leerlo sin ninguna clase de pausa! Mis mas sincera enhorabuena, ya puedes avanzar hacia la siguiente y penúltima fase. Espero que tu rol siga así y no degrade nunca.
Levy McGarden- Líder de Gimnasio
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Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
{ SEGUNDA PRUEBA: PACIENCIA Y SUERTE }
Crate desvió un momento la mirada del pokémon para apaciguar un poco su alterado corazón y su agitada respiración, ambos respuesta al ataque de un troll gigante y demás experiencias que ahora no convenía recordar si no quería sufrir un paro cardíaco. Cuando vio que se podría levantar sin caerse y dejar su bonita cara estampada en el barro como recordatorio a otros retadores, se incorporó, haciendo crujir su cuello con ambas manos para entonces sentirse lista a luchar contra lo que fuera... Pero no más trolls por ahora. Al menos, no de los que llevan mazas, huelen mal y... se me entiende.
Por lo que la muchacha había captado, su nueva y no tan peligrosa prueba consistía en animar al Mawile... porque hombre, tampoco era cuestión de dejarlo ahí enfadado. Sobre todo porque con el color de ojos tan poco común que tenía Crate lo veía capaz de levantarse y fulminarlo todo a base de ataques psicópatas o cosas así. Sí, demasiadas películas de catástrofes había visto.
Se sentó al lado del pokémon, quien se alejó de ella. Crate sonrió a medias, sin saber muy bien qué decir, hasta que un zumbido del C-gear le llamó la atención y se puso a mirar whatsapps. Si el pokémon no tenía ganas de colaborar, pues muy bien.
–¡LOL! ¡Eso sí que es gracioso! –exclamó la muchacha al leer un chiste especialmente cómico, atrayendo la atención del enfurruñado pokémon.
Última edición por Crate el Dom Ago 31, 2014 4:01 pm, editado 3 veces
Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
- Off:
- Perdona tanto editar en el anterior post, los párrafos no se me quedaban como yo quería X'D
Al parecer, tanto el extraño reloj como el comentario de Crate parecían haber avivado la llama de la curiosidad del pokémon tipo hada-acero, pues comenzó a empinarse hacia atrás para intentar ver lo que Crate leía en la pantalla desplegable de su C-gear. De ser por ella no se hubiera dado cuenta, así que fue Rapidash la encargada de relincharle en tono cansino para hacerle consciente de lo que estaba haciendo Mawile.
Éste, al percatarse de que le habían pillado se volvió hacia el otro lado en gesto ofendido. Crate entornó los ojos, y miró suplicante a Rapidash, como diciendo con la mirada "¿en serio tengo que hacer ésto?". Rapidash asintió en gesto que no admitía discusiones y la muchacha se dejó caer. En serio, ¿qué había hecho para merecer eso? Y es que no hay peor tortura que tener que compartir tu C-gear, en la vida.
–Ehm... ¿quieres mirar éste chiste? Es bueno –acabó por ofrecer la entrenadora, llevándose la mano restante a la nuca y sonriendo con rabia. Mawile no pareció percatarse de ésto último, pero sí que alzó la cabeza con curiosidad, inclinándose nuevamente hacia Crate para ver mejor la pantalla. La muchacha pensó por un momento que la pokémon se negaría, así que se sobresaltó cuando en un segundo Mawile pasó de estar separada de ella a situarse a su lado, sentada, toqueteando el artefacto con curiosidad casi infantil.
Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
No sabía por qué, pero a la muchacha le daba que Mawile estaba pulsando por pulsar. Básicamente porque en seguida había salido de la página de Cuanto Cabrón y se había puesto a dar aleatoriamente a aplicaciones, en las que la muchacha tenía que intervenir para que no estropease algo o borrase alguna cosa. Cuando sí que le apartó la mano con algo de brusquedad fue cuando el pokémon se iba a meter al grupo de imágenes de un grupo especialmente creepy.
–Yo que tú no haría eso –advirtió Crate, con voz cantarina pero semblante serio. Mawile únicamente le miró un segundo a la cara antes de pulsar tan alegremente el icono. Y al instante saltó hacia atrás y retrocedió algunos pasos. Crate suspiró, cerrando el grupo de imágenes y la aplicación en general. De todas, tenía que dar el pokémon con los screamers. Que la muchacha ni siquiera sabía por qué seguía apuntada a ese grupo, si nunca hablaba.
"Eh... Quizás debería prestarle más atención al pokémon", se dijo la muchacha repentinamente, y asintió. Al fin y al cabo, era su billete para llegar al gimnasio, y el reto quería comenzarlo cuanto antes. No tenía demasiada paciencia que digamos. Pero cuando se volvió, se topó con que el pokémon se encontraba a más de 5 metros, y hacía todo tipo de movimientos con sus bracitos, como queriendo que se alejase de él. La cara de póker de Crate alcanzó un nivel nuevo para la humanidad.
Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
–Err... Mawile... que no muerdo... –decía la muchacha, ahora con una mala póker face escrita en el rostro, mientras intentaba acercarse al pokémon. Pero por cada paso que ella daba, Mawile retrocedía tres. Y todo por un screamer. Crate se estaba cansando, y entornó los ojos, fastidiada.
–Mira, lo dejo por imposible –acabó por replicar, volviéndose junto a sus pokémon y sentándose, nuevamente a utilizar el C-gear. Sinceramente, ella no era de las que iban detrás de la gente, su estilo era uno más independiente. Y estaba poniéndose de mal humor. La pokémon era tan evasiva que no lograrían entrar al reto final del gimnasio ni en un millón de años.
Raichu, quien había permanecido extrañamente tranquila y sin intervenir (aunque se debiera a Rapidash, quien la había estado sujetando todo aquél rato), se separó de la pokémon de tipo fuego de improviso y echó a correr junto al de tipo hada-acero. Una vez a su lado, como era de esperar, se puso a corretear alrededor suya, en una juguetona invitación para que se divirtiera con ella. Crate, quien había seguido con la vista los movimientos de su pokémon, resopló, nada convencida. Si aquello no funcionaba, ya podían ir despidiéndose del reto, de la medalla, y de ser la mejor entrenadora de todos los tiempos.
Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
–VS–
{40/40} - {40/40}
+5PV por efectividad de Mawile
Y tal y como pensaba Crate, la estratagema de Raichu no funcionó. Vamos, que la pokémon en vez de alegrarse por la atención que Raichu le intentaba dispensar se enfureció, seguramente llamándola pesada o algo así. Y como Raichu no paraba, el Mawile acabó por lanzar un ataque en su dirección, aunque la pokémon eléctrica lo esquivó sin mucho problema. Pero al momento de la agresión Crate se levantó de un salto, para nada dispuesta a permitir aquello. ¡No pensaba dejar que ése Mawile se burlara de sus intentos de ser amables con él! O ella. Lo que sea.
–¡EH! –voceó, para atraer la atención del furioso pokémon sobre sí misma, mientras corría hacia él y sacaba una poké ball.– ¡Si quieres un enfrentamiento, que sea justo y no ataques por sorpresa! ¡Lapras, te elijo a ti!
Al momento lanzó la poké ball al aire, de la que surgió un rayo rojizo que se materializó en un alegre Lapras que movió las aletas con optimismo. Mawile le miró raro, pues usar un pokémon adaptado al agua en un lugar donde no había lagos era una clara desventaja. Aunque no se traba de nada con lo que ellos dos no hubiesen trabajado ya. Crate no dejaba al azar ninguna posibilidad.
Mawile se colocó en posición defensiva, como aceptando el reto, cosa que agradó a Crate. Lapras balanceó el cuello de un lado a otro, y movió las aletas traseras. Ambos parecían concentrados en analizar al otro...
–¡Lapras, Frío Polar! –ordenó Crate de improviso.
Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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{20/40} - {20/40}
+5PV por efectividad de Mawile
Al instante, Lapras aulló con un tono helado pero vigorizante, y desde él se comenzó a fomar una onda expansiva de hielo que el Mawile esquivó saltando sin mucho problema. No obstante, el propósito de aquél ataque en ningún momento había sido dañar al Mawile, sino formar una pista para combatir más adecuada para Lapras. Con todo ese hielo cubriendo el suelo, al pokémon le sería más fácil deslizarse, aunque no pudiese esquivar tantos ataques como si hubiera llegado a estar en el agua.
Mawile lo parecía saber, pues grácilmente se acercó a Lapras sin que éste tuviera mucha oportunidad de apartarse, y se volvió sobre su espalda para morderle con aquél intimidante apéndice de dientes largos. No obstante, ésa era la oportunidad que Lapras y Crate estaban esperando. Ambos sonrieron, compenetrados.
–¡Muy bien, Lapras! ¡Hidrobomba!
En algún otro momento, quizás Mawile podría haber esquivado el ataque, pues gracias a su gran potencia costaba dominar el rebote para dirigirlo a donde se quisiera. Y aunque Lapras lo dominaba bien, Crate no quería arriesgarse más de lo necesario. El pokémon abrió la boca, de la que surgió una potente tromba de agua que golpeó al pokémon enemigo y lo lanzó al otro lado del campo.
–¡Perfecto, Lapras! ¡Ahora usa Furia Dragón!
Última edición por Crate el Lun Sep 01, 2014 7:08 am, editado 1 vez
Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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{05/40} - {05/40}
+5PV por efectividad de Mawile
Lapras inclinó su cuello y cabeza hacia atrás y frente a su boca abierta se comenzó a formar una bola de destellos índigos. Mawile también quiso prepararse para dar guerra, pues a su vez comenzó a cargar un Hiperrayo. Pero el pokémon hielo-agua fue el primero en terminar su ataque. Con gran potencia, una columna de lo que parecían llamas azules con aros de humo a su alrededor se disparó hacia el contrincante, mientras el pokémon se mantenía quieto y en tensión. Es más, tan concentrado se encontraba que había pasado su expresión de ser la jovial de siempre a una concentrada y con el ceño fruncido.
Mawile contrarrestó con cierta dificultad el Furia Dragón con un Hiperrayo, y cuando ambos ataques colisionaron, se levantó tanto aire a su alrededor que alcanzó hacia donde estaban Glaceon, Raichu, Empoleon y Rapidash, separando de las crines de ésta última algunas chispas de fuego que cayeron al suelo y prendieron.
Mientras Empoleon y Glaceon se encargaban de acabar con aquél curioso incendio, Crate apenas se daba cuenta de algo que no fuera la brutal confrontación. Acabó tomando una decisión, aunque arriesgada, pues Lapras no dominaba del todo bien aquél movimiento... pero si usaba cualquier otro acabaría contrarrestado.
–¡Basta! –gritó, y Lapras giró para cortar el contacto entre su Furia Dragón y el Hiperrayo del contrincante, a pesar de no llegar a esquivarlo correctamente y recibir un leve daño. Se tensó, sabiendo lo que su nueva entrenadora le ordenaría, pero estaba dispuesto a seguir sus órdenes.– Rayo.
Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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Re: Detrás del armario... ¡un cuento de hadas! | Reto de gimnasio
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{00/40} - {00/40}
+5PV por efectividad de Mawile
Sólo les quedaba una oportunidad para poder ganar y aun así usaba un movimiento que Lapras no sabía controlar bien. ¿Acaso aquello no era arriesgado? Pero a Crate le gustaban los desafíos. No obstante, había algo más. Lapras sabía tan bien como su entrenadora que no llegaba a dominar el movimiento; el que le ordenase usarlo en una prueba para entrar al gimnasio era algo más que el que ella se tratase de una temeraria. Estaba demostrando que confiaba en él y sus capacidades, y eso siempre animaba a un pokémon.
Le costó ligeramente encontrar la electricidad en su cuerpo, pero de repente, un aura amarillenta chisporroteó a su alrededor, Lapras aulló y el rayo se formó a su alrededor para dirigirse al Mawile enemigo.
Éste no había perdido el tiempo, por su parte. Ciertamente, se había sorprendido de ver que un pokémon acuático conociese el movimiento eléctrico, pero entonces había decidido usar Cabeza Hierro. En el momento en el que el Rayo de Lapras impactó contra él, Mawile se encontraba corriendo hacia el pokémon de hielo con la cabeza reluciendo en brillos metálicos.
Impactó contra el pokémon, pero la descarga eléctrica le había dejado demasiado débil. Ambos pokémon cayeron al suelo, derrotados, y Mawile derramó una lágrima que formó una tiara de cristal, parecida a la corona de la Bruja Blanca, pero más simple y sencilla, tras lo que desapareció. Pero Crate se acercó en primer lugar a Lapras.
–Lo has hecho muy bien, compañero –le felicitó, levantando suavemente el cuello. El pokémon abrió débilmente los ojos y le sonrió, tranquilo.– Ahora, descansa un poco. ¡Puede que luego necesite tu ayuda!
{ FIN SEGUNDA PRUEBA }
Lo devolvió a la poké ball, al igual que a Rapidash y Glaceon, dejando fuera a sus inseparables Empoleon y Raichu. Sylveon les observaba atentamente. La entrenadora dejó la tiara cerca de las columnas, y ésta desapareció. Casi al instante, un tercer bloque se alzó, y Sylveon se aposentó en éste para entonces gruñir con un sonido penetrante pero transparente, casi el de un cristal al golpearse. Vibrante.
Al principio no pasaba nada, y Crate estaba a punto de preguntarle al pokémon si llegarían al Centro Pokémon a tiempo de comer cuando repentinamente se comenzaron a alzar en el sitio, como si estuvieran en un ascensor transparente. Miraron a su alrededor, confundidos, aunque Empoleon fue el primero en tranquilizarse. Raichu acabó dando saltos en el sitio para comprobar que no se caía, a pesar de que a su alrededor diese el aspecto de que estaban ya en las nubes. Y repentinamente, se pararon.
Apareció frente a ellos una enorme carretera que parecía estar formada por astros. Por suerte, tenía barandillas que indicaban dónde acababa el sitio por el que pisar, porque de no ser así seguramente alguno de los retadores (con más probabilidad Crate, Raichu o incluso las dos) habría acabado cayendo al vacío y con un par de bonitas contracturas.
A Sylveon no pareció importarle el hecho de dejar atrás a sus acompañantes, pues salió disparado a cruzar el puente. Cómo no, Raichu se lo tomó como un juego y le siguió dando saltitos y soltando chispitas de la felicidad, tanto por la cola como por los mofletes. Empoleon y Crate, por su parte, cruzaron una mirada y asintieron mutuamente para imitar a los pokémon, corriendo el uno al lado del otro. Vale que Crate fuera impaciente, pero era su primer reto de gimnasio y no quería separarse de Empoleon. Al fin y al cabo, era su pokémon inicial, y de todos, el que mejor le conocía. Les unía un vínculo más fuerte que al resto, quisieran o no.
–Lo lograremos –afirmó la entrenadora, corriendo.
–Empo –corroboró el Empoleon, sin dudarlo un segundo.
Lo que Crate en un principio tomó como que se estaba cegando con tanta estrellita cursi por ahí acabó siendo un destello de luz tan potente que los dos pokémon de la retadora y ella misma tuvieron que cerrar los ojos, poniendo aletas, patas o manos delante de éstos para protegerlos. Cuando los abrieron, el paisaje había cambiado drásticamente. Lo que antes eran una carretera y estrellas, ahora era una superficie de agua. Un cielo de un azul impoluto coronaba el lugar, cruzado eventualmente por alguna nube. Lo único que interrumpía el monótono pero hermoso paisaje de azules y blancos eran un par de árboles... y una tipa con un montón de pokémons, entre los que Crate destacó un Mawile –¿sería el de antes?– y a Sylveon. En cuanto lo vio, Raichu echó a correr hacia él, para entonces ponerse a tirarle de los lazos en acto juguetón.
Crate y Empoleon avanzaron más lentamente que su compañera eléctrica, sin darse cuenta de que no se hundían (o al menos la impaciente entrenadora no lo hizo) hasta que estuvieron frente a la que suponían que era la Líder del Gimnasio de tipo hada.
–¡Hola! Me llamo Crate, vengo de Pueblo Caelestis en Sinnoh... Y he llegado hasta aquí para retarte –comentó la muchacha, con una sonrisa decidida. De repente, pensó que se le olvidaba algo, y se golpeó la frente con la palma de la mano abierta– ¡Ah, por cierto! Si curases a Lapras estaría genial. El otro combate le dejó un poco debilitado –admitió, resoplando por haber tenido que pedirlo. Era orgullosa, no le gustaba depender de los demás, aunque fuera en situaciones como aquellas.
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